
13 de octubre de 2025/Pablo López Rioboo/Foto: Eduardo Procuna
Alejandro Talavante aprovechó al extraordinario segundo de Domingo Hernández, de vuelta al ruedo, para cuajar una importante obra por naturales y desorejarlo; deslucido festival en conjunto con esfuerzos de Manuel Jesús ‘El Cid’, Juan Ortega, Pablo Aguado -que dejó una seria faena al cuarto-, Manolo Vázquez, Javier Zulueta y el novillero Manuel Domínguez, que perdió con el acero el premio ante el exigente séptimo.
Siete novillos-toros de Domingo Hernández, Talavante, Juan A. Ruiz ‘Espartaco’ y El Parralejo se lidiaban, esta tarde en el Festival Taurino ‘Homenaje a la Dinastía de los Vázquez’ y a beneficio de la bolsa de caridad de la Hdad. de San Bernardo y la Hdad. del Amor en La Maestranza. El cartel lo componían Manuel Jesús ‘El Cid’, Alejandro Talavante, Juan Ortega, Pablo Aguado, Manolo Vázquez, Javier Zulueta y Manuel Domínguez (novillero sin picadores).
El Cid porfia con el desclasado y temperamental primero, y es ovacionado
‘Zoletillo’ llevaba por nombre el primero de la tarde, un astado de Espartaco al que le costó salirse de los vuelos en el recibo capotero de El Cid. Fría anduvo la gente con el de Salteras en un saludo a media altura, donde lo mejor se vio en la media de cierre. Cuando Manuel llevaba al novillo al jaco, este hizo caso omiso al toque y se vino muy por dentro, echándoselo a los lomos de fea manera. Se levantó sin mirarse para volver a la cara de un ejemplar distraído y de embestidas desiguales. Acertó el sevillano al dejarle la muleta puesta, sin darle tiempo a pensar a un animal con chispa, pero exento de clase. Anduvo firme y templado un espada que buscó limar las asperezas de este abreplaza. Ni uno tuvo por el izquierdo, pitón por el que se vino al pecho. Volvería a tomar la diestra, pero el novillo ya tenía medio viaje. Se rajó, imposibilitando la ligazón en un final de trasteo donde porfió sin suerte el diestro de Salteras. Tras una estocada casi entera y algo perpendicular, saludó una ovación.
Talavante se rompe al natural con un segundo de vuelta y le pasea las dos orejas tras pedirse el indulto
De Domingo Hernández era el segundo, un castaño bajito de nombre ‘Galeono’, al que Talavante recibió con lances a una mano antes de cerrar su personal saludo con una serpentina y una media de fino trazo. Quiso hacerlo todo muy despacio, al igual que en un quite por chicuelinas de mano baja, donde el astado salmantino volvió a evidenciar que le costaba más ampliarse a zurdas. Tras pasar por el jaco, cinceló una serie de verónicas a cámara lenta con el novillo, medido de fortaleza, que embistió al paso. Por alto y sin quebrantar al animal inició su trasteo el pacense, torero que aprovechó la calidad del de Domingo Hernández para dibujar muletazos en redondo de gran cadencia. Novillo que siempre se sintió más cómodo en la media distancia. Alejandro le corrió la mano con templanza, respondiendo el de Domingo Hernández. A zurdas, gateó este ‘Galeono’ cuando Talavante se la dejó muerta y lo llevó enganchado en la franela. Reposado, y siempre jugando con las alturas y las distancias, el pacense dejó naturales de suma despaciosidad, esos que fueron cantados por unos tendidos que vieron la versión más reposada de un torero que todo lo quiso hacer despacio. Finalizó con manoletinas de su personal corte antes de volver a tomar la zurda tras una injustificada petición de indulto. Talavante prosiguió con su faena ante un novillo que nunca dejó de tomarla con clase, pero al que ya le faltaba vida. Pareció reinar la cordura: Talavante se perfiló y enterró el acero. Dos orejas para el torero y vuelta al ruedo —no pedida por unos tendidos que antes habían exigido el indulto— para el enclasado y humillador novillo salmantino.
Silenciado Ortega con el deslucido tercero
También de Domingo Hernández fue ‘Pintoresco’, novillo con el que Ortega no pudo soltarse de capa. Buscó el sevillano abrirle los caminos a un animal suelto y con un constante calamocheo, al que le costó desplazarse en las telas. Brindó Juan su faena a Manolo Vázquez —matador de toros de dinastía y presente en el cartel—, esa que comenzó rodilla en tierra, con toreros ayudados por alto a dos manos. Pese a dejársela puesta en la cara y no dejarle pensar, Ortega no consiguió que el novillo rompiera en las telas, saliendo suelto y desluciendo la tanda. Al natural buscó pulsearlo, pero este salía siempre con la cara alta. Pese a la porfía del espada hispalense, el utrero cada vez se quedó más corto, obligando a Juan a irse a por la tizona. Se volcó en la suerte suprema para dejar una estocada en muy buen sitio fue silenciado.
