Tarde sin materia prima en Las Ventas de Madrid

30 de mayo de 2023/Patricia Prudencio Muñoz/Foto: Luis Sánchez Olmedo

Las Ventas acogió la tercera novillada de la Feria de San Isidro, en ella los espadas Víctor Hernández, Álvaro Burdiel y Lalo de María se midieron a los astados de la ganadería de Fuente Ymbro. El encierro dejó nulas opciones, con una durabilidad escasa, dejando pinceladas por abajo cuando se les sometió, principalmente por el pitón derecho. Aunque sin exagerar, no hubo materia prima en la tarde. El toro más destacado de la tarde, dentro de lo que duró, fue el cuarto y el segundo del lote de Víctor Hernández. El espada alcarreño se inventó las faenas, sacando más de lo que había, sobre todo con el abreplaza, un novillo vacío, sin contenido. Álvaro Burdiel dejó nociones de clase y del toreo de corte clásico, dejando instantes sin espada, sobre todo bajándole la mano. El francés Lalo de María, que se presentaba en Madrid, no encontró el acople con los de su lote, sin llegar a los tendidos del coso venteño. 

La tarde arrancó con el tradicional paseíllo, que culminó con un minuto de silencio en memoria de José Fuentes, el matador de toros de Linares fallecido este pasado lunes 29 de mayo. Arrancaba la tarde «Patrullero», un novillo al que saludó Víctor Hernández y con el que se basó en la brega. El animal se le metía por el pitón izquierdo, por lo que trató de abrirlo y llevarlo ganándole terreno. Después de un accidentado tercio de varas, se alcanzaba el de banderillas, con lucimiento en los palos, de la mano de los de plata. La lluvia seguía cayendo en Madrid, por lo que así comenzaría Víctor la faena de muleta. Lo recibió en la franela por estatuarios en la raya del tercio, manteniéndose anclado en la arena con un toro que no repetía. Tuvo que acortar las distancias para culminar el inicio. Siguió por el pitón derecho, echándoselo a la espalda, pero con una continuidad breve. Cambió los terrenos y siguió insistiendo con la misma mano, echándole los vuelos al morrillo, con suavidad, para enganchar la embestida. El de Fuente Ymbro se quedaba corto, punteaba la tela y no humillaba. Algo más lo abrió al natural, volviendo a echarle los vuelos delanteros, tratando de ligar, dejándoselos puestos en la cara. Retomó la mano derecha, con una embestida algo más clara, pero escasa, sin vaciarse ni entregarse en la tela.  Se metió en sus terrenos, tratando de exprimir lo poco que le ofrecía. Cambió la ayuda por la espada y culminó con una bernadinas muy ceñidas y una estocada ligeramente caída, con la que el animal se resistía a doblar.

Salió el segundo de la tarde y Álvaro Burdiel se estiró con clase y torería, encelándolo en el percal con despaciosidad, al tiempo que lo fue sacando del tercio. Se alcanzó la faena de muleta, pero antes de recibirlo en la tela, brindó su faena. En aquellos primeros compases amortiguó las embestidas, siguiéndole la intensidad con la que se había arrancado en la larga distancia. Sin embargo, paró, restructuró y sobre el pitón derecho dejaría los primeros muletazos. Le adelantó el pico, tirando de la embestida, llevándolo toreado de principio a fin. Trató de citarlo en la media distancia para después aprovechar la inercia y ligarlo, pero paraba y recomponía. Logró enganchar las embestidas bajándole la mano y dejándosela puesta en el morrillo, arqueándose con el animal. Siguió sobre aquel pitón derecho, por abajo, encontrando el sabor y transmisión con el novillo. Cambió la muleta de mano y empezó a llevarlo al natural, abriendo el compás y dándole salida, muy despacio, uno a uno y sin precipitarse, tratando de pasárselo alrededor de su cintura. Retomó la mano derecha, pero el novillo ya había dado todo lo que tenía que dar, reservón y con medias arrancadas que indicaban que no tenía nada. Falló con los aceros. 

