
Los dos jóvenes novilleros muestran sus cartas en un festejo donde dieron un paso adelante en una campaña crucial en sus carreras
28 de abril de 2025/Pablo López Rioboo
Con el nivel 3 de emergencia decretado por el Gobierno y el nivel 1 por el ayuntamiento hispalense comenzaba una novillada -retrasada en 25 minutos respeto a su horario inicial- donde por no fallar, no falló, ni una afición que ocupó en más de la mitad de su aforo los escaños del Coso del Baratillo. Una novillada armónica y hecha para embestir, un festejo en el que saltaron al ruedo varios animales de nota. Ayer se demostró que sigue existiendo el utrero de Sevilla, ese que debería volver en los festejos de mayo y junio por el bien de los novilleros anunciados y el aficionado. Un cartel que debería repetirse la temporada venidera acompañados ambos novilleros -ya matadores de toros- de una figura del toreo que ampare a dos jóvenes con un futuro prometedor.
Marco Pérez paseó una oreja del encastado y exigente primero, pero sería en el quinto donde cincelaría una faena de mando y pulso ante uno de los novillos interesantes del encierro, ese al que le cortaría una oreja de peso por una labor de mayor pulso y tacto que a su primero. Una novillada donde mostró la capacidad que atesora y ese concepto del toreo que defiende a capa y espada. Sevilla supo valorar todo lo bueno que hizo un joven novillero que tiene una prueba de fuego con seis novillos en Madrid. Por su parte, Zulueta volvió a dar un paso más en su progresión como novillero en una tarde donde entendió perfectamente aquello que le exigieron los animales que le cupieron en suerte. La oreja del cuarto fue de esas que valen su peso en oro por el trasfondo que tuvo la misma, pero su labor al segundo también caló en unos tendidos que disfrutaron de su personalísimo concepto del toreo. El sevillano cinceló su tarde más rotunda de su corta carrera, un festejo en el que deletreó el toreo, ese en el que la luz del mismo emergió en una tarde que se cerró pasadas las diez de la noche.
Marco Pérez le pasea la oreja al encastado primero
Se fue a la puerta de chiqueros Marco Pérez a recibir al primero de la tarde, un astado bien presentado de Talavante que se desplazó sin humillar en exceso al capote del salmantino. Se le vio fresco de mente y suelto de muñecas tanto en la lidia como en el posterior quite por chicuelinas. Mismo palo que utilizaría un Zulueta tras medírsele el castigo en el jaco. Conectó con los tendidos desde los estatuarios del comienzo de la serie, esos que serían la antesala de primera tanda a derechas con el de Talavante embistiendo con todo. Una serie vibrante donde acertó en dejársela en la cara, no dejarle pensar y tirar de un astado que embistió con todo. Por el izquierdo mantuvo la movilidad, pero en este caso a media altura y con menor profundidad. Pese a su enorme disposición faltó un punto de reposo, despaciosidad y templanza en el primer novillo de su carrera en esta plaza. Se le vio en novillero, arreando en todo momento y no dejándose ganar la pelea por el encastado animal pacense, un utrero al que le faltó ritmo para reducirse. Finalizó su trasteo en las cercanías antes de dejar una estocada algo tendida que le valió la primera oreja de la tarde.
Zulueta aprovecha la almibarada embestida del segundo, pero un pinchazo deja todo en una cerrada ovación
Jaleó la Maestranza el recibo capotero de Zulueta al colorao que hizo segundo, un animal con gran clase al que le cogió el ritmo desde el primer lance. Todo lo hizo con temple y suavidad en un saludo que caló rápidamente en los tendidos. Se le midió el castigo en el jaco antes de dejar el salmantino un suave quite por delantales. Muy torero fue el comienzo de faena del sevillano, siempre buscando abrirle los caminos al astado y llevarlo hacia adelante. Acarició la almibarada embestida del utrero en una serie en redondo presidida por el ritmo. El de Talavante se fue a los vuelos colocando la cara y haciendo el avión cuando ambos se cogieron el ritmo. Se le vio pausado y relajado al novillero, siempre buscando torear con la cintura ante un superclase de Talavante no sobrado de fortaleza. Toreó con las bambas, siempre asentado y sabiendo que todo había que hacérselo despacio al venir ya el toro con la velocidad reducida si se le traía enganchado. Si bien es cierto que le faltó mayor transmisión al animal, este nunca negó una embestida. Fue una faena de fino estilista ante un ejemplar que acusó la voltereta sufrida en el saludo capotero. Consciente de ello le dio tiempo y distancia para que este viniera con inercia, pero el animal se fue apagando poco a poco como una velita. Se gustó en los remates finales antes de enterrar el acero al segundo intento. Tras una tímida petición de oreja saludó desde el tercio.
