20 de abril de 2024/Pablo López Rioboo
El peruano dejó una tarde de suprema seguridad en la que dejó una importante obra al segundo, al que desorejó, y otra de máxima firmeza al difícil quinto, ante el que cortó otro premio; Aguado, que dejó una obra de suavidad al sexto, le cortó una oreja, mientras que Ortega pechó con el peor lote.
Juan Ortega, Roca Rey y Pablo Aguado hacían el paseíllo, este sábado, en la penúltima de la Feria de Abril de Sevilla. Se lidiaba un encierro de Victoriano del Río.
Silenciado Ortega con un primero muy venido a menos
’Tordillo’ llevaba por nombre el primero de la tarde un astado que ya de salida evidenció que no le iba a sobrar la fortaleza. Ortega estuvo en lidiador ante un animal que siempre embistió con las manos por delante. Empujó en el jaco llegó sin entrega a la pañosa del sevillano. Ortega buscó meterlo en el canasto a base de temple y buena colocación pero el toro no quería empujar de verdad debido a su justeza de raza. Todo lo quiso hacer despacio y sin atorarse. Fruto de ese pulseo consiguió robarle muletazos de gran cadencia ante un astado rebrincado y con tendencia a venir por dentro. A zurdas tendió a hacer hilo quedándose a mitad del muletazo de ahí que Ortega no se diera coba con él. Tras pasaportar al animal sería silenciado.
Roca Rey le corta las dos orejas al encastado segundo
Templó Roca Rey de salida al segundo de la tarde un astado con buen son al que el peruano toreó ganándole siempre un paso. Un animal que se dejó pegar en el jaco antes de llegar a una faena de muleta donde Andrés jugó sus bazas para calar en la parroquia. Se puso rodilla en tierra para pasarse por la espalda a un toro que embistió con gran transmisión. Pronto y fijo fue el animal de la familia del Río, un astado serio en su comportamiento, pero al que le falto empujar de verdad buscando los vuelos. Ligó el peruano las series en redondo llevando largo a un animal que tendía aburrirse saliendo con la cara alta. Una serie a diestras finalizada con un ajustado circular llegó mucho u unos que no afearon la colocación del espada. A zurdas tuvo mayor clase el Victoriano ralentizándose por ese pitón en muletazos siempre pulseados aunque faltos de ajuste en algunos de ellos. Su labor tomó un vuelo importante pero se paró en seco tras acortar las distancias. Se quedó Andrés en la cara de ‘Cojito’ siendo prendido por el animal. Dolorido pero sin mirarse se jugó el tiempo en una serie final con la muleta a la espada de gran ajuste. La estocada pondría en sus manos el doble trofeo de un toro ovacionado en el arrastre.
Ovacionada la templada porfía de Aguado con un tercero faltó de raza y clase
Se crujió Aguado a la verónica con ‘Solerares’ en un recibo capotero donde hilvanó un ramillete de verónica toreando siempre con las palmas de las manos. Le imprimió suavidad y cadencia a unas embestidas con nobleza pero sin demasiada profundidad. Entraría en su turno de quites Ortega para dejar un cuatro torerísimos lances por delantales abrochados estos con una media de gran regusto. Replicó Aguado por chicuelinas ante toro que se ya se venía muy por dentro. Este fue otro animal medido en su raza, un toro que venía, pero no se iba. Aguado buscó pulsearlo a media altura pero el astado tendía a calamochear. Jugó con las alturas y las distancias en un trasteo con pasajes de interés pero al que le faltó ligazón por la condición del animal. Toreó siempre a favor del toro, sin exigir en demasía a un animal con nobleza. A zurdas vino siempre con la cara alta. Le dio su sitio, lo volvió a consentir robándole naturales de fino trazo. A pies juntos cerraría una labor que pese a no ser rotunda se vivió con mucho interés. Tras pasaportar al animal, con susto y golpe incluido, saludó una ovación.
Silenciado Ortega con el inválido cuarto
No tuvo opciones Ortega con el inválido cuarto, un toro que no acabó de entregarse en las telas y al que su endeblez condicionó en exceso. El sevillano anduvo en lidiador ante un animal al que era fundamental no dar tirones. Muy toreo fue su inicio por bajo abriéndole los caminos a un toro cogido con pinzas. Ortega buscó siempre imprimirle suavidad y temple a una embestida muy deslucida al perder continuamente las manos el animal. El de Victoriano tendió a defenderse por su falta de fuerzas quedándose debajo a mitad del muletazo. A zurdas tampoco tomó vuelo, una labor que dejó prácticamente inédito a Ortega.
Roca Rey, por encima del manso y violento quinto, al que le pasea una oreja más que le abre la Puerta del Príncipe
El quinto fue un animal de Toros de Cortés con movilidad y transmisión pero sin la clase necesaria para romperse por abajo. Un astado al que Roca Rey le planteó una faena en los medios para evitar así que este se rajara. El astado madrileño tuvo genio y cierta aspereza, esa que intentó paliar el peruano gracias a su firmeza. Con el toro embistiendo con todo el limeño se quedó quieto como un poste para domeñar su genio. Pese a no ser una faena templada y de toreo reposado, Andrés dejó patente su valor al aguantar las oleadas de un animal que nunca se entregó. Anduvo con la firmeza que le caracteriza en un trasteo donde se jugó literalmente la vida ante un toro muy complejo. Con el astado a menos se metió entre los pitones en un alarde de superioridad hacia el animal. Una estocada algo tendida no sería óbice para que la plaza sacara los pañuelos y le fuera concedida una oreja que le abría la Puerta del Príncipe.
Aguado se rompe al ralentí y pasea la oreja del sexto
’Forajido’ llevaba por nombre el sexto de la tarde, un animal con nobleza pero medido en su raza al que Aguado le realizó una faena marcada por el pulso y la caricia. El sevillano sabía que iba a tener delante un toro con poquito celo, pero también era consciente que todo había que hacérselo a su altura y sin obligarlo en exceso. Su comienzo de faena fue clave para encelar la embestida a media altura de un toro que cuando vino enganchado se deslizó tras las telas. Con la premisa de enganchar delante y soltar atrás, el sevillano dibujó una serie de muletazos al ralentí que calaron en los tendidos. Con la izquierda toreó con las yemas en muletazos marcados por el juego de la cintura y las muñecas. Toreó con todo el cuerpo en una labor de guante de seda, un trasteo donde asentó las zapatillas en el albero hundiendo las mismas en una obra al ralentí. Hubo armonía en un trasteo que se desarrolló entre los tendidos 6 y 8, lugar donde el animal se sintió siempre cómodo. La estocada puso en su mano una oreja de peso en una tarde donde se le vio una gran decisión en todo lo que hizo.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla. 14ª de abono. Corrida de toros. No hay billetes.
Toros de Victoriano del Río y Toros de Cortés, falto de raza y empuje un primero que se movió sin clase; con transmisión y movilidad, un segundo con virtudes; con movilidad díscola un tercero que no quiso entregarse; con nobleza y buen embroque el inválido cuarto; con transmisión el violento y nada fácil quinto; con nobleza y templanza un sexto que acabó apagadito.
Juan Ortega, silencio en ambos.
Roca Rey, dos orejas y oreja tras aviso.
Pablo Aguado, ovación y oreja.