13 de agosto de 2023/Patricia Prudencio Muñoz
La plaza de toros de Las Ventas acogía este domingo una novillada en la que se acartelaban los espadas Eduardo Neyra, Diego García y Jesús Moreno, que se midieron a los de Antonio López Gibaja. Los astados dejaron complicaciones, con muchas teclas que tocar y sin opciones de triunfo para el lucimiento, aunque destacó el quinto, que fue ovacionado en el arrastre. Eduardo Neyra dejó faenas de valor y entrega que no terminaron de calar entre cierto sector del público, a pesar de su insistencia y entrega, con la que no dejó ninguna duda. En su segunda faena dejó una muy buena estocada que se quedó sin premio. Diego García fiel a su concepto no se dejó nada en el tintero, con expresión y muy buenas maneras frente al quinto, con el que de no haber fallado con la espada, hubiera sido de premio. Cerraba el cartel Jesús Moreno al que no acompañaron los de su lote, con faenas de insistencia pero sin contenido para exprimir.
Abría la tarde un novillo de López Gibaja de nombre «Veintañero» al que saludó el mexicano Eduardo Neyra. El animal arremetía en el capote, metiéndose por dentro y sin oportunidad de lucimiento, así que lo bregó hasta sacarlo y poderlo rematar ya fuera del tercio. Se cumplió en varas y banderillas, alcanzado el último tercio, con un inicio genuflexo en el que trató de llevarlo por abajo. Al animal le costaba, hubo que acortar la distancias y darle tiempo, buscando el sitio, aguantándolo para pasarlo. Siguió por el pitón derecho, muy despacio, cruzándose y echándole los vuelos al morrillo con suavidad. Cambió al natural, dejándosela puesta y aguantando en el sitio para que pasara. El de López Gibaja embestía con la cara alta, algo incierto en sus salidas. No logró limpiar los muletazos, descomponiéndose en cuanto tocaba la tela. El mexicano tragó y no dejó de buscarlo, ejecutando su faena en los medios. Apuró las distancias y siguió pasándolo con mucho empeño y entrega, pero sin alcanzar a convencer a determinado público. Cerró la faena y lo colocó en la suerte suprema y falló con la espada.
Salió el segundo de la tarde y Diego García se encargó de recibirlo en la seda. El espada lo bregó ganándole terreno hasta sacarlo de tablas y llevarlo más allá del tercio. Diego inició la faena por abajo, genuflexo, pasándolo por ambos pitones, llevándolo muy metido, sin prisa pero sin pausa. Terminó el tanteo y eligió la mano derecha para continuar, tocándolo y llevándolo, ligando los pases con ritmo, acoplándose con el animal. El de López Gibaja no era fácil, soltaba la cara, pasando ante el dominio de Diego, que no lo hizo parar. Le dio tiempo y sitio para después volver a configurar la tanda, sin embargo, el viento molestaba bastante. Salía con la cara alta, apurando al cuerpo los pitones. Tiró del animal y lo volvió a sacar del tercio, en paralelo a tablas, buscándolo abajo, pero sin abandonar el sitio. Le robó unas cuantas embestidas con las que las condujo alrededor de su cintura, encajándose con el. También lo mostró por el pitón izquierdo, un pitón que guardaba un peligro sordo y que no tardó en cambiarlo por el derecho. Dejó una nueva tanda con la mano derecha, con la que cerró y buscó la espada. Tras varios intentos logró meterle la mano y pasaportarlo.
Jesús Moreno se fue directo a la puerta de chiqueros para saludar a portagayola al primero de su lote. El astado salió suelto corriendo toda la plaza, sin terminar de encelarse en el capote de Moreno. Así que se fue bajo los tendidos del siete, recogiendo la embestida marcándolo en la brega, estirándose, pero sin dejar de buscarlo abajo. Tras un buen tercio de banderillas, sonó el cambio de tercio y el espada fue a pedir permiso a la presidencia. Después, en los medios lo citó en la larga distancia, pasándolo sin probaturas, tocándolo con firmeza para encontrar la ligazón en un inicio en el que el animal se paró. Tuvo que echarle la muleta al morrillo y llevarlo hasta el final, jugando con su cintura para que esté pasara y siguiera el trazo. Acortó las distancias, siempre en paralelo, tocándolo con fuerza sobre el pitón derecho para después encajarse y deslizar. Aunque la faena se desarrolló pase a pase, el espada mostró definición y confianza ante un novillo al que había que arrancarle las embestidas. Resultó intermitente, evitando que se parase. Al natural, muy despacio, cruzándose, se la echó al hocico, tocándolo en todo momento para que siguiera el engaño, pero el animal no daba para mucho más. Mató con acierto.
