El carretón de Matilla (Vistalegre)

Una terna avezada y segura rebaña con mérito entre la aspereza exigente del encierro salmantino de García Jiménez

20 de mayo de 2021/Marco A. Hierro/Fotos: Luis Sánchez Olemedo

Venían a matar un carretón. O eso pensaban los aficionados, muy dados a poner etiquetas para comprender mejor las cosas cuando se complican los conceptos. También lo pensaban los toreros, porque si le dicen a Luque que le van a salir los dos pájaros que ha enlotado hoy hubiera plantado con mucha educación al ganadero cuando lo llamó para sustituir a De Justo. Un carretón…

Pero los que consideraban carretones al ver el hierro no contaron con que hoy la divisa era negra, y que Teodoro, desde donde esté, habrá contemplado que también sabe exigir la sangre que él fue reuniendo para hacerla funcionar. Y mira que vio corridas; y mira que apuntó numeritos y cuadró lotes hasta conocer por el número a casi todos los toros que poblaban el campo bravo. Desde el cuartel general de El Zarzosillo, donde deja Castilla de ser tan Llana, sembró el taurino charro la simiente adelantándose siempre a los gustos del público –sí, he dicho público- para criar el toro que conviniese a ese toreo. Y ese no luce casi nunca muchos de los caracteres que sacaron hoy. Y no; no fueron seis carretones los de Matilla de hoy.

Pero pudieron serlo, a juzgar por el juego del primero de Perera, con dos agujas por delante y las palas al frente, como le gusta a Madrid. Ese sabía empujar cuando le amarraban el morro al suelo, pero había que conseguir antes imponer la ley de Miguel. Perera no se arruga porque le vengan atolondrados, porque le suelten la cara o porque no terminen de humillar. Perera le aplica pulso al que necesita mejor son, le baja los humos negros al que sugiere correa y le alarga los viajes al infinito al que la busca por abajo. Y este la buscó. Al menos en los inicios de muletazo, porque cosa distinta fue el final. El toraco cuarto, apto para cualquier plaza, lo obligó a sudar para someter su intención y fueron los esfuerzos destinados a una serie de mano diestra y vuelo bajo que reventó al ‘carretón’. Que era cualquier cosa menos eso el de Matilla, a pesar de que la generosidad de Perera lo hizo ver mucho mejor de lo que era y otro que no fuese el extremeño lo hubiera pasado mucho peor.

Más agradecido fue el segundo, con el que regresó el mejor Ureña. Y sin embargo se escorzó más, se retorció más y se encorvó más para que los viajes muriesen en el infinito de los que lo hizo en su primera tarde, y entonces, más académico, le hicieron menos caso que hoy, cuando a punto estuvo de cortar las dos orejas por cuajarlo al natural. Aplicando pausa, imponiendo ritmo, utilizando el temple como la medicina que da y quita vigor. Pero el segundo necesitaba clase. Y con el quinto se hubiera dado cualquiera menos coba, porque ya no estaba la tarde para él.

Para él hubiera querido Luque cualquiera de los buenos que salieron hoy, porque los dos de su lote fueron dos prendas con balcones a la calle. Pero no se culminó un nuevo triunfo esta vez porque no viajó contundente la dichosa espada. Volaron macizos los naturales con el tercero, y demostró el sevillano que no es flor de un día la seguridad que siente ante los toros, pero no hubo premio hoy que le hiciese llevar mejor la pérdida de la cena apostada por no embestir ninguno de los dos.

Lo demás fue diferido, dibujos, muros y niños mientras llegaban los hijos, que hoy demostraron claramente que aquello que inició Teodoro no siempre es el carretón de Matilla.

FICHA DEL FESTEJO

Plaza de toros Palacio de Vistalegre. Séptima de la Feria de San Isidro. Corrida de toros. Unas 2.000 personas en los tendidos.

Toros de Hermanos García Jiménez, serios y con presencia de primera. Descompuesto pero embestidor el descarado primero; exigente con fondo el agradecido segundo; de cara suelta en los finales el temperamental tercero; bravucón sin entrega el serio cuarto; deslucido y sin fondo el quinto; desentendido y rajado el defensivo sexto.

Miguel Ángel Perera (lila y oro): oreja y ovación tras aviso.

Paco Ureña (salmón y oro): oreja y ovación.

Daniel Luque -en sustitución de Emilio de Justo- (negro y oro): ovación y palmas.

INCIDENCIAS: Se desmonteraron Curro Javier, tras parear al primero, y Javier Ambel, tras banderillear al cuarto.

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