De la clase a la raza en el cierre de la temporada en Las Ventas de Madrid (Fotos y Video)

12 de octubre de 2023/Patricia Prudencio Muñoz / Fotos: Emilio Méndez

Las Ventas cerraba su temporada taurina con la corrida de la Hispanidad, una corrida en la que se acartelaban Manuel Jesús «El Cid», Alejandro Talavante e Isaac Fonseca, que se midieron a los toros de Garcigrande (1º y 2º), Victoriano del Río (4º, 5º y 6º) y Toros de Cortés (3º). Entre ellos, destacaron el tercero, un toro con fijeza y motor y que tuvo muy buen inicio de faena. También recibieron palmas en el arrastre el cuarto y el quinto, ambos de Vitoriano del Río. No hubo grandes matices en el ámbito ganadero, toros que pasaron y de escasa durabilidad, a los que hubo que saber buscar las teclas. Toros sin emoción y que no permitieron que las faenas tomaran vuelo. El Cid se encontró con un gran cuarto, pero poco a poco el último tercio se fue apagando. Talavante encontró las opciones con el quinto, pero alargó en exceso y se complicó la suerte suprema. Isaac Fonseca salió mordiendo, no perdonó ni un solo quite, se lució con el capote. Con el tercero la faena se vino a menos y la espada terminó por empañarla. En el sexto arriesgó, a gritos de «torero» se lo siguió pasando, con raza y pundonor, de rodillas, arriesgando en cada pase con un toro que se plantea incierto.

Abría la tarde un toro de Garcigrande en las manos de El Cid, que tuvo que enseñarlo a embestir. Un toro suelto, desentendido y escaso que no se movía como debiera. A pesar de que los tendidos perdían la devolución del toro, el presidente no lo otorgó, por lo que se alcanzó la faena de muleta. El Cid la inició por abajo, con un trasteo en el que le fue ganando terreno hasta sacarlo a los medios, ahormando las embestidas. En aquellos terrenos se decidió por el pitón derecho, envolviéndolo a su cadera al compás de los «olé». El primer cite fue para tocar, abrir y ligar, para después ceñírselo. Cambió al izquierdo, bajándole la mano paulatinamente, muy despacio, aprovechando la amplitud de los vuelos para llevarlo. Le adelantó la mano, poniéndole los vuelos en el hocico y dejándoselos puestos. Acabó dándole forma a una faena estructurada y pulcra, en la que la despaciosidad y la clase marcaron la diferencia. Se tiró y lo mató con una gran estocada.

Talavante saludó al primero de su lote, un toro de Garcigrande suelto al que costó fijar en el capote, pero que aprovechó su paso por la seda para lucirse desde los medios, terrenos en los que los pudo sujetar. Se lució y gustó Isaac Fonseca en el quite, un quite desarrollado por chicuelinas. Talavante se fue, como de costumbre, a los terrenos del siete para iniciar la faena atalonado en la arena dejando algún que otro pase cambiado. Continuó sobre el pitón derecho, aprovechando la escasa movilidad de un toro al que no se le podía pedir en exceso por abajo. Cambió al toreo al natural, pero sin emoción, dejando los pases a medias, sin completarlos. Recuperó el pitón derecho, sin alcanzar a salir del tercio, metiéndose en tablas, sin poder pasarlo. Cambió la ayuda por la espada y le metió la mano con aseo y acierto.

Fonseca frenó al primero de su lote con una larga de rodillas, después trató de estirarse con el, pero el animal nada más le permitió un saludo breve y bien rematado. Se echó el capote a la espalda para ejecutar el quite por saltilleras. En banderillas, Juan Carlos Rey saludó una sonora ovación. Fue a por todas y puso a la plaza en pie con su inicio de faena, sin probaturas, desde los medios y de rodillas, citándolo desde las tablas y pasándoselo por la espalda. Le dio sitio y siguió jugando con la larga distancia, aprovechando la inercia del de Toros de Cortés, al que exprimió cada embestida. El mexicano lo corrió y movió para buscar los terrenos más propicios para el último tercio. Siguió por el pitón derecho, dándole sitio, siempre con la muleta puesta en la cara, arrastrando a la embestida detrás del engaño. Toreó con verdad, asentado, muy encajado sintiendo la embestida, toreando con el. Cambió al natural, pero después de una serie que no pudo terminar de limpiar recuperó la mano derecha para culminar la faena. Antes de pasaportarlo cerró por bernadinas y una estocada caída y tendida.

