20 de noviembre de 2020/Luis Ramón Carazo
La vida, ese instante presente que nos mantiene con la ilusión de la eternidad, nos pone siempre ante la perspectiva de que vivimos en un mundo volátil, incierto, complejo, ambiguo y al que más nos vale tomarle con buen humor y entendiendo que el cambio es la constante.
Así, se está viviendo en estos tiempos todas las actividades y la tauromaquia no es diferente, está tratando de encontrar el rumbo que le permita seguir adelante.
Desde luego y mientras no sea posible la asistencia plena, estaremos en la sobrevivencia, que nos permita que cuando haya mejores tiempos, ajustar y tratar de recuperar la rentabilidad económica; lo que comento más adelante es con referencia al tiempo antes de la pandemia.
Hoy vivimos épocas de romance en la que todos están recuperando el sentido primitivo de lo que hacemos sin fin económico sino lúdico.
Muchos de los criadores de toros en el mundo de la tauromaquia desde hace varios años que con salir a mano se conforman, a pesar del caudal de tiempo que invierten en una actividad en la que la satisfacción es participar y no necesariamente lograr rendimiento económico, la mayoría tiene otros negocios de donde generan para mantener su afición vigente.
Algunos -los menos- viven exclusivamente del campo y a esos les pega más fuerte un momento como el que estamos viviendo, pues su única posible fuente de ingresos está mermada.
Los empresarios taurinos en los últimos años la están viviendo igual que los ganaderos y salvo excepciones puntuales, la mayoría han declarado que las ganancias son magras -cuando las hay- y es por eso que algunos de plano han botado el arpa y otros por su afición, se mantenían tratando de no perder y con base en otros negocios que si les eran rentables.
Un grupo selecto de matadores son los que se llevaban el grueso del ingreso -con base desde luego en sus capacidades de convocatoria- y ellos eran los principales beneficiarios de la tauromaquia y nadie lo cuestionamos, porque al fin y al cabo son los que provocaban las entradas y las expectativas más grandes.
Los demás cobraban menos y de alguna manera podían ir acumulando lo que su esfuerzo les permitía y saber también que haber dedicado su vida a su afición, en algo les estaba redituando.
Los novilleros hace tiempo que salvo casos excepcionales -como Roca Rey- surcan su carrera acumulando méritos para convertirse en matadores y ahí tratar de recuperar el tiempo invertido y muchas veces sustentados en mecenas que les invierten, en espera de que con el transcurrir de su carrera, puedan capitalizar aquello que antaño no era necesario, porque ya desde esa categoría, los punteros ya empezaban a saborear las mieles de los ingresos generosos.
Los demás participantes activos de la fiesta en su gran mayoría tienen otras labores, pues la taurina no era la que -salvo excepciones- les permitía concentrarse en ella.
Es decir, ya económicamente el modelo taurino tenía desde ese punto de vista muchos agujeros antes de la pandemia y ahora que estamos en ella, pasa como aquellos que cuando le bajan el agua al río, es obvio quienes nadan desnudos.
El toreo no se arredra en México, en Tlaxcala se han dado corridas y novilladas, en otros puntos del País también y proyectos como los del Centro de Alto Rendimiento Taurino con novilleros de varias partes del mundo, para iniciar el próximo año.
En Cinco Villas a las 12.50: José Mauricio, Arturo Saldívar y Calita con toros de El Vergel.
Están a punto de cerrar las novilladas en el Cortijo de los Ibelles, el próximo sábado con novillos de Barralva donde disputarán la final Sebastián Ibelles, Miguel Aguilar y Cristian Antar, a las 14 horas.
Y el domingo 22, a las 13:30 horas, Miguel Aguilar y Alejandro Adame, mano a mano ante novillos zacatecanos del hierro de Pozo Hondo, en el coso de La Florecita, en el Estado de México, iniciarán los festejos que tendrán como los de Ibelles asistencia restringida y transmisión que se puede adquirir por boletea.com la final será con novillos de Xajay, el 13 de diciembre.
Lo que mantendrá a la tauromaquia vigente entonces pudiera ser el romance de que todos los profesionales saben que le siguen por amor al arte y emociona que muchos no se arredren y sigan en espera de tiempos mejores, porque hoy en día el estar en el mundo profesional del toreo será claramente por vocación y eso pudiera dar pie a la transformación del toreo a futuro, lo cual desde hace mucho, es justo y necesario.