11 de octubre de 2023/Patricia Prudencio Muñoz / Foto Emilio Méndez
Las Ventas acogía la final del Certamen «Camino hacia Las Ventas», una final en la que se acartelaban los novilleros Álvaro Serrano, Mariscal Ruiz y Sergio Rollón para medirse a los de Lorenzo Rodríguez Espioja. Los erales tuvieron ritmo, pero también teclas, teniendo que templar y llevarlos muy en el sitio, tocándolos con firmeza más que con suavidad. En la tarde, destacaron el tercero y el sexto, sobre todo este último, ambos aplaudidos en el arrastre. La final la determinó Álvaro Serrano, herido por el primero e la tarde, dejando el festejo en un mano a mano entre Mariscal y Rollón, un festejo del que se proclamó triunfador Mariscal Ruiz. El novillero fue el único en pasear una oreja, un triunfo que cortó a base de entrega. Pudo rozar la Puerta Grande, pero la espada y el exceso de tiempo en las faenas jugaron en contra. Rollón tuvo clase, toreando muy asentado, pero sin acierto con la espada, ni acople con el sexto, un eral de Lorenzo Rodríguez Espioja, con el que tuvo mejor saludo capotero e inicio de muleta.
Al primero de la tarde lo saludó Álvaro junto a las tablas, luciéndose y estirándose. Sería en el quite, precisamente en la réplica cuando se lo llevara por delante, prendiéndolo feamente. Tuvo que ser trasladado a la enfermería. El novillo pedía estar muy en el sitio. Lo banderilleó Mariscal que tuvo que continuar con la lidia, lo sacó al paso tanteándolo por ambos pitones hasta los medios, poco a poco, a un novillo suelto. Siguió por el derecho e incluso se le llegaba a vencer. Fue al natural donde encontró el sabor bajándole la mano y encajándose con el. Abriendo algo más la embestida y vistiendo el muletazo. Una vez templado recuperó la mano derecha, con una serie larga y profunda, llevándolo hasta el final, con ritmo y ligazón. Cerró la faena, se puso en suertes y lo pasaportó con una estocada certera.
Rollón saludó al segundo de la tarde, lanceándolo con suavidad, ganándole terreno. El quite de Mariscal desprendió delicadeza, siendo ovacionado por los tendidos. Hubo réplica, también lucida por cierto, pero con un cierre arriesgado en el que a punto estuvo de llevárselo por delante. Lo tanteo hasta sacarlo, decidiéndose por el pitón derecho para seguir el último tercio, encontrando armonía y algo de despaciosidad en la embestida. El eral respondía con prontitud al cite. Sin embargo, Rollón decidió cambiar el pitón e inició el toreo al natural, abriéndolo en exceso, algo más descompuesto y armónico con un novillo que le buscaba, un animal que se le acababa quedando encima. Cerró la faena y lo colocó en suertes y hundió el acero dejando algo más de media estocada con la que dobló.
Mariscal saludó al tercero junto a las tablas, tratando de estirarse con un animal que le soltaba la cara arriba, que le deslució. Comenzó su faena por estatuarios. Siguió por el pitón derecho templando, dándole sitio y tiempo, retomando logró otra tanda ralentizando y puliendo las embestidas. Por el izquierdo le costó encontrar el sitio, pero después de pasarlo un par de veces empezó a cruzarse y a meterse más en los terrenos. Tenía que tocarlo con firmeza y brusquedad para fijar la embestida y que no lo sorprendiera. En los últimos compases le costó pasar y atender. Culminó por bernadinas y una gran estocada.
Rollón y «Relojero» marcaron el ecuador del festejo con un saludo capotero lento y pausado. Destacó Mariscal en el quite por gaoneras. Inició su faena de rodillas con un pase cambiado por la espalda. Siguió, desarrollando una faena de menos a más en la que rápidamente lo mostró al natural, utilizando la amplitud de la franela. Toreó con gusto y clase, asentándose con el animal, templado. El último tercio fue de menos a más, sobre todo cuando retomó el pitón derecho, con un trazo largo en el que se lo llevó hasta el final, mostrándole la salida. Falló con los aceros.
Mariscal Ruiz se fue directo a la puerta de chiqueros para saludar al quinto de la tarde, para después tratar de estirarse con un animal suelto al que pudo meter en la seda. Inicio su faena de rodillas, pasándolo por ambos pitones. Se levantó y siguió, ya dispuesto con la franela siguió pasándolo por el pitón derecho, uno a uno, tratando de ordenar las embestidas. Tubo que fijarlo con firmeza, llevándolo metido en la franela, pero también con mucho aire. Cambió de mano e inició el toreo al natural, uno a uno, sin la chispa que tuvieron los anteriores, sujetándolo, pero cada vez más apagado. Por el pitón derecho, con el paso atrás se lo envolvió a la cintura, se envolvió un toro que seguía pasando a pesar de no trasmitir. Mariscal le puso la chispa que le faltaba poniéndose de rodillas para despertar a los tendidos. Sin embargo, alargó la faena y antes de entrar a matar le sonó el aviso, deslució su entrega con la espada.
Cerraba la tarde Rollón con un saludo capotero lucido y bien llevado, con gusto. La faena de Rollón se inició de rodillas, captando rápidamente la atención del público venteño. Continuó sobre el pitón derecho, dejando pases de calidad y profundidad. Cambió al izquierdo, mostrándolo al natural, pero aquel no era el pitón del animal. Sin embargo, cuando trató de recuperar la mano derecha la faena se había venido a menos, había perdido el acople y la armonía con un toro al que había que tocar y llevar. La espada fue la que terminó por deslucir el último tercio, alcanzando a escuchar los dos avisos.
Las Ventas. Novillos de Lorenzo Rodríguez Espioja. Los erales tuvieron ritmo, pero también teclas, teniendo que templar y llevarlos muy en el sitio, tocándolos con firmeza más que con suavidad. En la tarde, destacaron el tercero y el sexto, sobre todo este último, ambos aplaudidos en el arrastre. Álvaro Serrano, herido; Mariscal Ruiz, saludos tras aviso, oreja y silencio tras aviso; Sergio Rollón, silencio, saludos y palmas tras dos avisos.