Diego Ventura abre la Puerta Grande en Valencia

19 de julio de 2024/Mar Muñoz / Fotos Patricia Prudencio

Valencia celebró su primera corrida mixta de su Feria de julio. El rejoneador Diego Ventura y los matadores de toros Fernando Adrián y Juan Ortega que se a los toros de Los Espartales, con movilidad y fijeza el primero y carente de fuerza el segundo; y de Núñez del Cuvillo, siendo variados en comportamiento, durando poco en la tela. Los hubo incluso ásperos. En líneas generales, dieron pocas opciones para el triunfo. Diego Ventura deleitó con su primero al que cortó una oreja y estuvo muy por encima del flojo cuarto al que cortó una oreja con peticion de la segunda. Fernando Adrián asentado toreó a su primero al que cortó una oreja y no tuvo opciones con su segundo. Ortega no se encontró con su áspero primero y tampoco quiso verse con el escaso y nulo sexto.

Diego Ventura corrió a «Perdi» encelado a su grupa y de frente le colocó el primer rejón, para después correrlo de costado y seguir con el animal encelado a los cuartos traseros. Nuevamente, le dio los pechos para colocarle el segundo rejón y correrlo de costado pegado a tablas. Cambió de cabalgadura y comenzó el tercio de banderillas, pero antes de hundir los palos lo llevó encelado recorriendo la plaza ante el deleite del respetable. Le colocó la primera banderilla larga a un animal tenía movilidad y fijeza. Bailó en los medios para lucirse, con piruetas, antes de colocar la segunda banderilla en lo alto. Cambió nuevamente de caballo para seguir con las banderillas largas, siempre dando el pecho para su ejecución. Al animal cada vez le iba costando más atender a sus demandas, aún así dejó un palo al quiebro que emocionó al respetable. Ejecutó varias piruetas y fue acortando la distancia y en otro quiebro ejecutó la suerte. El animal ya no se movía y tuvo que pisar terrenos comprometidos para completar los tercios, sin renunciar a las banderillas cortas ni a las rosas, teniendo que provocar aquellas medias arrancadas. Tomó el rejón de muerte y lo hundió.

Fernando Adrián fue pasando con despaciosidad a «Lamparito» en su recibo capotero. Juan Ortega hizo su quite por ajustadas chicuelinas, luciéndose. Pidió permiso a la presidencia, brindó al Soro y se fue a los medios. En rodillas lo citó de lejos y se lo pasó por la espalda en un pase cambiado. Siguió toreándolo en rodillas hasta que se incorporó y siguió por el derecho, totalmente atalonado, con toreria. Le dio tiempo y sitio para continuar, aprovechando la inercia para ligar con un toro que seguía el engaño. Al natural, de uno en uno, lo fue llevando hasta que casi lo prende pues se le areancó directo al cuerpo. Por el izquierdo era más incierto, por lo que retomó el derecho, logrando una tanda en redondo con la que se lo enroscó hasta cerrar con el de pecho. Atalonado siguió con su faena, pasándolo a pase cambiado por la espada y seguir ligando por el derecho. Cambió la ayuda por la espada y lo mató de una única estocada. Se fue, prácticamente, a la puerta de chiqueros para iniciar su faena con un toro escaso al que tuvo que mimar en exceso. Con doblones por abajo le fue sacando del tercio, muy despacio. Siguió por el derecho, pero el animal tenía una embestida incierta. Le bajaba la mano intentando limpiar el muletazo. El de Núñez del Cuvillo era pegajoso, así que le dió tiempo y cambió al natural, de frente le mostraba la muleta y tiraba de el de uno en uno. Siguió por ese pitón, perdiéndole pasos para tirar de el, pero acabó por retomar el pitón derecho. Girando la cintura y la muñeca intentó dar amplitud al pase, pero se le metió por dentro y casi le prende, decidió no alargar y fue a por la espada, hundiéndola con acierto.

Al segundo de su lote Ventura lo dejó correr para después encelarlo en los medios a la grupa de su caballo y ligarlo, llevándolo ensimismado a los cuartos traseros mientras le corría las tablas. Así logró dejar hasta dos rejones de castigo. Continuó con el tercio de banderillas, pero antes cambió las cabalgaduras.El de Los Espartales parecía tener movilidad y fijeza. Tiró del animal, lo sacó de tablas y lo llevó metido en la grupa, fijándolo para empezar con las banderillas largas. Lo dejó en los medios y provocó el encuentro para dejar los palos con acierto, emoción y calado en los tendidos. El de Los Espartales le duró poco, acusaba su escasez de fuerza desde el inicio, pero terminó por echarse. Lo levantaron, pero tuvo que ser Ventura el encargado de ponerlo todo, tirando de un animal cada vez más mermado. Siguió con las banderillas, hundiéndolas, prácticamente, a toro parado. Lo buscó y provocó en las cortas y en las rosas, también con apelaciones directas al tendido. Fue a por el rejón de muerte, hundiéndolo con acierto doblando el toro de una manera fulminante.

Fernando Adrián bregó con «Pregonero» hasta que lo desarmó, después intentó estirarse con el.

Fernando Adrián bregó con «Pregonero» hasta que lo desarmó, después intentó estirarse con el. Brindó al respetable y a pies juntos en el tercio,  para comenzar su faena, lo pasó por ambos pitones para seguir sacándolo a los medios, con torería. Se decidió por el derecho, dándole sitio y tiempo, llevándolo a media altura, pero el toro le protestaba, soltando la cara y punteando la tela. Se puso al natural, dándole el pecho, con mucha verdad, perdiéndole pasos para ligar. Siguió por ese pitón, pero se le venía recto y le obligaba a rectificar, sacando la cara alta, sin lucimiento. Montó la muleta y de uno en uno siguió con su faena, con un toro cada vez más parado. Adrián quería, pero no tenía toro. Lo metió la mano y lo pasaportó.

Juan Ortega intentó estirarse con «Encendido» que salió desentendido y al que sólo puso llevar hasta los medios. Reinó el caos en los tercios de varas y banderillas. Se alcanzó la faena de muleta, pero Ortega solo lo macheteó y pasó sin más opciones. Rápidamente se fue a por la espada, lo pasó unas cuantas veces más en el tercio, lo cuadró, con muchos esfuerzos y hundió el acero sin acierto, teniendo que descabellar.

Toros de Los Espartales y Núñez del Cuvillo para Diego Ventura, oreja y oreja; Fernando Adrián, oreja y silencio; Juan Ortega, saludos y silencio.

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