6 de enero de 2020Luis Ramón Carazo
A muchos nos dio alegría saber que una de las ganaderías más emblemáticas de nuestro país con un historial longevo y con muchas anécdotas curtidas durante la historia del toreo, lidiaba en La México. Incluyendo haber lidiado en España un encierro mexicano y tantas más, como que en su plaza de tientas falleció tentando en los ochenta del siglo pasado, el 27 de enero de 1981, uno de los toreros mexicanos más representativos de nuestro país, Jorge El Ranchero Aguilar, quién ahí también nació.
Sin embargo de ahí a opinar que el toro Siglo y Medio fuera para indulto inobjetable, medía un gran trecho.
Entre las dudas de Gerardo Rivera por lo poco toreado que se encuentra el matador tlaxcalteca y que nunca se planteó con confianza, no recuerdo que el bovino por el lado izquierdo se desplazara como por el derecho y en la suerte de varas, no fue particularmente encelado.
Peccata minuta dirán algunos, pero si vale la pena reflexionar que el público más bien ocasional que solicitó y obtuvo el perdón, refleja que en el ánimo de las neo-asistentes está implícito exigir ese homenaje y lo piden sin reflexionar del todo en las condiciones de los astados, lo cual así será, pero es bueno anotarlo para que quién decide que es el juez, lo tome en cuenta.
El sexto de la tarde Siglo y Medio de Piedras Negras, ganadería tlaxcalteca que sobrepasa esa edad desde su fundación como hacienda, tuvo la gran cualidad de la emotividad en la embestida y en su embroque humillaba al dirigirse a la muleta, por el izquierdo se quedaba un poco corto.
Gerardo Rivera lo toreó más con habilidad que con empaque y una parte del público pidió el honor del indulto, con mucha fuerza mientras otros se dedicaron a protestar la labor del tlaxcalteca.
El juez de plaza Jorge Ramos entre muchas protestas, desde el punto de vista de muchos (incluido el mío) injustificadamente lo oficializó y así se convirtió en el primer astado de esa ganadería en lograrlo en La México.
Gerardo y Marco Antonio González dieron la vuelta al ruedo pero no hubo la grandeza del pleno reconocimiento para el criador y el torero, éste se fue en hombros entre denuestos.
Así se remató una tarde en que la generalidad de los astados con los pelajes que caracterizan a la divisa, se vinieron físicamente abajo en los primeros compases de muleta aunque por momentos sus embestidas tuvieron buena cadencia. El del cierre fue un muy buen toro, pero desde mi prisma exagerado el homenaje.
Lució el capote de Rivera y Angelino, así como algunos pares de banderillas de ambos y de El Chihuahua, al que de plano le tocó un lote infumable y además se llevó un golpazo en la cara.
Rivera no hizo la suerte suprema en sus dos toros, el primero por echarse antes de que la ejecutara, el segundo por el mentado homenaje.
¿La semana próxima como la anterior, será de indulto? Poco tiempo faltará para saberlo. Hasta entonces.