Diego Urdiales paseó una oreja del primero, otra del segundo Alejandro Talavante y tres premios un pletórico Daniel Luque, que dejó una extraordinaria tarde dentro de una variada corrida de Núñez del Cuvillo.
12 de abril de 2024/Pablo López Rioboo/Foto:Pages
La Real Maestranza de Caballería de Sevilla acogía, este Viernes de Preferia, una corrida de Núñez del Cuvillo para un cartel compuesto por Diego Urdiales, Alejandro Talavante y Daniel Luque.
Urdiales y su toreo al ralentí le pasean una oreja al enclasado primero de Cuvillo
“Pantomino” llevaba por nombre el primero de la tarde, un animal de Cuvillo de gran nobleza y templanza pero al que le faltó mayor viveza en sus embestidas. El riojano buscó desde el primer momento imprimirle suavidad al trazo toreando siempre con la cintura y las muñecas. No fue fácil el Cuvillo, de apretarle perdía las manos, pero si lo llevabas a media altura protestaba. El inicio fue siempre a favor del astado, toreando a este en línea y buscando poco a poco llevárselo atrás. A derechas lo pulseó en redondo con suavidad imprimiéndole empaque a cada muletazo. A zurdas fue cuando el animal cogió ritmo de verdad, por ahí se fue tras los vuelos en dos series donde el toreo fluyó sin necesidad de forzar la figura. Toreó con todo el cuerpo, le puso alma a un trasteo donde acarició las embestidas del enclasado animal. Diego le puso esa chispa le faltó al toro para cincelar una obra donde siempre estuvo presente la gracia toreadora. Acertó en terrenos y alturas, en imprimirle suavidad a la embestida de un astado que se fue apagando como una velita. La estocada puso colofón a una labor de guante de seda premiada finalmente con una oreja
Talavante pasea premio del buen segundo tras una faena marcada por la cadencia
El segundo fue otro buen toro de Cuvillo al que tampoco le sobraron las fuerzas, un astado con nobleza y buena clase pero al que le faltó salirse de los vuelos. Talavante lo cuidó en el jaco, siendo este consciente que no iba a estar sobrado de casta. Su inicio doblándose con el animal recordó a ese Alejandro de antaño, ese que no hacía las cosas impostadas. Siempre vertical, inspirado y arrebatado buscó aprovechar el fondo de nobleza del astado. Acertó a torear junto al 4, ahí el de Cuvillo tenía lejos la querencia. Por el lado izquierdo corrió la mano con suavidad en tres naturales llevándose al mulato detrás de la cadera. Volvió ese Alejandro de enroscarse al toro en la cintura y torear con los vuelos. Sus series fueron cortas, siempre tres y el de pecho, algo que le quitó rotundidad a un trasteo limpio y cadencioso. El de Cuvillo tuvo fijeza, prontitud y franqueza, faltándole eso sí, mayor entrega a derechas. Faena breve y muy torera del extremeño, ese que tras dejar una estocada caída cortaría la segunda oreja del festejo.
La cadencia y el poso de Luque obtienen premio del noble pero apagado tercero
Tras los dos primeros capítulos de la tarde le tocaba el turno a Daniel Luque, torero que se rompió toreando a la verónica al tercero, un toro de Cuvillo que se desplazó con nobleza. El de Gerena soltó muñecas en un recibo capotero donde lanceó con suma suavidad al animal buscando imprimirle empaque a dichos lances. Este fue un Cuvillo que se arrancaría de lejos en un primer puyazo donde empujó con clase. Quiso más que pudo el astado gaditano, algo que quedó claro en un quite de Urdiales por chicuelinas, ese en el que sobresaldría una media arrebujá que recordaba a otros tiempos. Replicó Luque por tafalleras toreando siempre con todo el cuerpo y enganchado la embestida del astado hasta el final. Daniel sabía que le iba a durar poco el animal de ahí que no le apretara en las dos primeras series aprovechando este las inercias del toro. Pero fue a zurdas donde apretó al toro en una serie de gran cadencia llevándose hacia atrás al animal. Toreó con todo el cuerpo ante un Cuvillo que ya tenía poquita vida. Lo esperó en cada muletazo hasta verlo metido en la pañosa. Toreo de cintura y muñecas en un trasteo donde jugó siempre con las alturas, ese donde inteligentemente le fue acortando las distancias a un toro muy a menos hasta acabar metido en su terreno. Daniel había sido seda en un trasteo donde siempre le dio al Cuvillo aquello que pedía. Pasaportó al animal de una certera estocada y paseó una justa oreja como premio a su labor.
