31 de mayo de 2024/Patricia Prudencio Muñoz/Fotos Emilio Méndez
Las Ventas acogía una nueva tarde de «No hay billetes», siendo los matadores de toros Uceda Leal, Alejandro Talavante y Borja Jiménez quienes se midieron a los ejemplares de la ganadería de Santiago Domecq y Luis Algarra (4°). Los animales tuvieron sus más y sus menos, siendo llevaderos en su mayoría, con teclas en las distancias y la altura. Sin embargo, hubo dos toros extraordinarios el tercero y el quinto, ambos de Santiago Domecq, que no dejaron de embestir, se entregaron acometiendo con clase y bravura en las demandas de Jiménez y Talavante. Uceda Leal tuvo que ponerlo todo con el primero de su lote, haciéndolo embestir en la naturalidad, la despaciosidad y la suavidad. Estuvo por encima en su segundo, buscándole las distancias y altura a un toro sin chispa. Talavante lo intentó al natural con un toro corto y sin fuerza que se quedaba a medias. Tuvo la materia prima en sus manos con un gran quinto que embistió hasta el final. Borja Jiménez acabó con la sequía en Madrid tras una extraordinaria faena ante un toro bravo que no dejó de embestir. Mostró firmeza y solvencia con el complicado y áspero sexto.
Salió el primero de la tarde, al que saludó Uceda Leal, pasándolo con clase por abajo y con temple, ganándole terreno en aquel saludó breve. Inició la faena doblándose por abajo, para seguidamente empezar a levantarle la mano. Siguió por el derecho con un toro que recortaba y al que tuvo que medir muy bien los pasos y las distancias. Le dio salida, manteniéndose en el sitio para intentar ligarlo. Cambió al natural, con un toro de Santiato Domecq que soltaba la cara y que no humillaba, quedándose a la mitad del trazo. Leal logró encontrar el acople en la despaciosidad y la suavidad por abajo en la naturalidad, ahora sí, llevándolo hasta el final. Lo llevó muy tapado, pero la continuidad la provocaba Uceda con el toque en la cara y haciéndolo seguir los vuelos. No fue el toro, sino el torero quien tuvo que hacerlo todo. Mató de una estocada.
Saludó Talavante al segundo de la tarde y primero de su lote. Se fue a por el toro para iniciar su faena de muleta, siendo en los terrenos de tendido cuatro. Empezó a pasarlo, sin poder excederse por abajo porque perdía las manos, no le sobraban las fuerzas. Con la mano alta y sobre el pitón izquierdo fue curvando su embestida, envolviéndoselo con el uno a uno a base de vuelos. El toro no terminaba de pasar, no tenía motor ni carbón para la faena. Talavante siguió insistiendo al natural, entrando bien, acudiendo al cite, pero sin fuerza para poder vaciarse en la tela. Fue a por la espada. Hundió la espada con aseo.
El tercero fue muy protestado en su salida. Borja no esperó para saludarlo, se fue a los terrenos de sol para meterlo en su capote y bregarlo. Borja Jiménez salió y lindando los medios brindó al público. Inició su faena bajo los terrenos del tendido cuatro, genuflexo, obligándolo abajo, poniéndose de rodillas para torearlo, envolviéndose con un toro que se movía y repetía. Aquel comienzo ocasionó un gran revuelo en los tendidos. Le dio tiempo y sitio antes de volver a la cara del animal. Le dio distancia, citándolo para después aprovechar la inercia de un toro que repetía con celo y codicia en la tela del sevillano. Volvió a poner la plaza en pie, ya la tenía entregada. Mientras tanto siguió por el pitón derecho, totalmente encajado en un toreo de riñones en el que se lo llevó a la cadera y formó un lío gordo. El toro embestía colocando la cara, repitiendo, siendo obediente y manteniéndose fijo en la tela. Lo mostró al natural, con un toro que se desplazaba, y aunque aquella serie siguió la línea de la faena, no tardó en retomar el pitón derecho. Se lo pasó por donde realmente quiso con firmeza y clase. El toro que fue bravo siguió embistiendo hasta el final. Hundió el acero al segundo intento y el animal se tragó la muerte.