Marcaba el ecuador del festejo «Duquesito», al que saludó Eduardo Neyra en una mera brega, sin opciones de lucimiento, el animal no se encontraba en plenas condiciones, por lo que en los primeros tercios se desarrollaron entre protestas. Finalmente, el presidente otorgó el cambio. Salió el primero sobrero, de la ganadería de El Cotillo, un astado que le permitió la expresión al mexicano, mostrando variedad con el percal. Inició la faena de muleta de rodillas, esperándolo en los medios, sin probaturas, dejando un pase cambiado por la espalda al que siguió una fea voltereta, sin aparentes consecuencias. Continuó el tanteo, ya levantado para culminar aquel inicio de faena. Siguió sobre el pitón derecho, llevándolo muy en línea. Cambió al natural, pero no pasaba, llevándolo la cara alta, descomponiéndose y buscándolo, venciéndose por dentro. No tardó en recuperar el pitón derecho, más armónico si mantenía el trazo rectilíneo. No alargó la faena, por lo que cambió la ayuda por la espada, dejó un cierre por manoletinas y un espadazo con el que el animal dobló.
Diego García saludó al segundo de su lote, en una brega llevada con la que le fue ganando terreno, mostrando la embestida. En el último tercio lo buscó abajo, probándolo genuflexo, aprovechando la inercia que le hacía repetir al astado. Continuó al natural, también por abajo, encajándose de riñones, encontrando ligazón en los pases. Lo desarmó, pero volvió sobre el mismo pitón, en una exigencia continua del espada sobre el de López Gibaja. Cambió al pitón derecho, echándole la franela al morrillo, con un toque suave pero firme con el que tiró del animal para adentrarlo en el trazo, tirando hacia adelante. Hubo parones, necesarios, para reestructurar y encontrar en el sitio, algo que el madrileño nunca perdió. Volvió al natural, dando mayor amplitud a las embestidas, para después recogerlas con los vuelos. De uno a uno, con determinación y pureza. Siguió alternando pitones, llevándolo en largo, encontrando la continuidad de hasta tres muletazos con la mano derecha, dejándosela puesta, embistiendo con el. Asentado con el animal, alargando y llevándolo hasta la cadera, envolviéndolo a su alrededor. Falló con la espada.
Jesús Moreno se dirigió de nuevo a la puesta de chiqueros para recibirlo a portagayola, dejando una larga cambiada que después dio continuidad con una brega en la que le ganó terreno. El animal se arrancó con viveza en el tercio de varas y buscó pelea. En banderillas destacó Adalid, dejando unos buenos pares que bien merecieron la ovación del respetable. Alcanzada la faena de muleta, Moreno lo tanteó por abajo, pasándolo por ambos pitones, tirando para poder sacarlo más allá del tercio y cambiarle los terrenos. Eligió la mano derecho para llevarlo, pero lo desarmó y se perdió la ligazón. Se recompuso, pero no pudo exigirle por abajo, ya que perdía las manos con facilidad, así que lo toreó a media altura, cruzándose para que atendiera al cite, pero perdiendo poco a poco la chispa. Era un novillo parado al que había que mantenerlo metido. Pero no había contenido que mostrar, a pesar de la insistencia en las demandas del novillero. Cerró con unas manoletinas muy ceñidas y una estocada en la que se tiró con todo.
Ficha: Las Ventas de Madrid. Entada: Poco menos de un cuarto en tarde calurosa. Novillos de López Gibaja. Bien presentados, variados de juego destacando el quinto con calidad y un novillo de El Cotillo (1er sobrero) de buen juego. Eduadro Neyra, silencio tras dos avisos y silencio tras aviso; Diego García, palmas tras aviso y silencio tras aviso; Jesús Moreno, ovación tras aviso y vuelta al ruedo tras aviso.