Ginés Marín y Pablo Aguado, el toreo que cala en Sevilla

Ginés Marín y Pablo Aguado cierran su participación en el abono sevillano con sendas orejas en el cierre de San Miguel. Morante pecha con el peor lote de una noble y desigual corrida de Juan Pedro en la que destacaron la clase y la entrega de segundo y tercero

25 de septiembre de 2022/Pablo López Rioboo/Fotos: Emilio Méndez

Morante de la Puebla, Ginés Marín y Pablo Aguado hacían el paseíllo, este domingo, en el cierre de la Feria de San Miguel, en la que se lidiaba un encierro de Juan Pedro Domecq.

Sin opciones Morante con el primero de Juan Pedro

Ninguna opción le dio el marmolillo que hizo primero, un toro que salió suelto de los capotes y que evidenció su justeza de fuerzas. Se le midió en el caballo pese a las protestas de la parroquia para q ue devolvieran al animal. Inició toreramente la faena, siempre toreando a media altura, lo mejor vino en un trincherazo y un pase del desdén de gran sabor. Pero ahí quedó todo, el toro se acobardó y tuvo que irse a por la espada. Silencio.

Oreja al toreo templado de Ginés Marín con el interesante segundo

Gran toro fue este segundo de nombre Fantasía, un animal que pese a evidenciar justeza de fuerzas supo aprender a moverse con ella. Lanceó con suavidad Ginés a la verónica en un recibo capotero que caló rápidamente en los tendidos. Animal que todo lo quiso por abajo y al que había que dosificar. Templado fue si inicio de faena, siempre toreando a favor del toro y buscando que este sacara el buen fondo que se le atisbaba. Animal que exigía que todo se le hiciera con la máxima suavidad, de no ir enganchado se desordenaba. Siempre había que llevarlo muy toreado, algo que hizo siempre el torero oliventino. Apostó a zurdas, ahí el animal venía vencido, teniendo que desplazarlo algo hacua fuera y aguantar la miradita del Juan Pedro. Le consistió Ginés a un animal con la virtud de la fijeza y la prontitud pero que exigía firmeza de plantas y traerlo siempre embebido en la muleta. Lúcido de cabeza y siempre buscando torear al astado en la media distancia. Lo toreó con los vuelos, acarició las embestidas con las yemas de los dedos en un trasteo que gustó mucho a la afición sevillana. Cerró con unos doblones muy toreros antes de dejar una media estocada en buen sitio. Oreja de ley para un

Ginés Marín que supo aprovechar las condiciones del interesante animal de Juan Pedro

Volvió a emerger ante el tercero ese toreo de gran personalidad del torero sevillano. Ese que nos retrotrae a la Sevilla en blanco y negro. Su faena al noble animal de Juan Pedro tuvo gusto, naturalidad y sobre todo suavidad. Torerísimo fue si inicio de faena, sobresaliendo un pase de pecho de pitón a rabo. Toreó a derechas siempre con la panza de la muleta, buscando abrir algo el muletazo para después llevarse este tras la cadera. Con la mano izquierda provocó los olés más roncos y secos. Toreó con los vuelos a un astado que si bien es cierto que pecó de falta de transmisión, si tuvo humillación, clase y entrega. Acarició cada natural, pulseó la embestida en dos series a zurdas de gran verdad. Todo lo hizo sin prisas, dando el medio pecho y buscando torear siempre sin brusquedades, con esa armonía donde nace el buen toreo. Acertó en los terrenos, en jugar con las alturas para así acrecentar las ganas de embestir del enclasado toro de Juan Pedro. Faena medida, la cual remató con una serie a zurdas de gran templanza. Muy en Manolo Vázquez en esa última serie a pies juntos. Porque el toreo es cabeza y muñecas, algo que lleva a rajatabla el sevillano. El trincherazo con el que cerró la serie fue seda pura. Mató de una buena estocada y cortó la oreja.

Morante abrevia con un cuarto, al que le sopla un gran inicio de faena

Sin mucho celo salió el castaño que hizo cuarto, un animal que salió suelto y que Morante tuvo que recoger en el centro del ruedo. Ahí buscó torearlo a la verónica, pero el animal embestía a oleadas y sin emplearse, de ahí que los lances fueran con las manos altas. Llevó al astado al caballo con una mano, desempolvando suertes antiguas. Apretó en banderillas y llegó a la muleta del sevillano aún sin definir del todo. Torerísimo fue su inicio toreando con la panza de la muleta y la rodilla genuflexa. Embarcó al animal en la pañosa, la plaza crujió. Aprovechó las inercias y las querencias del toro para dejar una serie a derechas que caló en los tendidos. Todo lo hizo a favor de un Juan Pedro que no fue agradecido ante la apuesta de Morante. Pero ahí se acabó todo, el astado bajó la persiana y se fue a por la espada. Mató de un bajonazo infame que hizo guardia. La gente se mosqueó y le abroncó por ello. Silencio fue el resultado de su labor.

Ginés Marín no pasa de correcto ante el manejable quinto

No pasó de unas tibias palmitas Ginés Marín con el quinto de la tarde. Una faena templada y correcta pero sin esa fibra que conecta rápidamente con los tendidos. Anduvo técnicamente perfecto, bien colocado y buscando imprimirle temple a sus muletazos, pero se olvidó que el toreo es más que dar pases. Se le vio frío, sin apostar de verdad por la nobleza de un animal que se fue apagando poco a poco. Acertó en los terrenos, así como en dejarle la muleta siempre puesta al final del muletazo. Toro y torero no acabaron de entenderse en un trasteo irregular. Ginés buscó torearlo a media alturita, optando por el toreo más en línea que semicircular. Pasó por Sevilla con un balance de dos orejas en dos tardes, algo a tener en muy en cuenta de cara a su futura contratación en 2023.

Silenciada la porfía de Aguado con el áspero cierraplaza

No le volvió la cara Aguado al geniudo sexto, un animal de Juan Pedro que nunca quiso irse tras los vuelos. No se empleó en el jaco, apretando en banderillas y llegando a la muleta sin dar esperanzas de triunfo. Aguado buscó ese fondo que tiene esta ganadería, sin hallarlo por la nula condición del astado. Ub toro que siempre embistió muy por dentro y con la cara a media altura. Tampoco dio más opciones a zurdas, por ahí sus embestidas era aún más defensivas. Muy dispuesto anduvo Aguado con un toro nada fácil y que se lo guardó todo dentro. Su labor fue silenciada tras pasaportar a tan áspero animal.

FICHA DEL FESTEJO

Plaza de toros de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Tercera de la Feria de San Miguel. Corrida de toros. Casi lleno.

Toros de Juan Pedro Domecq. Muy justo de fuerzas el afligido y acobardado primero; on nobleza y prontitud el enclasado tercero; con nobleza y prontitud el enclasado tercero; con movilidad díscola, genio y falta de entrega el desrazado cuarto; con nobleza y cierto temple el sosito y manejable quinto; con genio y aspereza el complicado sexto.

Morante de la Puebla, silencio y silencio.

Ginés Marín, oreja y silencio.

Pablo Aguado, oreja y silencio.

INCIDENCIAS: La Maestranza sacó a saludar a Morante tras el paseíllo tras la gran faena del pasado viernes en este coso

 

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