Marco Pérez por encima del desrazado tercero
Suelto y desentendido de los capotes salió un tercero al que Marco Pérez tuvo que ir a recibirlo más allá del tercio pese a no poder lucirse de capa. Acudió con franqueza al caballo en un tercio de varas donde empujó con los dos pitones. Consciente de la justeza de raza de su oponente, Marco decidió aprovechar la inercia del novillo comenzando su labor con pases cambiados por la espalda, esos que serían la antesala de una tanda en redondo donde acompañó la embestida pasadora del animal. Pese a faltarle cierto ajuste a su trasteo el salmantino dibujó naturales sueltos donde siempre buscó llevarse al animal tras la cadera. Pero a esas alturas de su labor el animal ya tenía medias embestidas, algo que le quitó eco a la parte final del trasteo. Tras dos pinchazos y una estocada fue finalmente silenciado.
Zulueta se rompe al natural y le pasea la oreja a otro interesante animal de Talavante
Suelto y abanto también resultó el cuarto, un utrero que no terminó de desplazarse en el capote de Zulueta, novillero que brindaría la muerte del animal a su compañero de cartel. Muy torero volvió a ser el comienzo de una obra que tuvo su punto álgido en un sensacional cambio de mano. Volvió a tomarle rápidamente el ritmo al animal en una primera serie en redondo donde acarició la embestida de otro novillo que quiso tomarla con calidad. Un astado que se ralentizaba cuanto más sometido iba, protestando si se le llevaba a media altura. Gateó el de Talavante a zurdas cuando Zulueta lo llevó enganchado, ahí redujo su embestida en un muletazo de seda pura. Por el derecho le faltaron finales a un ejemplar que tuvo muy buen embroque, pero al que le costaba empujar por abajo en el último tramo del muletazo. Su labor volvió a tomar vuelo cuando citó de frente y a pies juntos, por ahí volvió a dibujar un ramillete de naturales con reminiscencias a la familia Vázquez. La estocada fue defectuosa, algo que puso en su mano la oreja del animal pese a existir petición mayoritaria de una segunda. Aguantó Luque Teruel el mar de pañuelos para dar verdadero peso al premio otorgando.
Marco Pérez canaliza en su muleta la franca embestida del quinto y le pasea la oreja
Se volvió a ir a la puerta de chiqueros el salmantino para recibir al quinto, un jabonero que salió suelto tras la larga de recibo. Por delantales lo sujetó en el centro del anillo antes de clavar el animal los pitones en el albero y sufrir una fea costalada. Como a sus hermanos anteriores Marco volvió a darle distancia para posteriormente empaparlo de muleta y no dejarlo pensar. Buscó no apretarle de inicio para posteriormente ir bajándole poco a poco la mano a un astado que la tomó con cierto ritmo que siempre fue agradecido cuando se la dejaban muerta y tiraban de él con pulso. Por el izquierdo tuvo un punto más de clase, embistiendo con ritmo sostenido cuando el muletazo venía enganchado. Firme y asentado estuvo el salmantino, mostrando este el oficio que fue conseguido con el paso del tiempo. Volvería a la derecha para cincelar una tanda mandona ante un novillo que -por ese pitón- todo lo hizo a media altura pese a tener buen embroque. Molestó algo el viento en una desmayada tanda en redondo donde se dejó llegar una enormidad al utrero demostrando el salmantino su gran valor y capacidad. Le funcionó la cabeza tanto delante de la cara del animal como a la hora de estructurar una labor que nunca perdió la intensidad. El pinchazo previo a la estocada no evitó que paseara la oreja del último astado de su lote.
Zulueta saluda una ovación tras cincelar una faena tan sorda como interesante al natural
Salió como un obús el sexto, ejemplar al que recibió Zulueta a portagayola en un claro gesto de compromiso con su afición. Variado volvió a estar con la capa ante un utrero que se movió con transmisión. De hinojos -por estatuarios- recibió al animal antes de una primera serie donde el de Talavante embistió soltando la cara y sin emplearse. La clave -al natural- estuvo en esperarlo y dejar que fuese este el que la tomara cuando el sevillano se la dejara muerta en el hocico. Zulueta asentó zapatillas y le corrió la mano con temple en una labor desigual pero con muletazos de su personal concepto. Por el derecho acortó siembre el viaje quedándose debajo, no permitiendo que Javier le andara por la cara, de hacerlo tendía a arrollar. Labor para aficionados que muestra la evolución de un novillero que tomará la alternativa en la próxima Feria de San Miguel.
FICHA DEL FESTEJO
Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Lunes, 28 de abril de 2025. Feria de Abril, tercera de abono. Novillada con picadores, mano a mano. Más de media plaza.
Novillos de Talavante, de impecables hechuras e interesante juego. De encastada embestida un primero al que le faltó ritmo; de gran clase y ritmo sostenido un segundo que se apagó pronto; de pasadora embestida el desrazado tercero; con ritmo y calidad un cuarto de gran pitón izquierdo; con ritmo y clase un quinto que la tomó con franqueza y humillación a zurdas; de descompuesta y geniuda embestida un sexto con aristas.
Marco Pérez (malva y oro): oreja, silencio y oreja.
Javier Zulueta (botella y azabache): ovación con saludos, oreja tras petición y ovación con saludos.
INCIDENCIAS: El festejo comenzó con media hora de retraso tras el apagón sufrido en el día de hoy saludando Marco Pérez y Javier Zulueta tras romper el paseíllo.
CUADRILLAS: Saludaron montera en mano Daniel Duarte, Juan A. Maguilla, José A. Prestel y Elías Martín