
16 de mayo de 2025/Oskar Ruizesparza
Ubicada en las fructíferas tierras de Jalisco, la ganadería de San Constantino ha sido el escenario para la última parte de una intensa preparación que el diestro Juan Pablo Sánchez ha realizado, ello ante el inminente compromiso que el hidrocálido tiene en el anfiteatro de Nimes, donde realizará el paseíllo el próximo mes de junio. En este sentido debemos recordar que este año se cumplen tres lustros de su alternativa.
La jornada se desarrolló ante la presencia de muy pocas personas, tan solo los Matadores Antonio Bricio y Alfredo Gutiérrez, el subalterno Joel Delgado “Panita” y Oskar Ruizesparza quienes presenciaron la lidia de tres astados que, provenientes de diferentes ganaderías permitieron a Juan Pablo enfrentar diversas circunstancias.
En este sentido fue el mismo Matador quien explicó: “sobre el toro de José Julián Llaguno destaco su obediencia y cierta nobleza de saber que iba a la muleta, lamentablemente se vino a menos y con la muleta se afligió”; no obstante, el de Aguascalientes afirmó que tales condiciones le han servido “cuando lo remataba por arriba, pero me dejó estar me sirvió para ese muletazo de uno en uno, el cruzarte y torearlo. Un toro que al final de cuentas me sirvió muchísimo, lo maté muy bien y eso también da mucha confianza de cara a lo que se viene”.
En lo que corresponde al astado de Villa Carmela, el espigado diestro manifestó que también tuvo muy buenas cosas y aunque al final se rajó un poquito permitió experimentar ese toreo en que cada muletazo se tiene que iniciar la faena. Agregando que tras una tanda de derechazos el toro se defendió un poquito; sin embargo, es justamente lo que se busca en la preparación. En este sentido reitero que las diferentes circunstancias a las que se enfrentó le vienen muy bien.
En cuanto al excelente ejemplar de la casa ganadera de San Constantino, que por sus condiciones le fue perdonada la vida Juan Pablo Sánchez manifestó sentirse muy contento porque pudo recrearse en el toreo que concibe: “fue un toro que desde el principio vi su bravura, no fácil en el sentido que le tienes que hacer las cosas muy bien, de esa bravura buena a la muleta, humillando siempre por el lado izquierdo con muchísima profundidad. En lo que corresponde al pitón derecho había que engancharlo un poquito más, darle un toquecito más fuerte, pero creo que siempre transmitiendo mucho”.
Con la satisfacción de la labor cumplida y consciente de que en tres días partirá rumbo a tierras europeas, el diestro de dinastía agregó que este astado pertenece a la categoría de esos toros que con cuatro o cinco tandas puedes cortar las orejas hasta el rabo. “A mi el toro me gustó desde que lo agarré con la muleta por su fijeza ya que donde lo dejaba en el ruedo se quedaba, especialmente porque a diferencia de una plaza aquí en la ganadería los toros se sienten en su casa y comúnmente no muestran esa cualidad. Otro momento muy importante fue cuando después de seis tandas le hablé de largo y respondió viniéndose desde allá”.
Después de tan importante episodio Juan Pablo comenzó a guardar sus avíos no sin antes seguir describiendo las muchas cualidades del bravo toro de San Constantino: “fue muy franco, siempre dio la pelea en los medios, creo que fue esa bravura que tenía el motor que le hizo embestir con esa intensidad, me refiero a esa transmisión muy por abajo, queriéndose comer siempre la muleta alcanzando por lo menos 70 muletazos”.
Finalmente, también aclaró que estas extraordinarias cualidades también pueden ser contraproducentes cuando no se está preparado ya que si te equivocabas estos toros no te la perdonan, ello debido a que un toro bravo como este quiere las cosas bien hechas y eso es lo que transmite, confesando que: “hubo por ahí un muletazo por el lado izquierdo que le adelanté un poquito y el toro me vio y yo pensé que me cogía”.
Agradecido con don Juan Pablo Corona Rivera y con toda su familia por la confianza depositada en él, el diestro hidrocálido enfiló sus pasos con rumbo a su casa donde recibirá el cariño de los suyos para después abordar el avión que lo llevará a cruzar el océano, para así volver a pisar el imponente anfiteatro de Nimes, Francia.