La izquierda de Ginés Marín deleita a Comenar en su debut en La Corredera en una tarde la que Manzanares pasea una oreja

26 de agosto de 2024/Patricia Prudencio Muñoz/Fotos Emilio Méndez  / Circuitos Taurinos

Colmenar Viejo acogía la tercera corrida de toros de su Feria Taurina, en la que los matadores de toros Sebastián Castella, José María Manzanares y Ginés Marín se midieron a los ejemplares de la ganadería de Núñez del Cuvillo. Los animales duraron poco en la tela, estando escasos de fuerza, dejándose pasar sin emoción, por lo que costaba mucho llegar a los tendidos. Fue el sexto el toro que mas se prestó en sus inicios, pero duró muy poco. Castella estuvo digno y colaborativo con un Toro áspero, sin fuerza ni celo. Hizo una faena larga con el cuarto, con el que aprovechó su nobleza y fijeza para torearlo en las cercanías y darle la emoción que le faltaba. Manzanares desarrolló su faena por el pitón derecho, pitón por el que encontró más acople, pero con el tira y afloja con la altura, pues no humillaba y se apagó rápido.Culminó con un estoconazo que le valió una oreja. Encontró acople con el quinto sobre el pitón derecho con un toro comedido y de poco motor que se dejó llevar, pero la espada empañó su faena. Ginés Marín lo mostró por ambos pitones, pero le duró poco en la tela, sin darle demasiadas opciones. Sin embargo, solo la espada le habría valido la oreja, pero el presidente se la negó. Inició una faena de intensidad con un sexto que tuvo motor al inicio pero que se acabó apagando muy rápido.

Castella saludó al abreplaza en un recibo a pies juntos con el que le fue ganando terreno. Tuvo que sujetarlo, porque salía suelto con facilidad. Su inicio de faena fue a pies juntos, un inicio de faena muy torero con el que meter al toro y a los tendidos. Le siguió con un toreo profundo, pero sin limpieza por el pitón derecho. El toro parecía quedarse a medio gas, además de acusar su escasez de fuerza. Cambió al toreo al natural, pero el animal no bajaba la cara, pasando soltando la cara, sin uniformidad en su embestida, sin celo ni transmisión. Castella mientras tanto se lo llevaba a la cadera y buscaba la continuidad, tratando de tapar unos defectos que cada vez eran más notables. Recuperó el pitón derecho, pero no le gustaba sentarse podido y cuanto aquello ocurrió se violentaba, ofreciéndole asperezas. Castella estuvo digno pero no había nada que hacer. Falló con la espada.

Manzanares bregó y llevó al toro con suavidad después de que se cayera y le tomara su tiempo volver a coordinarse. Sin embargo, quedó mermado y tuvo que ser devuelto a corrales. En su lugar salió el primer sobrero, al que saludó Manzanares sin terminar de bajarle la mano, pero dejando pinceladas de torería y mucha clase. Se alcanzó una faena de muleta en la que Manzanares se lo llevó rápidamente más allá del tercio, pasándolo por alto por ambos pitones. Siguió con la mano derecha, abriéndolo, sin terminar de bajarle la mano, pasándolo con suavidad. Continuó insistiendo por aquel pitón, dejándosela puesta, exigiéndole cada vez más, pero también cuidando la embestida. Logró una tanda ligada, enganchando la embestida y llevarlo metido. Cambió al toreo al natural, con pases en los que  faltó limpieza. Volvió a montar la muleta en la mano derecha, tratando de pasarlo a cámara lenta, pero cada vez se le paraba más. El toro era pronto pero no había chispa en aquella embestida, que pasaba sin decir demasiado. Metió un espadazo con el que el toro dobló rápidamente.

Ginés Marín recibió al primero de su lote con suavidad, tratando de encelarlo, sacándolo del tercio, estirándose con un toro algo irregular en el capote. Se alcanzó la faena de muleta y Gines desarrolló un inicio muy templado y lento con el que le fue ganando terreno. Le cuidó la embestida, le dio sitio y tiempo para después seguirle con una serie por el pitón derecho. Seguidamente lo mostró en el toreo al natural, bajándole la mano y llevándolo con los vuelos, dejándosela puesta para darle continuidad. Sin embargo, el animal se quedaba corto y le costaba seguir el ritmo de las demandas de Ginés Marín. Volvió a cambiar al pitón derecho, dándole sitio, le adelantó la mano y trató de llevarlo toreado de principio a fin, pero toro se había aburrido en la tela y simplemente pasaba. Quiso volver a mostrarlo por el izquierdo, pero le tocaba la tela en sus salidas por alto. Le metió un estoconazo suficiente para que doblara de manera fulminante.

