Tarde sin trofeos en Cali

28 de diciembre de 2025/Javier Baquero

Bajo el cielo soleado de un Cali de feria se cumplió el tercer festejo, la corrida Zapatera, un festejo misto, donde se anunciaron los matadores Luis Bolívar y Alejandro Talavante, junto a la novillera Olga Casado, se lidiaron astado de la dehesa de Ernesto Gutiérrez, bien presentados y de juego variado. La plaza registró una entrada cercana al medio aforo.

Luis Bolívar

El diestro colombiano, saludó de larga cambiada a Algodonero, de 476 kilos un negro apretadizo de carnes. La Verónica dio continuidad con mucha suavidad. Con mucho mimo Luis llevó el toro a una distancia larga, para que Arandia pudiese colocar la vara. Bolívar brindó a sus socios en la empresa. Con mucha técnica el colombiano llevó prendidas las embestidas del negro de Gutiérrez. Las tandas fueron entonadas, el temple, las distancias precisas y la mano baja fueron el común denominador. Bolívar mostró su madurez plasmada un buenos momentos. El colombiano daba tiempo entre tanda y tanda, facilitando que el toro no se sintiera acosado. El astado fue noble, fijo en el engaño y agradecido en cada pasaje, bajando su cabeza y persiguiendo el trapo rojo. Luis tomó la espada y dejó lamentablemente una estocada desprendida y trasera. Una segunda cita fue definitiva pero el trofeo ya se había perdido.

Con el cuarto del festejo, Bolívar recibió con dos largas y cinco verónicas a Panadero otro bonito toro de Gutiérrez, apretadito con sus 474 kilos. Bolívar mismo puso en suetercito al toro para las banderillas. Rindió al público, rodillas en tierra y cinco muletazos que iniciaron con un cite a la distancia, para empalmar luego con tandas entonadas de buenos muletazos. Entre tanda y tanda las distancias pronunciadas y un toro partiendo de lejos. Fueron tandas de mucho arte, embarcando muy adelante, tirando del toro y llevándolo muy atrás. La suavidad en las embestidas mostraron lo bueno de Gutiérrez, fijeza, son y cadencial en cada paso. Entró a matar con decisión y lo caló al irse de la el acero. Lo que estaba determinado para orejas se diluyó con el acero.

Alejandro Talavante

El diestro español vio saltar a la arena un apretadizo toro negro, recién bañado y lustroso. Su nombre Chesquero, con 472 kilos de peso, con movilidad y alegria, rematando en los tableros. Lanceó poco. Con la muleta sacó el astado al centro y el negro no quería acudir al engaño. El toro muy parado y sin codicia hacia el trapo rojo. Comportamiento extraño y Alejandro tomó la espada y se apresuró a entrar a matar, dejando envainada la espada en el cuero del toro. Una segunda cita fue con más valor estético, mientras que sonaba un aviso. Lanceó a la Verónica y remató con media profunda y de mucha duración. En la muleta no hubo que hacer. En quinto lugar el torero ibérico lanceó suavemente a la Verónica a Narrador un buen mozo de Gutiérrez. Con la muleta la suavidad de las embestidas dieron inicio a una faena, pero s diluyó uno a uno, el toro busco tableros y se tornó caminador. La espada sin beneficio para el balance. Aviso y pitos al toro.

Olga Casado

Cinco verónicas y una media torera fueron el saludo capotero de Olga Casado a Arrojado, primer novillo en Colombia. Brindó al público y recibió una gran ovación. La faena con  una de sus piernas flexionada, tiró de las embestidas del ejemplar que no quiso ser franco ni entregado. En toda la faena tuvo que luchar con los deseos del toro de irse a tablas. Hubo voluntad y buenas maneras frente al disperso novillo.  Dejo una estocada, luego de una procesión por todo el ruedo buscando la igualada de un caminante. Se comió el acero y empezó la pena. Descabello, espada y otra vez descabello. Tres avisos y las lágrimas rodaron por el juvenil rostro de Olga. Olga tuvo que lidiar un Juan Bernardo Caicedo al presentarse el cambio de su novillo por visible cojera.

Con el sexto bis, la novillera española lanceó con mucha precaución, ni uno solo a pie junto. Con la muleta prevenida e incierta frente a uno que iba con la cara a media altura, mirando y gazapeando, imposible de ajustarse.

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