La popular frase queda hoy huérfana por la desaparición de uno de los cimientos fundamentales de la vía sevillana del toreo
30 de julio de 2024/Marco A. Hierro
Hoy ya no hay portadas negras por el luto. Hoy las muertes llegan a una sociedad de quita y pon que pone cuando quita o le quitan, pero no analiza lo que pierde ni lo necesario que fue para su razón de ser. De Camas a Sevilla había un Camino desde aquella década prodigiosa de los 60 en que, además del Camino, había un Romero. Hoy ya no hay Camino porque se diluyó esta madrugada para convertirse en historia. En leyenda.
Hay muchos tributos que la tauromaquia le debe al Niño Sabio, pero uno de los más importantes es el de fraguar un concepto partiendo del conocimiento casi mágico del animal. De ahí nacían, después, la naturalidad -porque conocía las reacciones de cada res-, el temple -porque imponía su ritmo a los animales- y el mando -porque sometía adelantándose a la acción que sabía que iba a llegar-. Eso lo convertía en uno de los puntales fundamentales de la historia de la tauromaquia.
Esa chicuelina de mano muy alta al torear, pero muy baja al ceñirse; ese muletazo que parecía más largo porque duraba más en el tiempo que en el espacio; esa caricia suave a la violencia del funo para que no incrementase su furia cuando el genio superaba a la bravura; esa capacidad de análisis inmediato, fruto de la genialidad por genética, por cualidad innata y única que todos sabemos que no volverá a repetirse. Porque los ha habido distintos, los hay diferentes, los habrá de otra manera, pero nunca nacerá otro igual. Ya no hay Camino de Camas a Sevilla.
La letanía de los fieles: Puerta, Camino y El Viti
Al hablar del maestro sevillano deberíamos descubrirnos. Deberíamos recordar su personalidad, no sólo para torear, sino para expresar sus opiniones, para ponerse al frente de una causa; para defender su concepto, bien fuera de tauromaquia, de vida o de eternidad. Sea como fuere, la tauromaquia le debe a Camino una de las más importantes vías del arte de torear. Por ella transitaron después muchos toreros que sustentaron sus primeros pasos en la cumbre que él alcanzó.
«Hoy empiezan donde nosotros terminamos», decía una vez Santiago Martín ‘El Viti’, compañero, amigo y ya único integrante vivo de aquel cartel de leyenda que se recitaba como las alineaciones de los equipos de fútbol: Puerta, Camino y El Viti. Esa frase resumen un concepto mucho más amplio de la mera evolución del toreo desde esos tiempos hasta hoy. Resume su legado, su importancia en la historia: ellos sentaron los cimientos de lo que hoy se llama toreo, que se sustenta sobre lo que ellos fraguaron.
Por eso la pérdida del Camino, que fue de Camas a Sevilla, no es sólo un obituario más en una cuenta de pérdidas que siempre parecen más que las ganancias. Es la desaparición de un personaje de novela para que comience a crecer su mito y su leyenda. Esa siempre estará viva para los que la quieran escuchar.