Castella saludó a un cuarto muy agarrado al piso que no pasaba en el capote. Lo pasó por alto y por bajo en el inicio de faena hasta rematarlo ya fuera del tercio. Continuó pasándolo y moviéndolo para dar comienzo a una primera tanda por el pitón derecho. Le echó la muleta a la cara, citándolo arriba para bajarle la tela y después ayudarlo en la salida para cuidar la embestida. Le dio mucho tiempo y sitio entre series. Siguió por aquel pitón con un toro que seguía con cierta irregularidad la tela, tragándose los tres primeros muletazo y descomponiéndose en los demás. Al natural se lo echó a la cadera, con muchas pausas para ayudar a que el animal siguiera el engaño, pero una vez más sacaba a relucir su escaso fondo y falta de fuerza. Seguía el engaño e incluso bajaba la cara, pero a mitad del muletazo la levantaba, desluciendo los intentos del francés. El toro se mantuvo fijo en la tela y Castella acortó las distancias para meterse entre pitones y pisar terrenos comprometidos, toreándolo en las cercanías, aprovechando la nobleza del de Núñez del Cuvillo. Se tiró a matar y dejó media estocada.

Manzanares recibió al quinto en su capote, estirándose mientras lo encelaba en la seda y sacaba del tercio. Inició la faena de muleta con un toreo por alto en el que lo pasó por ambos pitones. Eligió el toreo al natural con un animal áspero y violento en su salidas. Manzanares decidió darle tiempo y volver a exigirle por el pitón izquierdo, pero arremetía con brusquedad en la tela. Montó la muleta en la mano derecha, lo pasó e inició la tanda, citándolo con suavidad y mucha voz, asentándose a su paso, llevándoselo a la cadera y dejándosela puesta para darle continuidad a la serie, series que, por cierto, fueron cortas y muy medidas. El animal seguía la tela humillando por el derecho y aunque también lo hizo por el izquierdo, pero mostrando una embestida a dos tiempos. A Manzanares le sirvió para encontrar expresión en aquel toreo pausado y reposado con el que se lo envolvió por el derecho y llegó con fuerza a los tendidos. Encontró el acople por aquel pitón, pero el toro ya solo embestía a base de arreones. Dejó media estocada que fue suficiente.

Salió con motor el sexto, al que recibió Ginés Marín con el saludo capotero de mayor transmisión y lucimiento de la tarde. Se lució en el quite. Se alcanzó la faena de muleta y Ginés brindó desde los medios para después ponerse de rodillas y recibirlo en la muleta con un pase en largo para después atarlo en corto aprovechando la inercia y movilidad de un toro que se desplazaba. Continuó por el pitón derecho, buscándolo a pitón contrario para llevarlo metido, dejándosela puesta en una tanda breve en la que encontró transmisión. Lo dejó respirar, dando tiempo y sitio para seguirlo por el derecho, echándole los vuelos con suavidad, siendo algo más brusco en el primer pase y continuar menos armonioso. Cambió al pitón izquierdo y el toro pasaba con la cara baja en el toreo al natural lento, cadencioso y profundo con el que se pudo asentar y llevar en largo. No tuvo prisas, se tomó su tiempo antes de citarlo y encauzarlo en los vuelos. Ginés le corrió la mano, pero poco a poco el toro se iba apagando, costándole mucho entrar al cite y seguir el engaño. El toro se había rajado, pero Ginés Marín siguió en el toreo de cercanías para meterse entre pitones. Logró meter el acero al segundo intento, dejando un estoconazo.

Colmenar Viejo. Toros de Núñez del Cuvillo. Los animales duraron poco en la tela, estando escasos de fuerza, dejándose pasar sin emoción, por lo que costaba mucho llegar a los tendidos. Fue el sexto el toro que mas se prestó en sus inicios, pero duró muy poco. Sebastián Castella, palmas y saludos; José María Manzanares, oreja y saludos; Ginés Marín, ovación y oreja.

 

 

Top