19 de agosto de 2024/Patricia Prudencio Muñoz/Fotos Emilio Méndez
Bilbao abría su serial taurino con una novillada en la que Jarocho, Aaron Palacio y Javier Zulueta se midieron a los ejemplares de la ganadería de José Cruz. Los animales fueron variados en comportamiento, siendo llevaderos y dejándose pasar a base de insistencia y firmeza. Les faltó entrega y fondo, pero sin opciones ante la entrega de los novilleros. Destacó el primero de la tarde, un novillo que fue ovacionado en el arrastre. El peor del festejo fue el sexto, que se apagó en los primeros pases de tanteo. Los aceros evitaron que se cortaran mayores triunfos, empañando faenas de peso en la tarde. Jarocho desarrolló una buena faena al primero de su lote, encontrando acople sobre el pitón derecho. Lo intentó y buscó las opciones a media altura y también por el pitón derecho con un cuarto que no se lo puso fácil. Palacio estructuró a base de calidad y determinación una faena de uno a uno ante un novillo de clase pero sin repetición. El segundo de su lote se vino a menos, impidiendo al novillero encontrar expresión en su faena, a pesar de su firmeza ante el quinto. Zulueta tuvo detalles muy toreros con el primero de su lote, un novillo al que desarrolló una faena templada y lenta. No tuvo opciones con el sexto, que se apagó en el inicio de faena.
Jarocho saludó al abreplaza, un novillo que se frenaba y no me permitió la expresión con el capote al burgalés. Finalmente, el novillo, ante sus condiciones nulas para la lidia, fue devuelto a corrales. En su lugar salió el primer sobrero, un novillo suelto al que frenó Jarocho, logrando encelarlo en el capote, estirándose con el. Se lució después del paso del animal por el caballo con delantales a pies juntos. El quite lo desempeñó Aaron Palacios, siendo bruscamente volteado, aunque sin aparentes consecuencias. Brindó al público desde los medios para después aproximarse al de José Cruz y empezar a pasarlo por ambos pitones, genuflexo, ganándole terreno, sacándolo del tercio. Siguió por el pitón derecho, llevándolo a media altura, ligando y aprovechando en el toreo en redondo la movilidad. Tras una tanta breve continuó por el mismo pitón, alargando el trazo y exigiéndole, bajándole la mano algo más, dejándosela puesta y arrastrando la embestida detrás del engaño. Se lo siguió envolviendo en una serie pausada y suave en la que ordenó y dio forma. Cambió al natural, dejándosela puesta, dándole amplitud, llevándoselo atrás. Se empezaba a parar el animal, recurriendo Jarocho a los adornos para cambiar de mano y volver a llevarlo por el derecho. Intentó cerrar con una serie al natural ante un toro mucho más parado al que pudo pasar un par de veces y colocar en suerte al primero de su lote, al que mató de una única estocada.
Aarón Palacio saludó al primero de su lote por verónicas en un recibo con mucho dinamismo. Por chicuelinas se lo ciñó en exceso. Zulueta, por su parte, salió a los medios y se lució en el quite. Se alcanzó la faena de muleta y Palacio brindó desde los medios. Lo recibió en la franela junto a las tablas, pasándolo por ambos pitones, andándole, llevándolo por alto hasta encararse y rematarlo por abajo en aquel inicio clásico. Continuó por el pitón derecho, cruzándose, buscándole a pitón contrario, enseñándosela en la cara, bajándole la mano y tirando de una embestida que se le resistía. Le dio tiempo y sitio, lo movió y volvió a pasarlo por el derecho. El animal era reservón y no le gustaba sentirse podido, pasándose mucho la entrada en la tela. Cambió al natural, aprovechando los vuelos para llevarlo metido y tratar de darle mayor continuidad a una faena de mucha intermitencia ante la firmeza y determinación de Palacio, siempre preparado para el siguiendo muletazo. Faltó ritmo y emoción en una faena ante un novillo que tenía clase y que quería más que podía. El novillero encontró su faena en el uno a uno con un toreo muy asentado. Hundió el acero a la primera, pero sin demasiado efecto.