Por encima Aguado del deslucido cuarto: una faena de toreo callado
Marcado a fuego con el hierro de Talavante fue el cuarto, un toro con los cuatro años cumplidos el pasado mes de agosto, que no se desplazó en el capote de Pablo Aguado. Se iría ovacionado Mario Benítez tras picar a ‘Esparraguero’, un toro medido de fortaleza que llegó a la muleta sin acabar de entregarse en los chismes. A base de dejársela puesta y perderle unos pasitos, Aguado consiguió que el animal empujara algo más en los trastos. Le tapó siempre la cara, jugó con las alturas y las distancias, pero el de Talavante seguía sin querer tomarla con ritmo. Al natural, robó un ramillete de muletazos —unos con más ritmo que otros— gracias a una gran colocación y a su innato sentido del temple. Nuevamente tomaría la derecha para dejar una mandona serie en redondo a pies juntos. Los primeros fueron de uno en uno —siempre alargando la mano—, para posteriormente dejarle tres más y el de pecho, muy jaleados por los tendidos. Esos mismos tendidos volvieron a cantarle sus buenas maneras y su disposición delante del astado, en una serie al natural tan bella como mandona. Si bien es cierto que alguno de esos naturales los tomó el animal con ritmo, otros fueron por dentro y con la cara alta, algo que dimensionó lo realizado por el torero. Tras un torero final de obra, cerró su sincera y asentada labor, que remataría con una estocada arriba. Muy fría anduvo la plaza, esa que, tras entrar en su labor, pidió de forma muy tímida el trofeo. Ovación para un espada que cerraba con una entonada labor su interesante temporada en el coso del Baratillo.
Silenciado Manolo Vázquez con el apagado quinto
‘Marquesón’, también del hierro de Espartaco, salió en quinto lugar. Toro con la edad cumplida el pasado mes de septiembre, que no dejó estirarse de capa a un Manolo Vázquez que trenzaba su primer paseíllo en Sevilla tras tomar la alternativa. Sí se gustó más en un corto pero templado quite a la verónica: tres lances y una media que dejaron buen sabor de boca al torero dinástico. Brindó a sus compañeros antes de dejar un inicio por alto junto a tablas. Ya más allá del tercio, Vázquez buscó torear despacio a un animal que embistió siempre a media altura. Al natural, tampoco su labor tomó vuelo, esfumándose la posibilidad de dar un golpe en la mesa en su plaza. Mostró disposición, pero no iba a ser esta la tarde de su triunfo en Sevilla. Tras enterrar el acero y dar cuatro golpes de verduguillo, fue silenciado tras sonar un aviso.
Silenciado Zulueta con el manso y huidizo sexto
Volvíamos al hierro de Talavante en el sexto capítulo del festejo. Este fue un utrero colorado al que Zulueta recibió con un recorte de hinojos antes de dejar un ramillete de verónicas de su personal y templado concepto. Siempre con tendencia a salirse suelto, este ‘Currillo’ tampoco se empleó en el caballo, saltando la cara y evitando que Pedro Morales ‘Chocolate’ pudiera meterle las cuerdas en el primer encuentro. Sí quiso quedarse con el animal en un segundo paso por su cabalgadura, ese donde tampoco el de Talavante empujó por derecho. Novillo mandón que siempre tuvo querencia a tablas, un astado que salió desentendido de la suerte y que, si no venía tapado, tendía a arrollar. Porfió sin suerte un Zulueta que tuvo que abreviar tras ver cómo el animal salía despavorido cada vez que lo citaba de muleta. Metió con habilidad la mano para dejar una media estocada algo perpendicular, que fue suficiente. Silencio.
Domínguez se deja con la espada la oreja del exigente séptimo
‘Zurracapote’ llevaba por nombre el séptimo y último de la tarde, un eral de El Parralejo que embistió con humillación y mucho carbón al capote de un Manuel Domínguez que se lució a la verónica. Volvería a tomar el capote para dejar un quite por chicuelinas que caló una enormidad en unos tendidos que despertaron del sopor tras las actuaciones de Vázquez y Zulueta. Muy torero fue el inicio del joven sin caballos, novillero que volvió a evidenciar su facilidad a la hora de manejar los trastos. Acompañó la enclasada embestida del astado onubense en una serie de gran expresión. Ya había cantado el eral que no le gustaban las cercanías: de acortarlas, tendía a arrollar. Al natural, el novillo tendió a reponer siempre, venciéndose e imposibilitando la ligazón. Volvió a cogerle el ritmo por el derecho, dejando una meritoria serie con el novillo perdiendo humillación y recorrido. Nuevamente sería volteado, quedándose Domínguez a merced de este ‘Zurracapote’. Por alto finalizó su entregada labor antes de pasaportar de estocada y varios golpes de descabellos a este exigente —y nada fácil— eral de El Parralejo. Saludaría una cerrada ovación desde el tercio tras sonar un aviso.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Festival Taurino con picadores ‘Homenaje a la Dinastía de los Vázquez’ y a beneficio de la bolsa de caridad de la Hdad. de San Bernardo y la Hdad. del Amor. No hay billetes.
Novillos-toros, por este orden, de Juan A. Ruiz ‘Espartaco’ (primero y sexto), Domingo Hernández (segundo y tercero), Talavante (cuarto y sexto) y El Parralejo (séptimo). De decepcionante juego en su conjunto salvo el importante segundo, de vuelta al ruedo.
Manuel Jesús ‘El Cid’, ovación.
Alejandro Talavante, dos orejas.
Juan Ortega, silencio.
Pablo Aguado, ovación.
Manolo Vázquez, silencio tras aviso.
Javier Zulueta, silencio.
El novillero sin picadores Manuel Domínguez, ovación tras aviso.