12 de mayo de 2024/Patricia Prudencio Muñoz/Fotos Emilio Méndez
La Plaza de Toros de Las Ventas celebraba su tercera corrida de toros, dentro del serial de San Isidro. Los matadores de toros Ernesto Javier Calita, Francisco de Manuel y Álvaro Alarcón se midieron a los toros de la ganadería de Baltasar Ibán. Los animales fueron ásperos, ofreciendo embestidas desiguales y cambiantes. Tampoco duraron demasiado en las faenas, viniéndose a menos bastante rápido. Obligaron a buscar la suavidad para llevar aquella aspereza, con faenas de tira y afloja en las que no se terminaron de acoplar. Destacaron el tercero, únicamente en varas, y el quinto por su entrega en la muleta, un animal con un gran fondo, entrega y una embestida definida. Calita no tuvo demasiadas opciones, pero firmó faenas de firmeza y determinación, primero con un toro muy agarrado al piso y después con otro que no humilló en ningún momento. Francisco buscó aquella suavidad en una faena venida a menos en la que tuvo pinceladas. Con el quinto no se supo entender, se le fue, salvo por una única tanda de naturales, que no empezó del todo bien, pero que la siguió y consiguió llevarlo. Álvaro Alarcón quiso, pero no le encontró el sitio ni los terrenos a otro toro complicado, pero que fue muy bueno en el caballo. Con el sexto nada o muy poco pudo hacer.
Abrió la tarde Calita, bregando al abreplaza, llevándolo con suavidad ante la brusquedad que presentaba el animal. En la muleta lo trasteó y pasó por ambos pitones, alejándolo rápidamente de tablas para seguir llevándolo por abajo. Se decidió por el pitón derecho, citándole con firmeza, echándole los vuelos a la cara, esperando la embestida. El animal pasaba con violencia y brusquedad, soltándole la cara a su paso, empañando los intentos del mexicano porque no le tocara la tela. Al natural seguía pasando sin entregarse, sabiendo diferenciar el cuerpo de la tela. Empezaron a sonar palmas de tango y Calita culminó la tanda y se fue a por la espada, no había nada que hacer con el de Baltasar Ibán. La espada no fue suficiente y tuvo que descabellar.
Francisco de Manuel se estiró y lució con el primero de su lote, rematando el saludo capotero de rodillas. Duarte y Araujo saludaron una ovación desde el burladero tras el tercio de banderillas. De Manuel inició la faena de muleta con temple, muy despacio, ganándole terreno. Le dio sitio y tiempo, continuando por el pitón derecho, teniendo que acortar las distancias para que entrara al cite. Trató de seguirlo para que no parase dejándosela puesta y ligando pases, alcanzando a asentarse con el. Le buscó a pitón contrario, poniéndole la tela prácticamente en la cara para poder enganchar la embestida y llevarlo muy tapado. El de Baltasar Ibán se movió a base de arreones, por lo que el madrileño recurrió a la despaciosidad. Al natural lo abrió, llevándolo con los vuelos, uno a uno, sin terminar de limpiar el muletazo. No tenía emoción y cada vez era más pegajoso. Apuró las distancias, jugándose la voltereta. No tuvo acierto en la suerte suprema, teniendo que descabellar.
Álvaro Alarcón no pudo estirarse con el tercero, salió suelto y apenas lo pasó poco más de un par de veces por el percal. El de Baltasar Ibán se entregó y acometió en el caballo, siendo también ovacionado Juan Francisco Peña. Se alcanzó la faena de muleta y Alarcón lo pasó y trató de cambiarle los terrenos para seguir por el pitón derecho. El animal se dejaba llevar, con una embestida más clara que los anteriores. Se encajó y asentó con el y, en ocasiones, parecía mostrarse demasiado confiado con un toro que le sorprendía. Tenía que buscarlo en el sitio, si no el animal no entraba al cite. Cambió de pitón y aunque no bajaba la cara ni la colocaba, el público aplaudió la labor de Álvaro. Tenía que cruzarse, pero ya se había apagado el de Baltasar Ibán, se quedaba a mitad del muletazo, obligando al diestro a rectificar. Sin mucho más que añadir cambió la ayuda por la espada y mató con acierto.
