19 de mayo de 2024/Patricia Prudencio Muñoz
Miraflores de la Sierra acogió una novillada picada en la que Tristán Barroso y Alejandro Chicharro se midieron a los ejemplares de la ganadería de Domingo Hernández y el sobrero de Toros de la Plata (3°Bis). Los animales salieron sin chispa, atendiendo a las demandas y dejándose llevar, pero sin carbón. Destacó el cuarto novillo, ese tuvo mayor movilidad y dotó de ritmo a la faena. Todo tuvieron que ponerlo los novilleros, que estuvieron muy por encima. Sólo deslucieron los aceros, con los que no hubo demasiado acierto, pero que no impidieron que se cortaran las orejas.
Tristán Barroso abría la tarde en Miraflores de la Sierra yéndose directo a la puerta chiqueros para recibir a portagayola al primero de la tarde. Después se siguió estirando con el capote, luciéndose en los medios. Inició la faena a pies juntos con quietud y despaciosidad. Se decidió por el pitón derecho para seguir su faena con un novillo que era pronto al quite y seguía la tela, embistiendo muy despacio, sin chispa, pero con nobleza. Lo cuidó y le dio sitio y tiempo entre tandas. Cambió de mano y empezó a mostrarlo al natural echándole los vuelos a la cara, adelantado la mano para llevar la embestida muy metida, ligando los pases. Retomó el pitón derecho, toreando muy asentado con carencia y despaciosidad. El novillo se siguió mostrando noble ante las demandas de Tristán, que siguió alternando pitones para volver a mostrarlo al natural. Cambió la ayuda por la espada, pero antes desarrolló unas manoletinas sin espada. Después lo pasaportó con el golpe de cruceta.
Chicharro saludó de rodillas con una larga cambiada que después seguió esturándose con el novillo. El animal llegó a la faena de muleta, la cual inició Alejandro a pies juntos, pasándolo por alto, alternando pitones. Tuvo que darle sitio y tiempo para que este pudiera recuperar y se volviera a entregar en la franela. El novillero que le había seguido por el derecho, decidió mostrarlo al natural, sin ser este el pitón del animal, metiéndose más por dentro y con una embestida más incierta. No tardó en recuperar el derecho. El novillo no terminaba de pasar, no había carbón en aquella embestida, que llevaba a descomponerse al final del muletazo si tocaba la tela. Chicharro decidió acortar distancias para meterse entre los pitones de aquel noble segundo al que ya no le quedaba gas. Cerró por manolotinas para después dejarle unos doblones por abajo. Falló con la espada.
Tristan también recibió al segundo de su lote a portagayola con una larga cambiada sin poder estirarse con el, por lastimarse el animal. Finalmente, la presidencia decidió devolver al novillo y en su lugar salió el primer sobrero de la tarde, al que Tristan saludó por verónicas, ganándole terreno hasta sacarlo a los medios. Se alcanzó la faena de muleta y Tristán lo recibió en la muleta con un inicio que gustó en los tendidos. Le siguió por el pitón derecho a un novillo de embestida, por momentos, incierta y que no terminaba de humillar. Le costaba entrar al cite, pero le insistió sobre aquel pitón con el uno a uno, ya que el novillo no aceptaba la ligazón. Tuvo que tocarlo con firmeza y determinación para que este entrara en la tela, aunque el novillo pasara. Tristán volvió al toreo al natural, pero para pasarlo tuvo que estar midiendo los pasos y las distancias, asegurando el siguiente muletazo para que el animal entrara en la tela. Decidió que era suficiente con un novillo con el que había estado muy por encima. En el cierre de faena, tiró la ayuda y se puso a torear al natural hasta que lo desarmó, recuperó la muleta y lo colocó en suertes para dejar media estocada, que no resultó suficiente.
Chicharro saludó al cuarto de la tarde, un novillo con el que se lució estirándose con el. Por el derecho fue algo más incierto, de hecho se le vino por dentro y lo prendió bruscamente. Llevó Chicharro por abajo en el inicio de faena a un novillo pronto y con movilidad que llegaba a los tendidos. Lo citó en la larga distancia para después aprovechar la inercia y ligarlo, llevándolo muy metido en la tela. Con tanta suavidad quiso llevarlo que el novillo lo desarmó al natural. Recuperó la tela y siguió, ahora por el mismo pitón, asentándose con un animal que tenía celo y transmisión. Le dejó los vuelos en la cara y tiró, dibujando unas tandas al natural de intensidad, en las que se lo envolvió a la cintura. Aquel era el pitón y Chicharro lo exprimió. Quiso cerrar de rodillas, tirando la ayuda, al natural, pero lo prendió sin aparentes consecuencias. Se recompuso para después volver pasarlo y fallar con los aceros.
Miraflores de la Sierra. Novillo de Domingo y Hernández y Toros de la Plata (3°Bis). Los animales salieron sin chispa, atendiendo a las demandas y dejándose llevar, pero sin carbón. Destacó el cuarto novillo, ese tuvo mayor movilidad y dotó de ritmo a la faena. Tristán Barroso, oreja tras aviso y oreja tras aviso; Alejandro Chicharro, palmas tras aviso y dos orejas tras aviso.