Tomás Rufo corta una oreja en una tarde interesante de Victoriano del Río en Madrid (Video)

16 de mayo de 2024/Patricia Prudencio Muñoz/Foto: Luis Sánchez Olmedo

Las Ventas acogía una corrida de toros de máxima expectación en una tarde de «No hay billetes». Los matadores de toros Sebastián Castella, José María Manzanares y Tomás Rufo se midieron a los toros de Victoriano del Río y Toros de Cortés (1°). Los toros tuvieron un muy buen comportamiento, dejando un buen sabor de boca en la tela, entregándose, humillando y siguiendo la tela con celo, con fijeza y despaciosidad. También hubo excepciones como el primero, que fue nulo. Destacaron el segundo y el tercero, aunque a este le faltó un punto más de fuerza y duración. Tomás Rufo cortó la primera y única oreja de la tarde tras una faena de intensidad en la que también tuvo que tragar. El sexto le duró poco en la muleta, aunque en los primeros compases se mostrara algo más, se le fue la Puerta Grande. Manzanares bailó al ralentí, llevándolo por abajo, desdibujando los principios y finales de cada muletazo. Aquella faena no gustó. Tuvo un amago de sabor su faena con el quinto, intentando asentarse, pero sin encontrarse con un toro que no se pareció en nada a su primero. Castella no tuvo opciones con el primero de su lote, un toro sin fuerza que se movió a base de arreones. Con el quinto, sin embargo, tuvo muy buen desarrollo de faena, pero se acabó apagando rápido y, aunque respondía a medio gas, seguía pasando humillando y con nobleza.

Abrió la tarde Sebastián Castella ante un toro protestado en su salida. Lo saludó, logrando meterlo en el capote, ganándole terreno hasta sacarlo del tercio. Tras unos tercios de varas y banderillas sin contenido, el francés se dispuso con la muleta, recibiéndolo en la tela bajo el tendido siete, genuflexo, pasándolo por ambos pitones, volviéndose pronto y estando muy agarrado al piso. El viento tampoco ayudaba, que era verdaderamente molesto. Siguió por el derecho, asegurando el pase, muy despacio, en largo y muy en línea. Le punteaba la tela a su paso, sin darle demasiadas facilidades, le soltaba la cara, no era pronto y se movía a base de arreones. La faena avanzaba y solo se escuchaban palmas de tango ante un toro nulo. Pasaba y pasaba, siendo más frecuente que topara. Se fue a por la espada y metió la espada al segundo intento, tras un pinchazo hondo.

Manzanares se escurrio en su saludo capotero, con algún momento de tensión al quedarse a merced del animal. Se alcanzó la faena de muleta, tanteándolo por abajo, pasándolo por ambos pitones, con sabor y muy ceñido, siendo un inicio muy ovacionado. Continuó con la mano derecha, abriendo y recogiendo, uno a uno, midiendo y teniendo que tirar del animal, moviéndolo. Le adelantó la mano y dio el primer muletazo, los demás vinieron seguidos en una embestida al ralentí. Encajado, envolviéndoselo a su alrededor hubo gusto. De vez en cuando le sorprendía, pero aquella mano baja y la muleta en la cara, ligando una embestida con otra, desdibujado el principio y el final. Cambió al natural, pero el de Victoriano del Río no tenía el mismo aire, aún así, Manzanares le bajó la mano y metió la embestida en aquellos naturales a cámara lenta. Volvió al pitón derecho con un toreo lento y cadencioso en el que toro y torero se entendieron a un mismo compás. Dejó media estocada en la suerte de recibir.

