Adrián de Torres corta la única oreja de la tarde en Madrid

15 de agosto de 2024/Texto y fotos: Patricia Prudencio Muñoz

Las Ventas acogió su tradicional corrida de toros del 15 de agosto, en honor a la Virgen de la Paloma. Los matadores de toros Adrián de Torres, Gómez del Pilar y Jesús Duque se midieron a los ejemplares de la ganadería de José Enrique Fraile de Valdefresno. Los animales dieron variedad y un escaso juego en las faenas, a excepción del quinto, que fue el mejor de la tarde, el cuarto y el primero, que dio juego. Fueron manejables en su conjunto, aunque duraron muy poco en aquellas faenas excesivamente largas que plantearon los diestros. A Adrián de Torres se le agotó rápido el primero de su lote, con el que trató de buscar las teclas y llevar, pero que deslució su entrega con la espada. En el tira y afloja con un toro que miró a tablas encontró expresión, desarrollando una muy buena faena al cuarto. Gómez del Pilar se entregó con el tercero, un toro que le duró poco y con muchas teclas. Cuajó una gran faena ante un buen quinto, que deslució en la suerte suprema y perdió el triunfo. Jesús Duque desarrolló una buena faena en un toro de su confirmación, al que llevó por abajo con matices de clase y torería que se enfrió con lo que tardó el animal en doblar. Con el secto nada pudo hacer, un toro al que mermaron en el caballo.

Jesús Duque saludó al abreplaza, al toro de su confirmación, tratando se estirarse pero sin lucirse con el capote. Brindó y se fue a los medios para iniciar su faena, con un pase cambiado por la espalda con el que después aprovechó la inercia, enroscándose con el. Continuó por el pitón derecho, en una buena tanda en la que le bajó la muleta, le corrió la mano y le apretó y lo llevó muy metido. Cambió al natural y le costó acoplarse con el animal, pero poco a poco ambos encontraron el compás. Le citaba arriba y le iba bajando la mano paulatinamente, para después dejársela en la cara y exigirle por abajo. Dejó notas de torería y clase ante un primero de la tarde que se fue viniendo a menos y que tampoco andaba sobrado de fuerza, pero que se entregó. Falló con la espada, teniendo que descabellar.

Adrián de Torres desarrolló un saludo largo en el que bregó y ganó terreno al segundo de la tarde. El toro se fue poniendo cuesta arriba en los tercios de varas y banderillas. Se alcanzó la faena de muleta y Adrián decidió iniciarla en los medios, teniendo que rectificar con aquel toro incierto. Continuó por el derecho, cruzándose y citándolo con la panza trató de meterlo. Sin embargo, el animal se resistía a entrar, siendo muy reservón, le costaba seguir la tela. El diestro le dio tiempo y sitio, no solo entre tandas, sino también entre muletazos, colocándose y reestructurando las series. Tuvo que acortar las distancias y dejársela puesta en la cara, arrancándole las embestidas una a una, con una continuidad intermitente en la que no pudo bajarle le mano, ya que se caía en sus salidas. Se quedó en el sitio y trató de ligarlo por el derecho, pero el animal ya no pasaba y a punto estuvo de prenderlo.

Gómez del Pilar se dispuso de rodillas para saludar al tercero de la tarde con una larga cambiada. Después le fue ganando terreno hasta sacarlo del tercio, buscando el lucimiento en aquella brega. En la faena de muleta decidió iniciarla genuflexo, pasándolo por ambos pitones en el tercio. Después continuó con la mano derecha, teniendo que tocarlo con firmeza para evitar que lo sorprendiera como en el primer pase, que se le metió por dentro. Le bajó la mano y se impuso, marcándole muy bien el trazo, abriendo la embestida, evitando que se le viniera recto. Cambió al natural, pero el toro no era el mismo y aunque le insistió por aquel pitón no tenía mucho que ofrecer. No tardó en recuperar la mano derecha, por donde pudo pasarlo con mayor profundidad y longitud. Terminó por acortar las distancias y robarle los pases, a base de empeño en una faena de raza. Tardó en doblar.

Adrián de Torres dejó pinceladas con el segundo de su lote, al que logró meter y llevar en su capote. Sin probaturas se dispuso a torear por el pitón derecho, teniendo la muleta preparada, evitando que lo sorprendiera, esperándolo. Insistió sobre aquel pitón, girando sobre su propio eje, tirando y citándolo con suavidad, encontrando la ligazón y cadencia. Entre tandas le dio sitio y tiempo, para después seguirle toreando. Con el cite delantero, atacándolo, logró llevarlo muy metido, atándolo en corto, toreando son sabor y acople entre ambos. Sin embargo tuco que cambiar los terrenos, pues en cuanto vio las tablas se fue a por ellas. Una vez fuera del tercio volvió a ordenar su faena y a lucirse en ella con expresión, cadencia y torería. Cambió al pitón izquierdo, logrando una buena tanda al natural, en la que lo mantuvo dentro. Poco a poco se le fue metiendo en tablas y allí dejó los últimos muletazos con un toro de embestida cansina al que hubo que tocar mucho y al que ya no se podía sacar más, ya solo se defendía. Mató con acierto.

Gómez del Pilar intentó estirarse en su saludo bregado al quinto. Se alcanzó la faena de muleta y, sin probaturas, decidió ponerse de rodillas en los medios para recibir en el engaño al quinto de la tarde. Se lo envolvió y el toro siguió la tela. Le dio tiempo y sitio y sobre el pitón derecho encontró un toro con movilidad y recorrido. Poco a poco fue alargando su embestida, dotando de profundidad a la faena. Gómez del Pilar se asentó con el, pasándolo muy encajado, toreándolo a base de voz y mano baja. El de José Enrique Fraile de Valdefresno se dejaba llevar, siguiendo con celo la tela. Cambió al natural, pero tras una primera tanda, que no llegó a culminar, el animal vio las tablas. Aún así, Gómez Pilar decidió insistir en los terrenos que el animal había marcado, robándole aquellos últimos naturales por abajo, a base despaciosidad, suavidad y mucha voz, guiando en todo momento aquella embestida. Deslució su faena en la suerte suprema.

Jesús Duque no encontró lucimiento en el saludo capotero. En la faena de muleta, decidió iniciarla con un pase cambiado por la espalda. Sin embargo, el animal, después de pasar por el tercio de varas quedó claramente mermado, por lo que perdía las manos con facilidad. Duque lo llevó con suavidad, mimándolo mucho, llevándolo a media altura, sin exigirlo en exceso. El toro quería más que podía y simplemente pasaba, en una faena que no llegaría a romper y en la que no había opciones para la expresión ni el triunfo. Tuvo que hacerlo todo el diestro.

Madrid. Toros de José Enrique Fraile de Valdefresno. Los animales dieron variedad y un escaso juego en las faenas, a excepción del quinto, que fue el mejor de la tarde, el cuarto y el primero, que dio juego. Fueron manejables en su conjunto, aunque duraron muy poco en aquellas faenas excesivamente largas que plantearon los diestros. Adrián de Torres, silencio tras dos avisos y oreja; Gómez del Pilar, saludos tras aviso y vuelta al ruedo; Jesús Duque, vuelta al ruedo tras aviso y silencio.

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