Uceda saludó al cuarto en los terrenos del tendido seis, estirándose por verónicas sin llegar a sacarlo del tercio. Uceda lo recibió genuflexo en la tela para rápidamente estirarse con el animal, andarlo y sacarlo del tercio a pies juntos. Lo pasó con clase en aquella primera tanda sobre el pitón derecho. Lo tocó, lo llevó, lo abrió y lo recogió, siempre buscando el sitio y ordenando las embestidas, por lo que la continuidad la encontró en el uno a uno. El viento no ayudó en aquella faena. Lo intentó al natural echándole los vuelos con suavidad a la cara para arrastrar la embestida detrás de la tela. Volvió al pitón derecho con un toro sin emoción ni entrega, pasando y atendiendo al cite, teniendo que arrancarle las embestidas, cada vez más limitadas. Decidió continuar a pesar de que cada vez le costaba atender más al cite. Se acopló a aquella embestida desinteresada, dejándosela muy puesta, obligándolo a seguirla. Logró meter la espada al segundo intento.
Salió el quinto, otro toro que escuchó las palmas y al que Talavante frenó en su capote, encelándolo y pudiendo estirarse con el mientras le ganaba terreno y lo sacaba a los medios. En el tercio de varas el toro derribó al caballo y se demoró en el tiempo. Talavante se lució en su turno de quites. Javier Ambel saludó una merecida ovación tras culminar el tercio de banderillas. El diestro se dirigió a los terrenos del tendido cinco para pasarlo a pies juntos por ambos pitones, incluso dejó un pase cambiado por la espalda con el que después siguió toreando. Escogió el pitón derecho con un toro que se movía y repetía con ritmo y fijeza en las demandas del extremeño, culminando aquella primera tanda por abajo. Talavante tenía toro y decidió exprimirlo. Muy despacio solo tuvo que dejársela puesta y el animal seguirla. Cambió al natural y en los primeros pases no le bajó tanto la mano, sería en los siguientes en los que, totalmente asentado, se lo pasará con cadencia y despaciosidad por su cintura, acompañando aquella embestida. El animal colocaba la cara y la metía abajo en un toreo en redondo en el que la embestida no tenía fin. El final de faena fue más atropellado y caótico queriendo aprovechar todo lo que ese quinto tenía dentro. La espada quedó arriba, pero no resultó todo lo efectiva que se esperaba.
Borja esperó paciente para recibir en su capote al cierraplaza, pasándolo con quietud, para después recogerlo en el capote y meterlo. Sandoval escuchó una merecida ovación tras el gran tercio de varas que llevó a cabo. Lo tanteó por ambos pitones, muy despacio, probando a un toro que le echaba la cara arriba y que le mostró una embestida algo irregular y cambiante. Siguió por el derecho, pero el toro no dejaba de puntear la tela, a pesar de ello, Borja decidió exigirle abajo con buena postura pero sin toro. Había muchas teclas que buscar y tocar, pero Borja estaba dispuesto a ir a por la segunda oreja. Continuó por el derecho, con un toro reservón y algo mirón. Lo probó por el izquierdo, pero no había mucho que rascar al natural, solo un peligro sordo que se acentuaba. Volvió al derecho intentando llevar a la irregularidad con firmeza y solvencia. Metió la mano con acierto y aseo.
Madrid. Toros de Santiago Domecq y Luis Algarra. Los animales tuvieron sus más y sus menos, siendo llevaderos en su mayoría, con teclas en las distancias y la altura. Sin embargo, hubo dos toros extraordinarios el tercero y el quinto, ambos de Santiago Domecq, que no dejaron de embestir, se entregaron acometiendo con clase y bravura en las demandas de Jiménez y Talavante. Uceda Leal, saludos y saludos; Alejandro Talavante, silencio y palmas tras aviso; Borja Jiménez, oreja tras aviso y silencio.