La colocación y el temple de Urdiales pulsean a zurdas al apagado cuarto
Estuvo Urdiales por encima del soso cuarto, un animal de Cuvillo al que siempre le costó irse tras los vuelos, un astado manejable pero muy bajito de raza. El riojano a base de buena colocación y juego de muñecas fue poco a poco sacando agua de un pozo que parecía vacío. Diego se sintió más torero a zurdas, por ahí dejó volar su muñeca para robarle naturales de mentón en el pecho y cintura partida. Acertó en abrirle el muletazo para luego echárselo hacia atrás. Con el toro paradito le sacó naturales sueltos de mucho mérito, eso sí, alargando en excesos su labor, algo que le hicieron ver los tendidos. Pinchó en un primer encuentro escuchando una cerrada ovación por parte de una plaza que valoró todo lo que hizo el riojano.
Ovacionado Talavante con un quinto que sacó carácter
Arrojado llevaba por nombre el melocotón que hizo quinto, un animal con disparo y emotividad pero que acabó defendiéndose cuando se sintió podido. Variado fue el saludo capotero del extremeño al de Cuvillo, animal que siempre se sintió cómodo en la media distancia, algo que aprovechó el pacense en unas primeras series donde dejó galopar al animal. Primero fue rodilla en tierra pasándose al estado por la espada, luego soltando muñecas al natural para más tarde quedarse en el sitio en una entonada serie a derechas. El de Cuvillo mientras duró exigió que se le llevara enganchado y siempre por abajo, de lo contrario tendía a arrollar. Faena limpia por momentos a la que faltó mayor apuesta por parte de un espada que poco a poco fue acortando las distancias, algo que al animal no le sentó nada bien. Su final en la corta distancia cerró un trasteo que emborronó con un pinchazo previo a la estocada.
Luque pasea el doblé trofeo del insulso sexto y abre su segunda Puerta del Príncipe
Daniel Luque estuvo por encima del jabonero que hizo sexto, un toro que no se empleó en los primeros tercios para llegar a la faena de muleta con el depósito de gasolina en reserva, esa que aprovechó el de Gerena para demostrar que también sabe dar un golpe en la mesa con el medio toro. Daniel fue consciente en todo momento de la condición de un astado con el que crujió en un enorme cambio de mano y posterior pase de pecho al inicio de su labor. Estuvo centrado y fresco de mente el de Gerena en un trasteo donde por momento fue seda y en otros látigo. Le puso expresión y alma a cada muletazo, eso sí, llevando al toro en línea recta para no quebrantarlo a las primeras de cambio. Acertó en empapar de muleta al astado buscando en todo momento alargar el muletazo para poco a poco ir llevándoselo atrás de la cadera. Pero el jabonero no aguantaba la exigencia quedándose cada vez más cortito. Con la banda empezando a tocar, a destiempo, Luque alargó una labor que finalizaría en la distancia corta. No se arrugó Daniel aguantando parones y miradas de un animal ya muy apagado. Se montó literalmente encima del toro para finalizar su obra con ajustadas luquesinas en una perra gorda. El de Gerena había puesto la plaza boca abajo sin la necesidad de romperse en una veintena de muletazos hondos y profundos por debajo de la pala del pitón. Había imantado en su muleta a un astado por el que únicamente él apostaba. Mientras le buscaba la muerte al mortecino animal sonó un aviso, pero una estocada bien colocada y de rápido efecto volvió a revolucionar a unos tendidos que exigieron el doble trofeo pese a no ser esta una labor tan sumamente maciza como para otrogar tan importante premio. Pero Luque Teruel, cuál emperador de la antigua Roma, no quiso llevar la contraria al pueblo y dictó sentencia otorgando el premio de la Puerta del Príncipe para un espada que se había vaciado en el ruedo, un diestro que había construido de la nada una labor que acabó alcanzando cotas de gran importancia por el sitio que pisó un espada al que ya nadie le corta el paso y que oposita seriamente al trono del toreo.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Sexta de abono. Corrida de toros. Tres cuartos de entrada.
Toros de Núñez del Cuvillo, finos de cabos, bajos, armónicos y de buena expresión pese a faltarles un punto de seriedad y remate. De gran temple y nobleza el medido de fuerzas primero; con nobleza, temple y buen embroque un segundo al que no le sobró la raza; medido de raza y fuerzas el manejable tercero; falto de vida el noble y soso cuarto; con carácter y exigencia en sus embestidas el vibrante quinto; muy venido a menos un sexto al que le faltó empuje.
Diego Urdiales, oreja y palmas.
Alejandro Talavante, oreja y ovación.
Daniel Luque, oreja y dos orejas tras aviso.
INCIDECIAS: Saludaron Iván García y Jesús Artuga en el tercero. Ovacionado resultó Javier García tras picar al sexto.