Ahí, la imagen de la tarde. Hasta el infinito y más allá la mirada de Juli. Hasta las peñas, las que hace veinte de los veintiuno que profesa de sacerdocio taurómaco alzaron el mito que significa Juli
11 de julio de 2019/Javier Fernández Caballero/Fotos: Emilio Méndez
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Ahí, la imagen de la tarde. Hasta el infinito y más allá la mirada de Juli. Hasta las peñas, las que hace veinte de los veintiuno que profesa de sacerdocio taurómaco alzaron el mito que ya significa para el rito sanferminero la presencia de Juli cada año. Y no falló, porque no podía. Veinte años y once Puertas Grandes después en esta plaza, Juli volvió a mostrar la maestría que sigue construyendo su historia. Porque fue una oreja, pero caló más el idilio, la actitud, la entrega y el compromiso de un torero que, 28 tardes y 34 despojos más tarde por estos lares, sigue mandando cuando los pisa.
Especialmente lo demostró en la penúltima de las series al natural de Juli al quinto, un toro al que fue metiendo en el canasto a base de técnica, poder y entrega para terminar por soplarle muletazos de mucha calidad por esa mano. En terreno más corto fue ahondando en su concepto el madrileño, llegando arriba también en unos finales de serie por abajo y con gusto. Por circulares finalizó faena Juli, que exprimió al máximo al de Victoriano en un tremebundo arrimón que puso a la plaza en pie. Hasta la bola fue la estocada, pero tardó en caer el animal y el fallo con el descabello evitó el doble premio. Oreja tras aviso.
Antes, suave fue el toreo capotero a la verónica al primero de su lote, un animal al que remató bien en ese saludo con dos medias de buen trazo. Tras el primer puyazo, por chicuelinas fue el quite de Juli, que siguió conectando con el tendido. Siguió blandeando el toro en el quite de Pablo Aguado, pero no fue devuelto. Esa evidente falta de fuerza le hizo defenderse al animal posteriormente en la poderosa muleta de Juli, que pinchó su labor antes de ser silenciado.
De Toros de Cortés era el primero del festejo, un animal que recibió dos puyazos traseros después de un airoso y torero recibo a la verónica a pies juntos de Antonio Ferrera. Por la mano izquierda especialmente se desplegó el toreo del extremeño en la primera parte de la faena, aguantando las embestidas de un animal que mantenía la movilidad y le permitió lucirse al matador. Naturales de mérito del extremeño, que mató por arriba, pero tardó en caer el animal y sonó un aviso. Ovación. Personalísimo fue el inicio de faena de Ferrera al segundo de su lote, un cuarto que tuvo humillación y que planeaba en sus vuelos por la mano zurda. Por ese lado también basó su labor el veterano, que toreó al natural con la mano derecha al toro en los siguientes compases. Mató de metisaca y pinchazo hondo, echándose el animal.
Muy desagradable fue el tercer toro, un animal que ya puso en complicaciones a los hombres de plata durante la lidia y con el que Aguado se dobló de forma torera en el inicio de su faena. Posteriormente, al natural intentó sacar jugo del astado el sevillano, destacando en compases por la izquierda de bello trazo. Estocada, descabello y ovación. También detalles dejó en el sexto, pero para entonces ya había mirado hasta el infinito y más allá Juli a las peñas que lo arroparon.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Pamplona. Séptima de la Feria del Toro. Corrida de toros. Lleno.
Toros de Victoriano del Río y uno, el primero, de Toros de Cortés.
Antonio Ferrera, ovación tras aviso y vuelta.
El Juli, silencio y oreja tras aviso.
Pablo Aguado, ovación y silencio.