Marcaba el ecuador del festejo «Ruiseñor», al que El Cid tuvo que saludar desde los medios. Se alcanzó la faena de muleta, pero antes brindó al jugador de fútbol Joaquín. Después lo esperó más allá del tercio y empezó a torearlo sobre el pitón derecho, con una verticalidad absoluta. Lo llevó a media altura, levantándole algo más la mano en su salida, ayudándolo. Lo mantuvo en los medios, tocándolo en la media y larga distancia, para después sacar provecho de la inercia y ligarlo a su alrededor. Al natural, se cruzó, tocó y abrió, dándole amplitud al pase, pero siempre dejándole los vuelos en la cara para retomar el natural. El animal acometió, pero poco a poco se fue apagando. Siguió por el derecho uno a uno, solo le quedó pasarlo y colocarlo en suertes.

Talavante se fue bajo los terrenos del siete para saludar al segundo de su lote, estirándose mientras le ganaba terreno. Se lució el mexicano por chicuelinas y espaldinas en el quite. Seguidamente, Talavante lo esperó fuera del tercio, a pies juntos, pasándolo por estatuarios para después doblarse con el y pasarlo por abajo, rematando con una bonita dejada. Se fue a los medios y allá continuó por el pitón izquierdo, sin demasiado acople. Tuvo que buscarle la altura, no pudo bajarle la mano, teniendo que sujetarlo, aireando la embestida, sin contrariarlo. Cambió al pitón derecho, pasándolo con más cadencia y desmayo.  El animal se mantuvo metido en la franela, dándole continuidad y ritmo a la serie, sin marcar los principios o finales de cada muletazo. Insistió por el derecho, pero quiso reencontrarse con el izquierdo,  con un trazo  algo más largo, pero sin que el animal le diera para mucho más. Se le acabó metiendo en tablas y tuvo que tirar de el para sacarlo y cerrar la faena con una nueva tanda sobre la mano derecha, cruzándose y buscándolo en las distancias cortas, metiéndole el engaño en la cara. Alargó y le acabó sonando el aviso antes de que hundiera el acero.  Estocada efectiva.

Cerraba la tarde Isaac Fonseca con un toro de Victoriano del Río al que saludó con dos largas de rodillas para después seguirle en los medios. Se fue directo a los medios y brindó al público. Sin embargo se iría al tercio para pasarlo a pies juntos, sin rectificar ni un solo milímetro, apurando las distancias sin probaturas. Alejado de tablas lo siguió con un toreo lento y reposado. Le dio tiempo y sitio entre tandas, para después aprovechar la inercia de la larga distancia y acercar posturas. Por el derecho, abriendo el muletazo para en la salida tirar de el y devolverlo al muletazo. Al final acabó prendiéndolo muy feamente, esperándose lo peor, quedándose a merced de los pitones. Se recompuso y a gritos de «torero» se lo siguió pasando, con raza y pundonor, de rodillas, arriesgando en cada pase con un toro que se plantea incierto y que se llegaba a vencer por dentro. Lo pasaportó con una espada efectiva.

Las Ventas. Toros de Garcigrande (1º y 2º), Victoriano del Río (4º, 5º y 6º) y Toros de Cortés (3º). Entre ellos, destacaron el tercero, un toro con fijeza y motor y que tuvo muy buen inicio de faena. También recibieron palmas en el arrastre el cuarto y el quinto, ambos de Vitoriano del Río. No hubo grandes matices en el ámbito ganadero, toros que pasaron y de escasa durabilidad, a los que hubo que saber buscar las teclas. Toros sin emoción y que no permitieron que las faenas tomaran vuelo. El Cid, ovación y silencio tras aviso; Alejandro Talavante, silencio y ovación tras aviso; Isaac Fonseca, palmas tras aviso y saludos tras petición y aviso.

 

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