17 de mayo de 2024/Patricia Prudencio Muñoz/Foto:Plaza 1
Las Ventas gozaba de una nueva tarde de toros en la que se colgó el cartel de «No hay billetes». Los matadores de toros Miguel Ángel Perera, Emilio de Justo y Ginés Marín se midieron a los ejemplares de la ganadería de La Quinta. Unos animales desiguales en comportamiento y escasa entrega en la tela. Una tarde en la que les faltó emoción, sobre todo en la faena de muleta, mostrándose inciertos y muy cambiantes. Las espadas se llevaron triunfos muy importantes y decisivos hoy en Madrid. Perera sometió al primero de la tarde, toreando con poder y mano baja a un toro que perdió el interés rápido. En el cuarto desarrolló una faena de tira y afloja de disposición y ganas en la que se impuso. Emilio de Justo quiso y no pudo con un segundo que se agotó en las primeras tandas. Con el segundo de su lote, a pesar de no tener nada a su favor, el diestro puso orden y gobierno en el peligro palpable del quinto. Ginés Marín se entregó con temple y despaciosidad, pero el toro, que fue noble, no transmitía. Lo intentó con el sexto, con firmeza, pero no le dio ninguna opción.
Miguel Ángel Perera se fue a la puerta de chiqueros para recibir al primero de la tarde, un toro que se le vino muy despacio, pasándolo con una larga cambiada para después llevarlo en su capote. Inició la faena genuflexo, enseñándole por abajo, pasándolo por ambos pitones, ganándole terreno. Siguió pasándolo antes de definir la faena, ya que las embestidas del animal, hasta el momento, habían sido bruscas, a base de arreones. Eligió el pitón derecho, llevándolo muy tapadito, bajándole la mano, ligando aquella tanda, aguantando el tranco sin que le levantara la muleta del suelo. Muy despacio le buscó a pitón contrario, imponiéndose a un toro que no le gustaba sentirse podido y ya se había rajado. Cambió los terrenos y logró sujetarlo, prácticamente en tablas, dejando unos naturales por abajo que incitaron los primeros «olé» de la tarde. Aquellos últimos naturales fueron de poder. Falló con los aceros.
Saludó Emilio de Justo al primero de su lote, genuflexo, primero por abajo para después estirarse con el. El toro cumplió en el caballo, ganándose la ovación del respetable. En banderillas destacó el Algabeño, que puso a los tendidos en pie tras dos pares llevados al extremo. Salió Emilio de Justo a los medios para brindar al público, después pasarlo por abajo, deslizando la embestida, apurando, pasándolo por ambos pitones. Se decidió por la mano derecha, muy asentado pero con el juego de distancias, pasos y alturas todavía por definir. Continuó, pasándolo en largo, muy en línea, citándolo muy despacio alcanzando a embeberlo en la franela y empezar a envolvérselo. Con la muleta en la espalda, para después adelantarle la mano al hocico, pero sin chispa ni emoción. Entró al toque firme y fijador de Emilio, pero ya no tenía nada el de La Quinta. Mató con aseo y acierto.
Ginés Marín decidió irse también a portagayola para recibir al tercero de la tarde con una larga cambiada de rodillas que después siguió llevando, estirándose con el. Alcanzó la faena de muleta y la inició con un trasteo por alto y por abajo, sacándolo del tercio. Continuó por el derecho, enganchando la embestida desde el inicio, adelantándole la mano y llevándolo, envolviéndoselo. Le dio tiempo y sitio entre tandas para después llevárselo hacia la cadera, tocando y deslizando, pero siempre en el tira y afloja con un toro de embestida variable y venida a menos. Le intentó mostrar por el izquierdo, pero por aquel pitón no había lucimiento posible, así que retomó las tandas con la mano derecha, por donde estaban los muletazos más profundos. El toro pasaba, entrando humillando, pero saliendo con la cara alta. No tuvo acierto con la espada.
Salió Perera para saludar a un toro que le salió suelto. Brindó a Feijóo y empezó a probarlo en un inicio de intensidad en la que tenía al público en su mano. Quiso citarlo en la media y larga distancia, para después aprovechar la inercia y ligarlo, pero aquella continuidad la paró el toro al meterse por dentro y prenderlo sin consecuencias. Siguió por el derecho, abriendo y recogiendo, muy despacio, tampoco daba para mucho más. No fue un toro sencillo, más bien incierto al que midió y marcó. Lo llevó en largo, pero ya en el uno a uno, sin lograr que bajara la cara. Al natural lo sorprendía, por lo que aseguró muy bien el pase, sin evitar las miradas. Cada vez se le volvía antes, recortaba terreno y se le quedaba encima. Recuperó el pitón derecho y de vez en cuando le soltaba algún que otro derrote al pecho, siendo una faena que se midió en valor y entrega, robándole las embestidas. Mató con acierto, tirándose muy recto.
Emilio de Justo desarrolló una laboriosa brega con la que condujo la embestida hasta sacarlo a los medios. El toro tuvo sus cosas en el caballo, tardeando pero entrando. Emilio de Justo se fue a los medios para brindar y después, junto a las tablas, inició la faena de muleta, pasándolo por ambos pitones, obligándolo por abajo. El toro sin demasiado interés en la tela, empezó a pasar por el pitón derecho, ligando de dos en dos a lo mucho. Encontrando la continuidad de cada tanda en la discontinuidad, parando y rectificarlo para seguir la tanda a un toro con mejor entrada que salida, pues esta era incierta, buscando el cuerpo, sabiendo lo que dejaba atrás. Lo volteó violentamente e incluso se esperaba lo peor, pero volvió a la cara del animal sin aparentes consecuencias. Le dio algún que otro aviso más por el pitón izquierdo, quedándose muy corto, sin terminar de pasar. Lo abrió y le dio salida, insistiendo ante el peligro sordo y notable con el que echó los restos. En aquella faena, ante un toro que no humillaba, incierto y variable, Emilio de Justo había cautivado a los tendidos. El animal tardó en doblar y enfrió una faena de gran dimensión, que culminó con el golpe de verduguillo.
Salió el cierraplaza, al que saludó Ginés Marín en una brega llevada en la que le echó la cara arriba, siendo muy reservón y agarrado al piso. Con la muleta todavía sin mostrársela al toro se fue acercando hasta citarlo y llevarlo muy metido en una primera tanda en la que el animal se mostró bastante irregular. De nuevo, el tira y afloja gobernaba la faena, en este caso de un Ginés Marín muy metido ante un toro que estaba totalmente fuera de faena. No transmitía, pasaba, pero exigiendo en exceso al diestro. Le echó hambre, ganas, determinación y técnica, desarrollando su faena por el pitón izquierdo, permitiéndose llevarlo más tapado con los vuelos y llevarlo más lejos. Por el derecho se descomponía rápido, un toro que nunca supo lo que era humillar. Le metió la mano con habilidad.
Ficha del festejo:
Madrid. Toros de La Quinta. Unos animales desiguales en comportamiento y escasa entrega en la tela. Una tarde en la que les faltó emoción, sobre todo en la faena de muleta, mostrándose inciertos y muy cambiantes. Las espadas se llevaron triunfos muy importantes y decisivos hoy en Madrid. Miguel Ángel Perera, palmas tras aviso y vuelta al ruedo tras aviso; Emilio de Justo, saludos y vuelta al ruedo tras dos avisos; Ginés Marín, silencio tras aviso y silemcio tras aviso.