El toreo al natural de Emilio de Justo destaca y corta la única oreja de la tarde en Bilbao (Fotos y Video)

21 de agosto de 2024/Patricia Prudencio Muñoz/Fotos Emilio Méndez

Bilbao acogía el tercer festejo y segunda corrida de toros de su Feria en la que los matadores de toros Sebastián Castella, Miguel Ángel Perera y Emilio de Justo se midieron a los ejemplares de la ganadería de Núñez del Cuvillo. Los animales tuvieron un comportamiento irregular y desiguales en comportamiento. Siendo, además, muy exigentes en las faenas y con muchas teclas que buscar y tocar. Se descomponían en la tela, dificultando la labor de los matadores de toros. Tuvieron muchas asperezas que limar, siendo el tercero el más destacable. Sebastián Castella se entregó con el primero de su lote, buscando las teclas para llevarlo. Lo mató, pero en el descabello le soltó la cara y le provocó un herida por asta de toro. Con el cuarto, un toro de muchas teclas, desarrolló una faena de poder a poder en un tira y afloja constante. Perera lo llevó uno a uno en una faena de teclas, suavidad y despaciosidad para hacer pasar a un áspero e incierto segundo. Con el quinto alternó pitones tratando de encontrar el compás al que acoplarse y hacer su faena, en la que se entregó y dejó detalles de calidad. Emilio de Justo se acabó imponiendo por abajo y al natural ante el primero de su lote, haciendo que la faena rompiera a más. No tuvo mucho que añadir con el sexto, que poseía una embestida que no decía nada y con intención de rajarse.

Sebastián Castella saludó al abreplaza, bregándolo con suavidad, pasándolo y ganándole terreno para poder estirarse al sacarlo del tercio. Se inició la faena de muleta y Castella lo fue llevando, pasándolo por ambos pitones, templando. Le dio tiempo y sitio para iniciar una serie sobre el pitón derecho, envolviéndoselo, bajándole la mano, acompasando las embestidas. Sin embargo, no era del todo claro, teniendo que dejarle siempre la muleta en la cara y no darle más opción que la tela. Muy despacio y con mucho tiempo entre tandas, decidió mostrarlo al natural, pasándolo muy tapado, estructurando y ordenando de tres en tres, echándoselo a la cadera, aprovechando los vuelos, pero sin poder limpiar los muletazos en su totalidad, pues en cuanto tocaba la tela, el animal se descomponía. Volvió al pitón derecho, entre muchas pausas, con un toro que cada vez le costaba más atender al cite, moviéndose a base de arreones. Quiso volver al natural, cruzándose, buscándolo a pitón contrario, buscando esa armonía que le diera acople al final de faena. Metió la mano con aseo pero sin acierto, teniendo que descabellar, siendo feamente prendido en un derrote seco del animal. Lo pasaportó, pero el diestro francés tuvo que pasar a la enfermería herido por asta de toro.

Miguel Ángel Perera se encontró un segundo suelto al que costó encelar en el capote. Lo bregó y llevó prácticamente en los medios. En los tercios posteriores ya se encontraba Castella en el ruedo para cumplir con su papel en el ruedo. Se alcanzó la faena de muleta y Perera lo pasó por ambos pitones entre probaturas lucidas, templadas, lentas y suaves. Se decidió por la mano derecha, pero antes lo movió y le cambió los terrenos, sacándolo a los medios. En aquella tanda por el pitón derecho buscó el acople con un toro que le planteaba brusquedad, soltando la cara, descomponiéndose a su paso. Perera optó por un toque suave pero firme para meterlo y llevarlo en el uno a uno. Al natural le costó limpiar los pases, le punteaba la tela. Insistió, dándole sitio, buscándolo en la media distancia, citándolo con suavidad, acortando poco a poco las distancias, pero sin encontrar orden ni limpieza en aquellas embestidas. Retomó el pitón derecho, dándole mucho tiempo entre pase y pase, dando una continuidad pausada. Despacio y uno a uno hizo su faena, perdiéndole pasos encontrando las teclas con las que pasara. Hundió la espada con aseo y acierto.

