El diestro afincado en tierras extremeñas desde su niñez afronta una temporada ilusionante tras sus triunfos en La México y Madrid
28 de marzo de 2024/Pablo López Rioboo
El nombre Antonio Ferrera está de plena actualidad tras los triunfos cosechados recientemente tanto en La México como en Las Ventas, dos plazas donde el diestro afincado desde su niñez en Extremadura sacó a relucir su concepto con toros de diferente carácter y comportamiento. Dos tardes que marcan un antes y un después en el camino de un espada que venía triunfando en cosos americanos todo este invierno, esos donde su afición se entregó a un toreo muchas veces difícil de clasificar.
Pero antes de América hubo plazas donde el extremeño se sintió torero, una de ellas fue en Algeciras, plaza donde acarició la embestida de un astado de Victorino de enorme clase. Un torero que es capaz de plantarle cara a toros con un carácter indómito o cuajar al toro de clase y ritmo. Sea como fuere, el triunfo de Madrid debe valerle para apuntar su nombre en plazas donde todavía andan viendo los toreros a contar en su feria.
La tarde de Madrid ha sido la reivindicación de un torero incombustible, un espada que busca torear con el alma, esa que luego canaliza en sus muñecas hasta llegar a las yemas de los dedos. En unas semanas pondrá rumbo a su querido México, lugar donde tiene rango de figura para torear dos encierros en plazas de gran envergadura. Luego vendrá nuevamente Madrid y la exigencia del toro de Albaserrada, una nueva piedra de toque para un espada que nunca se fue.
Antonio ha vivido a lo largo de estos años cimas y simas en su toreo, periodos donde no lo vio claro delante de los animales y otros donde realizó faenas sacadas de la chistera. Su toreo, como su personalidad es transparente, algo que muchas veces le ha puesto entre la espada y la pared. Se trata de un espada fiel a un concepto, a una forma de sentir cada embestida, por eso es un diestro difícilmente clasificable.
El citado triunfo de Madrid le ha vuelto a colocar en boca de los aficionados, esos que saben que Antonio es de los pocos toreros que puede, y se atreve, a mirarle a los ojos a toros tan diversos como el de Adolfo, Cuadri, Jandilla, Alcurrucén, Villa Carmela, Montecristo o Xajay. El poso del extremeño se vio en una tarde que marca una nueva raya en la arena, un paso más en la carrera de un espada que mira con otros ojos una temporada que puede y debe cambiar a tenor de lo realizado en la primera plaza del mundo en una tarde donde todos los profesionales cantaron dicho triunfo.