Zulueta frenó al tercero de la tarde en un saludo breve y bregado con el que se lo llevó a los medios. Inició la faena agarrado a las tablas, tratando de pasar a un toro que parecía ajeno a la tela. Tuvo que salir tras el y seguir pasándolo con excesiva suavidad y mucho temple, tratando de evitar que volviera a perder las manos. Siguió sobre el pitón derecho, uno a uno, tocando con firmeza y arrastrando la embestida con despaciosidad. Cambió al natural, dando amplitud y longitud al animal, llevándolo a base de tandas cortas, pero bien desarrolladas. Mucha voz y toque firme en los naturales, llevándolo muy metido, sin llevarle la contraria, mimándolo, toreando a media altura para mantener así al animal. El de José Cruz atendía y seguía el engaño, aunque sin emplearse. Retomó el toreo al natural, teniendo que insistirle algo más para que se adentrara a los vuelos, poniendo a base de despaciosidad todo lo que le faltó al novillo. Falló con los aceros.
Jarocho saludó al segundo de su lote con un farol para después bregarlo y tratar de recoger la embestida para encelarlo y llevarlo a la verónica. Destacó el quite de Aaron Palacio, con variedad por tafalleras. Comenzó su faena por alto con un trasteo por ambos pitones mientras se lo llevaba a los medios. Se decidió por el pitón derecho, llevándolo a media altura, pasándolo en un tira y afloja con el que tuvo que reestructurar aquella primera serie. Siguió por aquel pitón con un toro que obedecía y atendía al engaño, repitiendo y dándole ritmo a las series. Sin embargo, no humillaba, saliendo con la cara alta, pero Jarocho supo llevarlo, buscando las teclas para darle forma a su faena. Cambió al natural, bajándole algo más la mano, pero teniendo que cruzarse en exceso y buscarlo a pitón contrario, echándole los vuelos a la cara e insistirle a base de voz y toque firme para que pasara. Se resistió y decidió parar la tanda y cambiar de nuevo al pitón derecho, donde atendía con mayor obediencia y prontitud a los cites. El animal seguía desluciendo en sus salidas, pero Jarocho entendió cual era la forma de pasarlo. No encontró acierto con la espada.
Aarón Palacios se fue a la puerta de chiqueros para saludar a portagayola al quinto de la tarde con una larga cambiada de rodillas, para después dejar un par de faroles, también de rodillas, y lucirse a la verónica. Zulueta aprovechó su turno de quite para lucirse con sello propio. Inició su faena de rodillas, toreando a dos manos, pasándolo por ambos pitones para después levantarse y rematar aquel inicio con el que caló en los tendidos. Con la mano derecha, encajándose y envolviéndoselo, templando aquella embestida con la que también tuvo su tira y afloja por intentar limpiar el muletazo. Le dio sitio e inició una nueva tanda por el derecho, pero le soltaba la cara en cuanto se sentía podido, siendo además algo tardío al cite. Cambió de mano y empezó el torea al natural, echándole los vuelos a la cara, sin bajarle la muleta, llevándolo a media altura, teniendo que insistirle, tocándole en la cara para que pasara. Le costaba encontrar el acople con aquel novillo de embestidas desordenadas y que poco a poco iba acortando su recorrido ante la firmeza de Palacio, que no pudo darle expresión a la faena. Culminó por manoletinas y una única estocada.
Zulueta recibía al sexto de la tarde en el capote, enseñándolo a embestir, acompañando con todo su cuerpo, moviéndolo en aquella brega. Se alcanzó la faena de muleta con un trasteo por abajo para después estirarse y seguir pasándolo por ambos pitones, aunque se quedaba corto e incluso llegó a pararse en el tercio. Montó la muleta en la mano derecha y el novillo pasó a medio gas, andando mientras seguía el engaño, quedándose a mitad del pase, muy despacio. Zulueta ralentizó el compás, tratando de empujar aquella embestida que se había desvinculado de la muleta. Cambió al natural, pero no había mucho más para ofrecer ante un novillero asentado y dispuesto que lo intentaba y buscaba las teclas en una faena vacía.
Bilbao. Novillos de José Cruz (1°Bis). Los animales fueron variados en comportamiento, siendo llevaderos y dejándose pasar a base de insistencia y firmeza. Les faltó entrega y fondo, pero sin opciones ante la entrega de los novilleros. Destacó el primero de la tarde, un novillo que fue ovacionado en el arrastre. El peor del festejo fue el sexto, que se apagó en los primeros pases de tanteo. Jarocho, oreja y silencio tras aviso; Aarón Palacio, ovación tras aviso y oreja; Javier Zulueta, ovación y silencio.