Aquella tarde del 20 de diciembre de 1936, en El Toreo de la Condesa, logró cortar seis orejas, tres rabos y dicho remo a ganado de la dehesa de San Mateo
20 de diciembre de 2020/Adiel Armando Bolio
Era el domingo 20 de diciembre de 1936, hace 84 años, y en el coso Monumental “El Toreo” de la Condesa se daba la tercera corrida de la Temporada Grande 1935-1936, en el cartel estaban anunciados, en mano a mano, los afamados diestros y auténticos rivales en el ruedo, el saltillense Fermín Espinosa “Armillita Chico” y el regiomontano Lorenzo Garza para lidiar seis ejemplares de la célebre ganadería de San Mateo, resultando de gran juego el encierro y siendo premiados con vueltas al ruedo los restos del tercer toro llamado “Garboso” y del quinto “Pardito”
El hecho histórico, según rezan los libros, lo protagonizó el maestro Fermín Espinosa “Armillita Chico” al cortarle las orejas y el rabo al primero, de nombre “Cantarito”, lo mismo hizo con el tercero “Garboso” y al quinto “Pardito” le cortó las orejas, el rabo y una pata (la única que se ha cortado en la Ciudad de México) para terminar dando 11 vueltas a la periferia, varias de ellas acompañado del ganadero don Antonio Llaguno González.
Su alternante en el cartel, Lorenzo Garza únicamente le “tumbó” un apéndice al sexto, llamado “Clavelino”.
Sobre la faena de “Armillita Chico” a “Pardito”, el reconocido periodista taurino Paco Malgesto en su obra “Armillita”, “Maestro de Maestros”, lo recuerda así: “La faena comenzó de rodillas y siguió con cinco naturales que fueron la perfección misma, rematados con el clásico forzado de pecho. Después vinieron cinco derechazos, otros tres naturales, otra vez el pase de pecho y otra vez derechazos. Únicamente los pases fundamentales del toreo, el toreo largo, por bajo, tirando del toro, llevándolo bien embebido en la muleta, embrujado en ella y por los dos lados. Antes, ‘Armillita’ había banderilleado y de sus cuatro pares los dos primeros fueron al cambio.
Cómo habrá sido esa faena histórica, inenarrable, que Fermín cortó la pata de ‘Pardito’ después de haber pinchado. Si hubiera dado el volapié en el primer viaje, ya no habría habido que trofeo concederle”.
Así es cómo hemos querido recordar este hecho taurino histórico en la Ciudad de México hace 84 años.