11 de febrero de 2024/Mar Muñoz/Foto: Olmedo
La última de la Feria de Valdemorillo presentó un cartel compuesto por Miguel Ángel Perera, Paco Ureña y Guillermo García Pulido que tomaba la alternativa. Los diestros se midieron a un duro encierro de Alcurrucen, que no regalaron el lucimiento. Pulido cortó un oreja al toro de su alternativa y fue prendido feamente por el último, sin aparentes consecuencias. Perera cortó una oreja al primero de su lote y Ureña no tuvo opciones ante sus adversarios.
Abría la tarde Guillermo García Pulido, recibiendo al que sería el toro de su alternativa, un toro reservón al que bregó entre lances de recibo. Tras la ceremonia que le convertía en matador de toros inició la faena en el tercio, genuflexo, buscándolo por abajo, obligándole mientras lo sacaba a los medios. Continuó sobre el pitón derecho, llevándolo a media altura, tratando de ligar los pases, bajándole la mano, enroscándose con el para lograr tandas que conectaran con los tendidos, aprovechando que el animal seguía el engaño. Cambió de mano y empezó el toreo al natural, llevándolo en largo, girando la muñeca para envolverlo en los vuelos. El de Alcurrucén humillaba y colocaba la cara, encontrando la armonía en la faena. Alcanzó a desarmarlo, pero rápidamente se recompuso y volvió a la cara del animal, sobre el pitón izquierdo luciéndose con los pases invertidos. Retomó la mano derecha, siguió bajándole el engaño, tirando del animal en redondo con la rodilla en tierra. Hizo su epílogo poniendo en pie a los tendidos, acto seguido lo mató con acierto.
“Socarrón” salió algo desentendido, así que Perera le tuvo que bregar hasta encelarle sin lucimiento en los medios. Se pudo desquitar en el quite, que lo desarrolló por chicuelinas desde los medios. Una vez se culminara con la ceremonia de alternativa, el extremeño escogió el pitón derecho para comenzar su faena con un toro tenía muchos matices. Le dio tiempo después de aquel inicio, recuperando la continuidad llevándolo muy tapadito, tirando del animal en redondo. El diestro continuó robándole los muletazos desde los mismos medios, sin embargo, no tardaría en probarlo al natural, probando un pitón izquierdo por el que lo desarmó, pero sin mayores consecuencias. Insistió al natural, pero el animal le sacaba la cara alta, con embestidas mucho más inciertas, por lo que recuperó el pitón derecho, tratando de gobernar aquella faena en la que le bajó la mano a un toro al que ya se le había ido apagando el motor. Siguió en los medios, aguantando, buscando al de Alcurrucén entre pitones, apurando las distancias. Cambió la ayuda por la espada y trató de colocarlo ante el peligro sordo. Falló con los aceros.
Paco Ureña, que recibía al primero de su lote, no pudo estirarse con el desentendido “Notario”. Se alcanzó la faena de muleta y Ureña la inició entre probaturas, ganándole terreno para llevarse a los medios a un toro ajeno a las demandas del diestro. Siguió sobre el pitón derecho, dándole los primeros pases en los medios, tratando de adornar la embestida simple de su adversario. Logró una meritoria tanda con un animal difícil que le puso en más de un aprieto, aun así Ureña no desistió y siguió intentándolo a base de firmeza, bajándole la mano, tratando de someterlo. De esta manera fue componiendo el último tercio, uno a uno. Cambió de mano y lo mostró por el izquierdo, pero el recorrido no era pleno, se quedaba a la mitad del natural, así que tiró de el como pudo, pero sin lucimiento alguno, exponiéndose para poder robarles aquellas últimas embestidas. El toro cada evidenciaba más su lado reservón, parándose, así que no le dejó más opción al diestro que la de ejecutar la suerte suprema, hundiendo el acero al segundo intento.
Miguel Ángel Perera marcaba el ecuador del festejo, bregó al segundo de su lote tratando de estirarse con el. Se cambió el tercio y se iniciaba la faena de muleta, una faena que inició desde los medios con un pase cambiado por la espalda para después seguir dándole pases sin moverse ni un solo milímetro. Continuó por el pitón derecho intentando encelar al animal, llevándolo en redondo. El animal se desentendía rápido de las demandas del diestro, no tardó en buscar las tablas. Le buscó las vueltas con el toreo al natural, pero su actitud estaba muy marcada, así que aprovecho los muletazos que se prestaba, tratando de adornarlos poniendo todo el matador de toros. Recuperó el pitón derecho, en su empeño porque no se le fuera sin intentarlo. Culminó por luquesibas en tablas y lo pasaportó.
Ureña no se pudo lucir en el saludo capotero al segundo de su lote. Alcanzada la faena, el diestro lo recibió en la franela en el tercio, genuflexo, buscándole por abajo, probándolo por ambos pitones para después sacarlo a los medios. Por el pitón derecho intentó robarle las embestidas, pase a pase. Trató de dosificar, darle tiempo y sitio, para después volver a mostrale la tela, tocarle con firmeza y pasarlo, pero simplemente pasaba. Siguió en los medios intentando poner lucimiento a un animal que no daba para más, pasaba con la cara alta, no completaba los pases. Sin mucho más que añadir fue a por la espada y falló.
García Pulido tuvo que ir a buscar al desentendido y emplazado “Burlón”, con el que no se pudo estirar. Brindó en los medios y se fue al tercio en busca de aquel toro, al que metió en la muleta por abajo, genuflexo, obligándolo al mismo tiempo que le iba sacando del tercio. Eligió el pitón el derecho para citarlo y llevarlo, pero al de Alcurrucén le costaba atender al cite. A base de toque lo fue metiendo en el engaño, pero acabó por prenderlo feamente, aunque sin aparentes consecuencias. De uno a uno era la única forma de continuidad que se entendía con este toro. La insistencia de Pulido lo llevaron crear una faena de intención y muchas ganas, robándole embestidas con torería. Al natural, el animal se desentendía, por lo que había que recomponer las tanas en cada pase. Acabó por buscar las tablas, así que tras varios intentos, fue a por la espada y lo mató como pudo porque no había forma de cuadrarlo.
Ficha: Valdemorillo. Toros de Alcurrucén para Miguel Ángel Perera, ovación y oreja, Paco Ureña , aviso y silencio y aviso y silencio y Guillermo García Pulido, oreja y aplausos tras aviso.