Emilio de Justo pudo estirarse con el primero de sublote y tercero de la tarde, andándole y luciéndose por verónicas hasta rematarlo en los medios. Tras saludar una ovación El Algabeño, Emilio de Justo comenzaba su faena junto a las tablas para pasar al de Núñez de Cuvillo hasta sacarlo del tercio con lucido remates por abajo. Cerca de los medios decidió continuar con la mano derecha ante un toro de salida brusca por arriba al que el diestro dejó una primera tanda breve. Siguió mostrando sus argumentos sobre el pitón derecho, bajándole la mano y echándoselo a la cadera en un primer intento de toreo en redondo. Cambió al natural y el tercero seguía acometiendo con brusquedad. Le dio tiempo y sitio antes de volver a meterlo al natural, ralentizando el compás y metiendo al toro en la muleta, alcanzando la expresión. El toro pasaba fijo en la tela ante las demandas de un Emilio de Justo que se había impuesto. Retomó el pitón derecho encontrando continuidad, pero con menos armonía que al natural. Culminó genuflexo, metiéndose en tablas para la suerte suprema.

Castella tuvo que esperar para poder encelar al segundo de su lote en el capote, pues salió suelto y costó llevarlo de nuevo a la tela. Aún así, el francés, con un aparatoso vendaje, logró lucirse por abajo. Sin probaturas tuvo que pasarlo genuflexo Castella al toro, que lo sorprendió. Una vez en los medios, ahora sí, pudo brindar al público. Siguió por el pitón derecho con un toro que arremetía con fuerza, se movía y le daba ligazón a una faena que se podía prever de intensidad. Le dio tiempo y sitio para seguir con la mano derecha, dándole salida pero siempre con la muleta puesta para aprovechar la inercia y ligar. El toro tenía mejores entradas que salidas, siendo bastante áspero. Castella empezó a llevarlo al natural, siempre marcando el trazo con la ayuda, desarrollando una serie muy marcada por las pausas. El francés, al que desarmó el de Núñez de Cuvillo, continuó por el izquierdo, pero optando por el uno a uno, abriendo el compás y dándole salida. Volvió a montar la muleta en su mano derecha y empezó a llevarlo en un tira y afloja de poder a poder. Fue exigente y, aunque se mantuvo fijo en la tela, tuvo que hacerle las cosas muy despacio y con mucha suavidad para evitar que se descompusiera, metiéndose además entre pitones. Mató con acierto.

Perera frenó al quinto para después estirarse por verónicas con el al tiempo que le iba ganando terreno. Sin probaturas se dispuso de rodillas desde los medios para iniciar su faena, aprovechando la inercia del animal para levantarse y seguir ligando muletazos. Más cerca del tercio, se dispuso con la mano derecha, encontrando un toro con movilidad y ritmo que le daba continuidad a la serie. Fue una primera tanda breve, que dio paso a una nueva serie por ese pitón, bajándole la mano, respetando sus tiempos con un buen toreo en redondo. Cambió al natural, le adelantó la mano y llevó metido en los vuelos a un toro que embistió por abajo, aunque levantara algo más la cara en mitad del pase. Volvió a montar la muleta en la mano derecha, le buscó a pitón contrario y lo fue pasando, cada vez con más pausas, pero siguiendo en el engaño. Quiso retomar el pitón izquierdo, dándole mayor largura a los pases, llevándolo más lejos. El toro tardó en doblar con la estocada del extremeño.

El sexto salió suelto, pero Emilio de Justo logró llevar a cabo su saludo capotero con alguna que otra pincelada. Rodilla en tierra empezó el diestro su faena para pasarlo por ambos pitones. Una vez en los medios siguió pasándolo. Muy despacio y con mucha suavidad empezó a llevarlo Emilio de Justo. Por el pitón derecho,  pasó a media altura a un toro sin emoción ni entrega que se mantenía fijo en la tela y pasaba con nobleza por ella. El diestro se mantuvo asentado, pero el de Núñez del Cuvillo tenía poco que ofrecerle, mirando a tablas y con intención de rajarse. Al natural le perdió pasos y tiró de el siguiendo la inercia, tocando y llevando pero sin que aquella embestida dijera nada. Culminó por ayudados por alto y una estocada con la que el animal tardó en doblar.

Bilbao. Toros de Núñez del Cuvillo. Los animales tuvieron un comportamiento irregular y desiguales en comportamiento. Siendo, además, muy exigentes en las faenas y con muchas teclas que buscar y tocar. Se descomponían en la tela, dificultando la labor de los matadores de toros. Tuvieron muchas asperezas que limar, siendo el tercero el más destacable. Sebastián Castella, palmas y saludos; Miguel Ángel Perera, saludos y saludos; Emilio de Justo, oreja y saludos.

 

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