Ocho con Ocho – Adiós a Jaime Ostos

10 de enero de 2022/Luis Ramón Carazo

Ecijano, corazón de león, valiente, gran estoqueador, alrededor de 50 cornadas unas de ellas muy graves; hizo el paseíllo final a la Gloria el 9 de enero de 2022 en Manizales, en Colombia, donde se fue de vacaciones con su pareja, Mari Ángeles Grajal, unos meses después de superar el COVID y una operación en la espalda en los primeros meses del año pasado, que lo mantuvo casi 6 meses en el hospital.

Le dijo a Mari que debían de viajar de vacaciones: “porqué el año próximo ya iba a ser mayor y no sabría si fuera posible” Fue premonitorio uno de los toreros de más coraje que hayan existido en la historia y un infarto fue la causa de su deceso. Compitió con los grandes del toreo como Paco Camino, Antonio Ordoñez y Diego Puerta, con su carácter aguerrido y un gran estoqueador.

Como el mexicano Antonio Velázquez se le llamó “corazón de león” Por ser de aquellos que se arrimaban al toro contra viento y marea, de ahí el número de cornadas que sufrió en el ruedo, alguna vez en Sevilla terminó la lidia de un toro, con una cornada profunda en el muslo, la cual cubrió con un pedazo de tela.

Se va a la Gloria y deja una historia plena de pasión y polémica fuera del ruedo, participaba en algunos programas taurinos en donde opinaba sin mordaza, sobre lo que veía en el ruedo, lo cual ocasionaba escozor entre los profesionales.

En la época de los sesenta y setenta, fue uno de los toreros más importantes, a nuestro país no vino muchas veces, en La México actúo tres veces, el 19 de diciembre de 1965 confirmó la alternativa con toros de Santacilia, su padrino fue Manuel Capetillo y el testigo Manuel Espinosa -los tres ahora en la Gloria- y actuó dos veces más en la temporada 1965-1966.

Nació en Ecija y fue sorpresa para sus padres, saber su deseo de convertirse en torero y contribuyó un encuentro casual, con Manuel Rodríguez, cuando era estudiante de bachillerato y un día en una plática relato “y un día, camino del instituto, me avisaron de que Manolete estaba en el pueblo. Fui corriendo y al entrar en el hotel choqué con un hombre y casi lo tiro; era Manolete y aquello me impresionó”

Con público, debutó el 1 de junio de 1952 y con picadores en Osuna, el 5 de abril de 1953. Tomó la alternativa el 13 de octubre de 1956 en Zaragoza, con Miguel Báez Litri como padrino y Antonio Ordóñez como testigo. A partir de ahí su carrera fue meteórica, y en la temporada del 62 encabezó el escalafón de matadores, con 79 corridas, junto al sevillano Diego Puerta. Tuvo una vida larga y caracterizada por su valentía para encararla.

Al año siguiente de su alternativa, sufrió una gravísima cornada que lo puso al borde de la muerte, de la que milagrosamente salió adelante, gracias a la intervención del rejoneador Ángel Peralta. El suceso fue el 17 de julio de 1963, en la plaza de Tarazona de Aragón, donde Ostos se anunció con El Viti y Caracol, y por delante el torero a caballo Ángel Peralta. Muleta en mano, un golpe de viento lo dejó al descubierto y el toro de Hermanos Ramos Matías, lo prendió y le destrozó la ilíaca.

Ingresó sin pulso, casi sin vida, a la enfermería en un quirófano carente de los medios más elementales y fue Peralta quién, motivó a donadores, además taponeó la herida y, por más de un mes se mantuvo entre la vida y la muerte, en una clínica en Zaragoza.

Tardó año y medio en reaparecer en los ruedos, y lo hizo en la plaza de Nimes con un punto y aparte en su carrera. Volvió a triunfar en las ferias más importantes, y anunció su retirada en 1974. Aunque posteriormente se vistió de luces en distintas ocasiones, reapareció en la Feria de Abril de 1980 en La Maestranza, en cuyo albero había alcanzado algunos de sus muchos e importantes triunfos, y aquella fue su despedida de la afición sevillana, y, posteriormente, en la de San Isidro.

Su generosa forma de ser, se refleja en que a lo largo de su carrera participó en más de 300 festivales benéficos, por distintas causas taurinas y sociales. Se fue un torero que mantuvo por lo que sé, durante toda su carrera una llamativa hambre de triunfo, lo que le permitió ser considerado como una figura de época, lo cual muy pocos logran en la historia del toreo. Lo extrañaremos, era un placer saludarle y sentir la calidez de su apretón de manos.

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