Tomás Rufo abre la Puerta Grande en una tarde de peso para Ginés Marín en El Burgo de Osma

16 de agosto de 2024/Suertematador.com

El Burgo de Osma celebró su segundo festejo de su Feria, una corrida de toros en la que los diestros Diego Urdiales, Ginés Marín y Tomás Rufo se midieron a los ejemplares de la ganadería de Sorando. Los animales fueron limitados de juego, estando la terna muy por encima de sus respectivos lotes. Urdiales encontró profundidad dejando pinceladas y muletazos buenos con su primero. Con su segundo desarrolló una faena de tira y afloja y mucha insistencia que se fue viniendo a menos. Ginés no tuvo opciones con el primero de su lote, al que insistió  a pesar de saber que no tenía nada. Derrochó determinación y una entrega absoluta, poniendo todo lo que le faltaba al segundo de su lote, que se apagó rápido. Tuvo las dos orejas en su mano, pero el presidente solo otorgó una, a pesar de la rotundidad de la petición. Rufo desarrolló una faena de menos a más en la que acabó cautivando a los tendidos, con su primero, a pesar de que en un principio le pidieran que lo matara. Rufo fue a por todas recibiéndolo de rodillas con el capote y la muleta, calando muy hondo en los tendidos durante toda su faena con el sexto.

Saludó Urdiales al abreplaza con una brega llevada en la que lo recibió junto a las tablas y a base de verónicas trató de ganarle terreno hasta sacarlo de allí. Inicio la faena con un ligero tanteo con el que medirlo para después empezar a pasarlo por el pitón derecho. El toro, que fue protestón, se quedaba corto, soltando la cara arriba y desluciendo cada salida del muletazo. Cambió al natural, pero no había mayor expresión, salvo la entrega de Urdiales, que uno a uno y a base de paciencia lo pudo llevar. Retomó el pitón derecho, dejándosela puesta. Cambió la ayuda por la espada, metió y sacó la espada y el toro dobló en aquella faena de profundidad y pinceladas del riojano.

Ginés Marín saludó al segundo de la tarde, estirándose con el por verónicas. Se alcanzó la faena de muleta y Ginés Marín tuvo que pasarlo y moverlo con suavidad, evitando que perdiera las manos. En el tercio trató de empezar a llevarlo, pero no atendía al cite, por mucho que se lo pusiera en la cara. El animal no tenía fuerza ni condiciones para darle opciones al diestro, que aún así insistió en mostrarlo. Falló con la espada.

Tomás Rufo lanceó con lucimiento al tercero de la tarde. Quiso definir su faena desde los primeros compases, sin embargo, el animal llegó muy mermado a la tela, sin fuerza, sin celo y sin entrega. Cambió al pitón izquierdo, pero el público tampoco tenía paciencia y pedía que lo matara. Sin embargo, Rufo quiso buscarle las teclas, así que retomó el pitón derecho, dejando muletazos en los que se asentó y logró que el animal  siguiera el engaño. Se quedaba corto y era pegajoso. Volvió al toreo al natural, donde le robó las embestidas. Sin embargo, no tardó en retomar la mano derecha, donde le bajó y exigió, aprovechando la nobleza del tercero de la tarde. No tenía una embestida pulcra, pero si acometía con fijeza. Rufo se la dejó puesta y tiró envolviéndoselo en las distancias cortas. Pinchó si faena con la espada.

Urdiales bregó por abajo al segundo de su lote, enseñándolo a embestir. Se inició la faena de muleta, pero Urdiales no encontraba pulcritud ni armonía en el cuarto. Sus salidas eran desmedidas, se quedaba corto, pero el diestro decidió abrirlo y uno a uno tirar de sus embestidas. Resultó un tira y afloja de distancias, altura y pasos con tal de acoplarlo y meterlo en faena, faena que desarrolló mayoritariamente por el pitón derecho. Cambió al natural, tocando y abriendo, tratando de darle mayor amplitud y recorrido a los pases. Sin embargo, no puso exigirle en exceso por abajo, pues el animal incluso llegó a echarse. Lo levantaron, pero el toro estaba a todo y a nada, quedándose a medio gas y dejando sin opciones a Urdiales, que le puso empeño y entrega. Mató con aseo y acierto.

Ginés Marín lo recibió por verónicas junto a las tablas, luciéndose hasta rematarlo con una media. Brindó al respetable desde los medios y lo pasó en un leve y breve tanteo por alto, moviéndolo para después continuar sobre el pitón derecho. Rápidamente, una vez culminada aquella tanda, decidió echarse la muleta a la izquierda y empezar a llevarlo al natural. El animal que le había respondido con cierta viveza, empezó a apagarse en las series siguientes. Ginés le dio tiempo y sitio, ayudándolo para que pudiera volver a meterlo en la tela. Continuó por el pitón derecho, muy despacio, aprovechando la fijeza y nobleza del segundo de su lote. Pudiendo pasárselo por la espalda, culminar con algunos circulares y meterse de lleno en las distancias cortas, conectando con el tendido y dando la emoción que le faltaba al animal.

Tomás Rufo recibió de rodillas en el tercio al sexto de la tarde, para después estirarse con clase y torería en aquellos lances de capote. Empezó su faena sin probaturas, de rodillas, pasándolo por ambos pitones, aunque aguantando a que el animal se decidiera arrancar, faltando mayor ligazón. Se levantó y siguió por el pitón derecho, tratando de limpiar el muletazo, llevándolo con mucha suavidad, ralentizando el ritmo para atropellar los pases. Cambió al natural, pasándolo de uno en uno, tratando y aguantando aquella embestida intermitente que no humillaba ni se entregaba. Rufo le dio tiempo y sitio antes de retomar las series por el pitón derecho. Lo llevó muy tapado, tratando de alargar los pases y aprovechó la nobleza del animal para el desplante, que se mantuvo fijo en el engaño en todo momento. Rufo lo toreó muy asentado, buscando aquella determinación y profundidad en sus muletazos, apurando en exceso las distancias cortas, metiéndose entre pitones para culminar su faena. La espada no resultó efectiva, teniendo que descabellar.

Ficha del festejo:

El Burgo de Osma. Toros de Sorando. Los animales fueron limitados e incluso escasos en la tela, estando la terna muy por encima de sus respectivos lotes. Diego Urdiales, saludos y oreja; Ginés Marín, oreja y oreja; Tomás Rufo, oreja y dos orejas.

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