Calita logró encelar al segundo de su lote en el capote, envolviéndolo en los vuelos para llevarlo y ganarle terreno en la brega. El toro, de dudosa visión, alargó en exceso el tercio de banderillas, imposibilitándolo prácticamente. Brindó al empresario mexicano Pedro Haces. Le fue sacando del tercio, tirando del animal por abajo en el inicio de faena. La primera tanda se la dio por el derecho, pase a pase, teniendo que atacarlo y tocarlo con brusquedad para que entrara. El animal era reservón y muy parado, no ayudaba, teniendo que hacerlo todo el mexicano. Le sorprendía con aquellas medias arrancadas que no llevaban nada dentro. A pesar de lo poco que tenía, quiso mostrarlo también al natural. Pasaba con la cara por encima del estaquillador en el tira y afloja por hacer faena. Lo llevó muy en línea, aunque más bien fue como pudiera, porque no se prestaba. Puso todo lo que podía e incluso tenía intención de seguir, pero las protestas de un sector del público le hicieron cambiar de opinión y lo colocó en la suerte suprema. El acero fue efectivo a pesar de la mala colocación.
Francisco de Manuel trazó un saludo capotero breve. El quinto de la tarde empujó con entrega en el peto, generando un gran tercio de varas de la mano de Luis Alberto Parrón, que fue ovacionado a su paso por el callejón. El madrileño se fue a los medios para brindar al público. Desde aquellos terrenos se puso de rodillas para citar al toro, que se encontraba en tablas, y aprovechar la inercia para ligarlo. Se levantó y continuó con el inicio de faena, después se decidió por el pitón derecho, con un toro que metía y colocaba bien la cara. Francisco se asentó en el firme y se lo pasó a su alrededor, llevándolo muy tapado y siempre con la muleta en la cara, dándole continuidad y ligazón a las series. Estas no fueron excesivamente largas. Cambió al pitón izquierdo y firmó lo más destacado de toda la tarde en aquellos naturales largos en los que se desdibujaba el inicio y final entre ellos. Se la mantuvo en el hocico y el animal respondió con buen son, a pesar de tuviera más teclas propias. Resultó un toro al que pudo haber sacado mucho más, tenía condiciones, entrando con entrega, prontitud y una embestida clara. Retomó el pitón derecho, pero ya no era el mismo, no quedaban detalles de aquel intenso inicio. Metió la mano con aseo, pero sin acierto, teniendo que descabellar.
Álvaro Alarcón saludó al cierraplaza con un saludo llevado. Brindó también al público desde los medios. Se fue a los terrenos del siete para recibirlo, en un inicio frenético que poco a poco fue intentando templar ralentizando las embestidas. Por el pitón derecho tuvo mejor inicio que final. Le dio sitio y tiempo para después volver a llevar aquella embestida descompuesta y agresiva que pasaba sin clase ni entrega. Al natural fue pautando el trazo a base de ayuda, uno a uno, sin trasmisión, simplemente pasaba, sin ningún tipo de orden. Recuperó las tandas con la mano derecha, queriendo alargar una embestida en la que había poco que rascar. Insistió, pasando a un toro vacío y reservón.
Madrid. Toros de Baltasar Ibán. Los animales fueron ásperos, ofreciendo embestidas desiguales y cambiantes. Tampoco duraron demasiado en las faenas, viniéndose a menos bastante rápido. Obligaron a buscar la suavidad para llevar aquella aspereza, con faenas de tira y afloja en las que no se terminaron de acoplar. Destacaron el tercero, únicamente en varas, y el quinto por su entrega en la muleta, un animal con un gran fondo, entrega y una embestida definida. Calita, silencio tras aviso y silencio; Francisco de Manuel, silencio tras aviso y saludos con división tras dos avisos; Álvaro Alarcón, silencio y silencio.
Incidencias antes de romper el paseíllo se guardó un minuto de silencio por el matador de toros Pedro Giraldo.