Lalo de María, que se presentaba en Madrid, saludó al primero de su lote con una brega llevada en la que trató de estirarse sin éxito. En la faena de muleta, el novillero lo tanteó por abajo, genuflexo, bajándole la mano en los terrenos del siete, pasándolo por ambos pitones. Terminó aquellos compases tirando del animal para sacarlo hasta los medios, donde le adelantó la mano y lo ligó de tres en tres muletazos sobre el pitón derecho. Poco a poco, fue encontrando el acople, a base de despaciosidad, pero sin transmisión ni estar en el sitio. El espada trataba de adornarse, llenando de contenido una faena que carecía del mismo. Siguió sobre la mano derecha, pero en cuanto se excedió de alturas, el animal perdió las manos. En el toreo al natural, pero el animal ya no completaba ni un pase, había perdido todo su recorrido, no se entregaba en la tela. No tuvo acierto con la espada.

«Ibicenco» y Víctor Hernández marcaron el ecuador del festejo con un saludo capotero bregado en el que el novillero no pudo lucirse, dejando una sola verónica. Sería el tercio de banderillas uno de los más ovacionados de la tarde. Víctor Hernández salió a los medios para brindar la faena al respetable, después dejaría la montera en la raya del tercio y volvería a los ruedos para citarlo desde allí. Lo recibió en la tela con dos pases cambiados por la espalda, sin probaturas, para después continuar ligando pases sin moverse. El animal se movía, pero había que mimarlo  y tratarlo con suavidad. Le bajó la mano paulatinamente, empezando arriba y terminando abajo, encontrando acople y expresión con el novillo. Lo llevó en largo y aprovechó la repetición del animal en la tela. Sin embargo, no se excedió en el número de pases, por lo que diseñó tandas cortas y entre ellas espacio y tiempo para recomponer. A pesar de no tener una embestida del todo definida y soltar continuos cabeceos, el animal seguía con movilidad los engaños. En el toreo al natural, el novillo no pasaba igual, era áspero. Retomó el pitón derecho, encajándose con el animal, que se lo envolvió con clase y cadencia en su cintura, en un trazo que parecía no tener final. Sin embargo, ya había dado todo lo que tenía y lo único que le quedaba al de Fuente Ymbro eran las reservas de entrar en la tela y las medias arrancadas vencidas. Cerró por manoletinas y una estocada de poco acierto.

Salió «Girtador» un toro con movimiento que permitió la expresión en los lances de recibo de Álvaro Burdiel, que se lo llevó más allá del tercio hasta rematarlo por una media. En el último tercio, el novillero salió a los  medios para brindar al público, después regresaría al tercio para pasarlo de rodillas por ayudados. No tardaría en levantarse y continuar con el trasteo por ambos pitones. Eligió la mano izquierda, con embestidas poco definidas y todavía sin depurar. Rápidamente cambió al pitón derecho, con un cite largo para después acortar las distancias y empezar a templarlo. Volvió a alternar pitones, recuperando el toreo al natural, de uno en uno, con un novillo que pasaba la cara a la altura del estaquillador. Continuó con el pitón derecho, echándole los vuelos al morrillo, teniendo que cruzarse y tocarlo con firmeza para que el animal entrara en la tela. Logró la ligazón en alguna que otra tanda suelta por el derecho, pero cada vez más parado. La espada no tuvo un efecto tan rápido como el que se esperaba.

Lalo de María y «Tamboril» cerraban la tarde con un saludo bregado en el que el espada no encontró acople con el animal para lucirse en los lances de recibo.  Los tercios de varas y banderillas se acabaros alargando en exceso, aunque hubo que destacar a Lipi con los palos, que recibió una sonora ovación, desmonterándose. Lalo de María inició el último tercio de rodillas, citando al animal en la media distancia, pasándolo por ambos pitones, dándole toda la ventaja al animal. Tras aquel aplaudido inicio, tiró del animal y lo sacó a los medios para empezar a llevarlo por el pitón derecho. Tocó y tiró con suavidad de una embestida templada y uniforme. Algo más le costó pasar al natural, pero sin terminar de cruzarse, por lo que recuperó el pitón derecho, aguantándolo, poniéndosela y tirando. El espada tuvo que arrancarle los pases, apurando las distancias, poniéndole la tela en la cara, pero el animal ya no estaba en la faena, se mostraba totalmente ajeno a las demandas del novillero. Logró robarle alguna que otra embestida por el pitón derecho, venciéndose, por cierto. Cambió la ayuda por la espada y se perfiló para dejar una estocada sin demasiado acierto.

Ficha. Las Ventas de Madrid. Novillos de Fuente Ymbro para Víctor Hernández, ovación y palmas; Álvaro Burdiel, silencio tras aviso y ovación; Lalo de María, silencio tras aviso y silencio tras aviso.

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