Sevilla – La nueva ‘muleta de Castilla’ vuelve a conquistar Hispalis

José María Manzanares y Pablo Aguado no tuvieron suerte con su lote, mientras que tres orejas paseó Tomás Rufo, aprovechando especialmente un gran tercero de Jandilla.

27 de abril de 2023/Pablo López Rioboo/Foto: Arjona/Pagés

Tomás Rufo, la nueva ‘muleta de Castilla’ -como profesaba el toreo de su gran maestro, Don Pablo Lozano- ha vuelto a conquistar Hispalis. Y lo ha hecho abriendo la segunda Puerta del Príncipe de su carrera en una tarde marcada por su toreo puro, por su concepto de esencia castellana, por su aplomo y su gobierno ante dos animales nada fáciles; su primero, por bravo y enclasado, que te podía descubrir si no estabas firme, y su segundo por muy venido a menos -pero también con su toque bravucón cuando protestaba-. A su altura ha estado Tomás, que ha dado un golpe sobre la mesa más en su temporada -y carrera- al alza. Y Madrid por delante… José María Manzanares anduvo irregular con un lote de distinta condición, mientras que Pablo Aguado buscó el triunfo por la vía del temple, consiguiendo pasajes estimables en el quinto del festejo.

Manzanares saluda una ovación ante el exigente primero

Abrió la tarde un toro de Jandilla de bonitas hechuras, un animal que siempre galopó en unos primeros tercios donde Manzanares y su cuadrilla intentaron pulir los defectos que tenía el Jandilla. Toreó bien a la verónica en un saludo capotero cerrado con una bonita media. Ya en el tercio de banderillas destacó un Abraham Neiro que se lució con los palitroques. El de Jandilla, aun con el defecto de soltar algo la cara, fue un animal con emotividad y transmisión en sus embestidas, un toro, un punto tardito pero franco. Manzanares se sintió más cómodo con la derecha, ahí dejó pases limpios y de buena factura. Por el lado izquierdo tendía quedarse cortito. Pese a ello dibujó un excelso natural tomándola el toro por abajo, pero la alegría duró poco. Volvió a la derecha para segur, dejando muletazos largos ante un toro que protestaba si no iba sometido. Un trasteo donde José Mari no acabó de tomarle el pulso a un animal con aristas Una de las virtudes fue el dejarle la pañosa siempre en la cara y no dejar que pensara. Un toro exigente que requirió de la versión más enrazada de un espada que en esta ocasión si anduvo más fresco de mente. El fallo del puntillero emborronó una labor entonada del alicantino.

Silenciado Aguado con el desfondado sobrero de Jandilla

Tras dejar un templado y torero saludo capotero con la rodilla genuflexa, fue devuelto por la presidencia el primero del lote del sevillano, un animal noble pero justito de fuerzas. En su lugar salió un sobrero del mismo hierro que se fue apagando como una vela, dejando a Aguado compuesto y sin toro. Buscó torearlo en línea recta y sin apretarlo, pero ni por esas. El tedio ya reinaba en unos tendidos desencantados por el juego del animal. Tras pasaportar al animal, Aguado sería silenciado.

Rufo pasea el doble trofeo del gran Insensato que hizo tercero

Le cortó las dos orejas Tomás Rufo a Insensato, toro de reata ilustre y de un gran fondo de casta, el cual aguantó estoico su propia muerte en el centro del anillo. Acertó Rufo en ganarle un paso en el saludo capotero, verónicas de fino trazo rematada con una buena media. Caldeó Rufo la tarde con un inicio rodilla en tierra llevando al toro embebido en la muleta. El de Jandilla embistió con gran profundidad, colocando la cara y haciendo el avión. Tomás sabía que no le podía dudar, que si no iba enganchado arrollaba. Un astado que se creció ante el sometimiento. Por el izquierdo lo pulseó el de Pepino ante un toro que cogió ritmo. Por ese pitón, pese a humillar más, su embestida era más seca, es decir, en línea recta. Por todo ello, Rufo abrió su embestida para que Insensato no le arrollara con su ímpetu. Anduvo centrado, sabiendo qué hacer ante un toro tan exigente. Acertó en ir poco a poco sometiendo una embestida que podía llegar a desbordarlo. La nueva ‘muleta de Castilla’ anduvo centrado ante un astado importante, templado y mandón. Tuvo la virtud de leventar del tedio que en ese momento se vivía en la plaza tras lo sucedido en la tarde de ayer. Tras la estocada, la plaza pidió las orejas en otra faena premiada con el doble trofeo.

