22 de agosto de 2024/Patricia Prudencio Muñoz/Fotos Emilio Méndez
Bilbao acogía el cuarto festejo y tercera corrida de toros de su Feria. Los matadores de toros José María Manzanares, Alejandro Talavante y Andrés Roca Rey se midieron a los ejemplares de la ganadería de Victoriano del Río. Los animales fueron variados en comportamiento aunque flojos y desrazados que dieron pocas opciones, dificultando la labor de los matadores, que trataron de imponerse y buscarles las teclas. El lote más completo fue el de Manzanares, el primero y el cuarto, este último tuvo clase y bravura aunque algo flojo. El sexto le permitió a Roca Rey el triunfo mayor. Manzanares encontró acople con el primero de la tarde, aunque por tiempo limitado, llevándolo cosido a la tela en una faena repleta de temple, ligazón y pulcritud. Con el segundo de su lote, un toro bravo, con clase, pero sin fuerza, desarrolló una faena ligada y limpia basada en la brevedad de las series en las que dejó calidad y torería, imponiéndose con temple y poder por abajo. Talavante alargó en exceso con su primer toro, un animal que le duró poco y que se fue viniendo a menos. Poco pudo hacer con el quinto, un toro soso y sin celo que simplemente pasaba sin decir nada. Roca Rey trató de imponerse en un tira y afloja al deslucido tercero que se fue viniendo a menos en la faena, sin querer dejarse llevar. Cuajó con el sexto una faena de intensidad y poder dosificado con el que logró que el toro rompiera a más y dejara lo más destacado de la tarde, sobre todo al natural.
Manzanares no pudo estirarse con el abreplaza, al que recibió en el capote con una brega llevada. Inició la faena con un ligero tanteo para después echarse la muleta a la mano derecha, darle sitio y empezar a llevarlo junto al tercio. Lo movió y llevó hacia los medios para después continuar sobre el mismo pitón con una tanda ligada en la que lo cosió al engaño a base de temple, dejándosela puesta y envolviéndoselo. Desarrolló series cortas pero de mucha intensidad en la que le bajó la mano, consiguiendo la ligazón, una ligazón limpia en la que el animal no tocó la tela. Cambió al natural, consiguiendo que siguiera la tela, dándole amplitud y profundidad. Retomó el pitón derecho en una tanda infinita en la que el animal respondió embistiendo con celo, movilidad y transmisión. Cada vez había que tocarle con más firmeza, saliendo de la muleta más desentendido. Mató de una única estocada.
Talavante recibió al primero de su lote y segundo de la tarde al que bregó y llevó buscando estirarse a la verónica, pero con el que solo pudo dejar alguna pincelada. Saludó Javier Ambel una ovación tras su actuación con las banderillas. Se alcanzó la faena de muleta y el diestro lo tanteó por ambos pitones mientras lo sacaba del tercio. Aquel inicio fue lento, demostrando alguna que otra opción para la faena. Eligió el pitón izquierdo, marcando el trazo para después de unos cuantos naturales, reestructurara la serie y empezara a llevarlo con los vuelos por abajo. El animal empezaba a flojear y Talavante mientras tanto cambiaba al pitón derecho, en una tanda en la que faltó acople. Le dio tiempo y sitio, y volvió a ese pitón derecho, bajándole la mano, mostrando poder y envolverse a un animal que salía sin clase ni lucimiento, perdiendo incluso las manos. Cada vez se quedaba más corto y aunque tenía fijeza y seguía el engaño, así que el extremeño le levantó la mano y trató de alargar el trazo para llevarlo hasta el final. En cuanto tocaba la tela se descomponía, viniéndose a menos. Se le hizo cuesta arriba matar al de Victoriano del Río, metido totalmente en tablas. Falló con la espada.
Andrés Roca Rey llevó al tercero de tarde, un toro que se quedaba corto y no le dio opciones a lucimiento. Inició la faena de muleta agarrado a las tablas, apurándose, pasándolo por ambos pitones sin moverse ni un solo centímetro. Tras aquel inicio que culminó a pies juntos terminó por calar hondo en los tendidos. Continuó por el pitón derecho, bajándole la mano, tratando de limpiar los muletazos con un toro que metía bien la cara, pero que tenía una salida un tanto desmedida y deslucida. Insistió por el pitón derecho, llevándolo en largo, envolviéndoselo. Cambió al pitón izquierdo, siendo algo más incierto el de Victoriano del Río en los pases al natural. Roca le dio salida y amplitud, marcando el recorrido con la ayuda, pasándolo uno a uno, siempre imponiéndose el diestro. Volvió a montar la muleta en su mano derecha, pasándolo totalmente asentado en el firme. Lo buscó a pitón contrario y volvió a reestructurar la tanda, después de que lo desarmara. Sin embargo, hubo mucha intermitencia y muchas pausas en la faena del peruano, con un toro que cada vez iba a peor. Le metió la mano con habilidad y salieron los de plata, pero Punta resultó prendido feamente.