Salió el tercero de la tarde, al que Tomás Rufo metió en su capote, bregando y llevando. Fernando Sánchez y Sergio Blasco dieron emoción en banderillas, enloqueciendo los tendidos. Rufo decidió iniciar la faena de rodillas, esperando a un toro que no se arrancaba hacia él. Cuando lo vio se le vino directo y el diestro le aguantó los parones y embestidas sin apenas rectificar. Aquelló sí que llegó y gustó en los tendidos.  Siguió por el derecho, pero el animal, aunque se movía y seguía con celo la franela, no tenía demasiada fuerza. Volvía a soplar el viento con violencia, pero parecía no importale, se lo enroscó en exceso y lo volteó bruscamente. Parecía ir herido, pero regresó a la cara del animal para seguirle al natural, mimando aquella embestida que cada vez se quedaba más parada. El publicó se levantó para aplaudir a un Tomás Rufo que se había entregado, vaciado y tragado. Lo había puesto todo y ya había decidido pasar a la suerte suprema. Se tiró muy recto y la estocada fue efectiva.

Se estiró Castella con el segundo de su lote, un toro más pendiente de saltar al callejón que de el capote del diestro. En el caballo se empleó. Manuel José Bernal y José Chacón fueron ovacionados en sus respectivos tercios, en varas y banderillas. Inició la faena a pies juntos con pases cambiados por la espalda, sin rectificar ni un solo milímetro. El toro respondió con movilidad, prontitud y humillación. Pierna atrás y muleta en la cara construyó una primera tanda infinita, llevándolo cosido. Al natural se encajó y se lo llevó a la cadera, acompasando la embestida con su cintura, pasándolo a su alrededor. Cambió al pitón derecho, siempre hacia adelante, muy despacio. Cada vez había que tocarlo con más firmeza, pero el animal respondía. El diestro quiso darle sitio y tiempo, permitiendo que recuperase entre tandas, cuidando la embestida que ya acometía pero a medio gas. Alargó en exceso y antes de entrar a matar escuchó el primer aviso. Se fue a los medios para cuadrarlo en la suerte suprema y pasaportarlo.

Manzanares saludó al quinto en un recibo llevado en el que estuvo a puno de prenderlo al culminarlo. Sin hacerse esperar, lo metió en la muleta por abajo, para después seguirlo por el pitón derecho. El animal era más incierto, le soltaba la cara y Manzanares no terminaba de acoplarse con el. Continuó con la mano derecha, dándole salida, tratando de limpiar los muletazos, evitando que le tocara la tela y se descompusiera. No pasaba. Al natural con el uno a uno, pasaba y rectificada para colocarse y volverlo a citar. Hubo pinceladas, pero hiciera lo que hiciera, por muy asentado que estuviera, no se lo reconocían. Falló con la espada.

Tomás Rufo salió para saludar al cierraplaza, un toro suelto que corrió la plaza antes de entrar en el capote del diestro, que lo bregó sin estirarse. Antes de alcanzar la faena de muleta, Fernando Sánchez saludó una ovación. Rufo inició el último tercio a pies juntos, al compás de los «olé» de un público entregado con el. Montó la muleta sobre el pitón derecho, tocando y deslizando la embestida a un muletazo profundo y cadencioso. Se lo enroscó por aquel pitón derecho, dejándosela puesta, embistiendo con un animal cierto y pronto que humilló y se entregó por abajo. Al natural era más corto y cada vez quedaba menos de todo lo que había hecho anteriormente. Incluso por el derecho, a pesar de que Rufo acortara las distancias y le insistiera con la franela en la cara, pero ya no había aquella ligazón. Falló con la espada.

Ficha del festejo:

Madrid. Toros de Victoriano del Río y Toros de Cortés (1°). Los toros tuvieron un muy buen comportamiento, dejando un buen sabor de boca en la tela, entregándose, humillando y siguiendo la tela con celo, con fijeza y despaciosidad. También hubo excepciones como el primero, que fue nulo. Destacaron el segundo y el tercero, aunque a este le faltó un punto más de fuerza y duración. Sebastián Castella, silencio y saludos tras aviso; José María Manzanares, saludos y silencio; Tomás Rufo, oreja y silencio.

Incidencias:

Antes de romper el paseíllo, se hizo un minuto de silencio por Joselito «El Gallo».

 

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