Se llama Ignacio Lozano, es novillero sin picadores, pero, su historia torera no ha sido nada fácil, siendo por ello que está en el país para probar mejor suerte
29 de septiembre de 2022/Adiel Armando Bolio
Desde este martes 27 de septiembre de 2022 se encuentra en nuestro país el novillero sin caballos, de Mestanza (Ciudad Real), España, Ignacio Lozano “El Mestanceño”, con la ilusión puesta en el compromiso que tiene el próximo domingo 2 de octubre en el coso de Texcatepec (Chilcuautla), Hidalgo, para hacer su presentación con caballos al lado de Ricardo Leos, Juan Querencia y Paco de la Peña, además del rejoneador Mario Sandoval, con los Forcados Amadores de México, lidiando ganado regional de Huichapan.
“El Mestanceño” es un torero con 25 años de edad, lo que al leerlo podría desconcertar pues para ser novillero sin caballos ya está pasado de tiempo, sin embrago, es un hombre que se ha forjado en el complicado y candente crisol que le ha puesto la vida y no ha sido fácil, pues cinco de esos años los tiró por la borda luego de haber perdido a un gran amigo como lo fue el reconocido matador de toros vizcaíno, aunque de origen gallego, Iván Fandiño, caído en el ruedo francés de Aire Sur L’ Adour por el toro “Provechito” de Baltasar Ibán el 17 de junio de 2017.
Fue entonces hasta el viernes 13 de mayo de este 2022 cuando en Vegaviana, provincia de Cáceres, decidió retomar su trayectoria torera con la firme convicción de hacerse figura del toreo, pues considera que regresar para torear por torear, “mejor me pongo a trabajar”, sentenció, “yo quiero ser figura del toreo”, remató.
Dentro de su difícil andar por la Fiesta de los Toros, misma en la que se ha topado con un sinfín de falsas promesas que debilitan la moral, ha tenido que “remar contra corriente” pues en ninguna escuela taurina se le aceptaba por falta de recursos económicos, de ahí que para cuajarse como torero se la haya estado jugando de verdad andando en las capeas, esas donde se lidian toros cinqueños y muy arriba de los 500 kilos de peso y, que, por andar en ello, estuvo a punto de que un toro le arrancara la cabeza, en el pueblo extremeño de Vegaviana, el reciente sábado 6 de agosto, al sufrir una cornada en el lado izquierdo del cuello, que ameritó que le cocieran las venas carótida y yugular, además de que se le aplicaran 50 puntos de sutura para cerrar la herida.
Ignacio Lozano “El Mestanceño” empezó a torear a los 16 años de edad en Ciudad Real. Llegó a torear una decena de novilladas sin caballos, habiendo debutado el 18 de abril de 2015 en el coso ciudadrealeño de Miguelturra.
Fue tanto su decaimiento por la pérdida de su amigo Iván Fandiño que, inclusive, dejó la península para refugiarse en Mallorca.
Pasado ese tiempo ya mencionado de reflexión, cinco años, Ignacio decidió volver, pero con otra idea para hacerse torero y fue a través de estarse jugando la vida en las capeas, donde llegó a torear más de 62 toros de más de cinco años y con pesos arriba de los 500 kilos en localidades de Cáceres, Madrid, Toledo, Guadalajara y Ciudad Real como los son las de Coria, La Moraleja, Serradilla, Yeles, Fuentenovilla, Almodóvar del Campo, Mestanza y, la ya mencionada, Vegaviana.
A todos estos lugares, Ignacio se trasportaba como podía, dormía en coches y furgonetas por varios días, además de recibir la ayuda económica y alimentaria de la gente que veía como el joven salía a dejar la vida en esas peligrosas capeas.
Precisamente, a La Moraleja, el 16 de julio de 2022, nos cuenta Lozano: “Fui porque el mayoral de El Cortijillo me dijo que echaban un toro de seis años que podía haber ido a Madrid, Sevilla o Pamplona. Llegué en tren, sin nada y fue por medio de la gente de Vegaviana que me dejaron la cabina de un camión donde dormí cuatro días”.
En la corrida que cerraba las fiestas -continuó “El Mestanceño”- “se anunciaba a Antonio Ferrera por lo que, al entrar a la plaza, me acerqué a saludarle y enseñarle una foto mía, misma que el maestro ya había visto. Así que, cuando el segundo toro de Carmen Valiente se inutilizó y fue devuelto, Ferrera pidió permiso a la autoridad para regalarme un puñado de embestidas. La verdad es que sentí algo inexplicable. Era la oportunidad de mi vida y no sabía por dónde empezar, pero si no hubiera estado tan preparado no estaríamos hablando de esto. La verdad es que Ferrera hizo lo que ningún otro torero fue capaz. Había estado 16 tardes yendo a Madrid y todos sabían mi historia. Me saludaban y me invitaban al callejón, pero, salvo Ferrera y, unos mexicanos, nadie tuvo el detalle de ayudarme”.
Fue así que tuvo la oportunidad de conocer a varios taurinos mexicanos como el matador de toros retirado Gerardo Ortiz, el apoderado Claudio Peduzzi y el colega Juan Antonio Hernández, quienes le recomendaron probar suerte en cosos mexicanos y, es por ello, que ya está entre nosotros, bajo la dirección de Peduzzi y, lo primero que hizo fue visitar el monumento a la Revolución, lo que le motivo a convertirse en un revolucionario del toreo y no aguantar el deseo de pegarle lances de capote al toro de la ilusión al pie de nuestro emblemático símbolo patrio.
De momento, por delante, Ignacio tiene su debut formal con caballos este domingo en el coso hidalguense de Texcatepec y ya veremos qué pasa. ¡Bienvenido, enhorabuena y suerte matador!