Manzanares saludó al cuarto de la tarde encelándolo en el capote para después estirarse por verónicas muy templadas en el tercio. Se lució en el quite por chicuelinas también Manzanares. En la faena de muleta eligió un tanteo por alto, pasándolo por ambos pitones, mimando la embestida sin exigirle en exceso, pues no andaba sobrado de fuerzas. Siguió con la mano derecha, corriendo la mano muy despacio, logrando que el animal siguiera la tela a buen ritmo. Le dio tiempo y sitio antes de recomponer la serie y volver a meterlo por el pitón derecho, encajándose con el animal, logrando una tanda por abajo de temple y poder. Volvió a dar pausa entre series para después citarlo y llevarlo, sin embargo no se le podían hacer las cosas de cualquier manera. Solo con temple y poder se le podía pasar, dejándosela puesta en una tanda con firma propia. Al natural, siempre manteniendo a un toro algo flojo, le llevó por abajo aprovechando la amplitud de los vuelos para lucirse y vestir la serie con el toreo en redondo, encontrando una buena embestida, de clase y bravura. Volvió al pitón derecho, llevándoselo a la cadera, con profundidad, en una serie muy limpia y continuada basada en la brevedad. Metió la espada al segundo intento.
Talavante recibió al quinto, un toro al que pudo llevar en el percal, estirándose a la verónica mientras le iba ganando terreno y sacando del tercio. Inició la faena de muleta a pies juntos, pasándolo por alto, por ambos pitones. Lo movió y pasó para sacarlo del tercio y empezar con una serie por el pitón derecho ante un toro incierto y desfondado que no bajaba la cara. Era reservón y le costaba atender a las demandas de Talavante. Logró aprovechar la inercia y darle continuidad a una embestida deslucida, teniendo que llevarlo a media altura. Se echó la muleta a la mano izquierda, dándole largura a los naturales, dejándosela muy puesta y tirando del animal para meterlo en el siguiente pase. Sin embargo, tuvo que llevarlo al ritmo y altura que el de Victoriano del Río marcaba, pues el toro pasaba una y otra vez sin emoción ni transmisión. Quiso retomar las series por el pitón izquierdo, mucho más brusco y desmedido en sus salidas. Cada vez se iba apagando más el quinto de la tarde, así que el diestro cambió la ayuda por la espada. Tuvo que hacerlo todo Talavante, entrando varias veces a matar.
Roca Rey se midió al sexto en el capote, al que bregó y llevó, teniendo que sacarlo del tercio para pasarlo con alguna que otra pincelada. Viruta saludó tras culminar el tercio de banderillas una merecida ovación. El peruano se fue directo a los medios para brindar al público. Se mantuvo en aquellos terrenos para recibir al sexto en la muleta, esperándolo de rodillas para pasarlo con varios pases cambiados por la espalda, sin rectificar. Se levantó el diestro y el público lo acompañó para ovacionarlo. Cambió los terrenos, dándole distancia, para después adelantarle la mano y pasarlo, aunque sin acoplarse a aquella embestida deslucida. Acabó metiéndolo en la tela, midiendo muy bien la altura, sin terminar de bajarle la muleta para evitar que le perdiera las manos. Mucho tiempo entre series para ayudar al animal, toreándole muy a su favor. Rompiendo la cintura se lo envolvió y pasó por donde quiso y como quiso, en un pase de pecho infinito para culminar una serie en la que el toro rompía a más. Al natural, acompañó la embestida de principio a fin, llevándolo a base de vuelos, dándole largura a unos pases que parecían infinitos, pasándolo con suavidad y mucho poder. Continuó por el pitón izquierdo, con profundidad y determinación en los pases, dejándosela puesta para culminar aquella serie metido en las distancias cortas. Apuró con el derecho, metiéndose entre pitones, con circulares invertidos para después culminar con una estocada efectiva.
Bilbao. Toros de Victoriano del Río. Los animales fueron variados en comportamiento aunque flojos y desrazados que dieron pocas opciones, dificultando la labor de los matadores, que trataron de imponerse y buscarles las teclas. El lote más completo fue el de Manzanares, el primero y el cuarto, este último tuvo clase y bravura aunque algo flojo. El sexto le permitió a Roca Rey el triunfo mayor. José María Manzanares, oreja; Alejandro Talavante, silencio tras aviso y silencio; Andrés Roca Rey, silencio y oreja.