Silenciado Manzanares con el enclasado pero medido de fuerzas cuarto

Tuvo tanta clase y calidad como falta de fuerzas el cuarto de la tarde, un animal al que cuidó en el caballo con visos a que llegara con mayores opciones a la muleta. Manzanares lo llevó siempre a media altura en un trasteo donde su empaque se impuso a la sosería de un toro cogido con alfileres. Tuvo ritmo y clase el castaño Repipi, pero el motor de la fuerza gripado. Manzanares basó su labor en la suavidad ante un toro que siempre quiso más que pudo. Acompañó la embestida para no quebrantarlo, dibujando pases con su sello característico. Pero el toro no podía con el rabo, de ahí que se fuera a por la espada. El fallo con los aceros volvió a dejar todo en silencio.

Silenciado Aguado con un quinto de grandes virtudes que acabó -como la faena- diluyéndose

Apuntó mucho el quinto de la tarde, un animal que desde salida lo quiso hacer todo por abajo. Lo templó de salida el sevillano en lances muy suaves, siempre embarcando la embestida e intentando llevárselo tras la cadera. La media de cierre fue una pintura. Un astado que llegó a la muleta con ganas de pelea, algo que aprovechó Aguado para dejar un torerísimo inicio de faena en los que entremezcló ayudados por alto con naturales después de un gran cambio de mano. El pase de pecho tuvo sabor. Un animal este que siempre acudió humillado a la muleta del sevillano. El de Jandilla se reducía cuando lo llevabas enganchado, de lo contrario tendía a salir con la cara a su aire. Por el izquierdo se abrió una barbaridad cogiendo un ritmo sostenido que acertó a acariciar el torero sevillano. Pero la faena no acabó de romper, Aguado ya había saboreado las mejores arrancadas de un toro que apuntó mucho, pero que acabó apagándose. Faena de altibajos de un torero que tendrá el próximo domingo su segundo compromiso del abono, esta vez con los astados de La Quinta.

Tomás Rufo corta una oreja más del sexto y se gana la Puerta del Príncipe

Y Rufo volvió a descerrajar la Puerta del Príncipe. Fue ante un toro de gran clase de Jandilla, un animal que sacó profundidad en las telas de un espada que acertó en terrenos y alturas. Rufo sabía que si lo llevaba metido en los trastos podía romper. Un astado que se movió de forma irregular en la primera tanda, pero qué gracias al mando del de Pepino agarró ese ritmo que se le había visto en los capotes. Levítico, pese a no estar sobrado de fortaleza, siempre quiso romperse por abajo, más por el izquierdo, el pitón donde estaba el premio de la salida a hombros. Lo pulseó, lo llevó cosido a la muleta para que el animal se entregara por abajo. Se fue a los vuelos en dos series macizas al natural, esas que fueron la base de su faena. Anduvo inteligente ante un toro que si le apretabas claudicaba, pero de no hacerlo embestía a su aire. Con el toro a menos acortó distancias en un arrimón que no fue bien visto por parte de la parroquia sevillana. El pase de pecho con el que cerró su trasteo fue de enjundia. Tras la estocada le fue conceda una justa oreja por todo lo realizado con el interesante sexto.

FCHA DEL FESTEJO

Plaza de toros de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Undécima de abono. Corrida de toros. Más de tres cuartos de entrada.

Toros de Jandilla.

José María Manzanares, ovación y silencio.

Pablo Aguado, silencio y silencio.

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