Pinceladas de Jarocho y Chicharro en la novillada de San Fermín
5 de julio de 2024/Patricia Prudencio Muñoz/Fotos Emilio Méndez
Pamplona abría su Feria de San Fermín con una novillada picada en la que Jarocho, Alejandro Chicharro y Samuel Navalón se acartelaban para estoquear a los ejemplares de la ganadería de Pincha. El paseíllo arrancó en la plaza a la hora prevista, sin embargo, después de que se lidiara al segundo de la tarde, tuvo que ser suspendido por las fuertes lluvias. Los de Pincha, el primero fue algo más reservón y Jarocho encontró mayor armonía por el izquierdo, pero ya venido a menos. El segundo le faltó clase, pero seguía con fijeza y mucho ritmo, dándole continuidad a las tandas que le planteaba Alejandro Chicharro. El tercero no alcanzó a salir al ruedo, a pesar de que Samuel Navalón insistía al presidente para que abriera la puerta de chiqueros y continuara la tarde. Sin embargo, la lluvia no daba tregua y cada vez empeoraba más el estado del piso, por lo que se tomó la decisión de suspender la primera novillada picada de San Fermín.
Jarocho saludó al abreplaza, saliendo suelto y sin humillar en la tela. Se cambió el tercio y el novillo se fue directo al caballo. El quite de Chicharro fue toda una declaración de intenciones por chicuelinas muy ajustadas. Hubo réplica por parte de Jarocho con un novillo cada vez más reservón. Se alcanzó la faena de muleta y Jarocho lo pasó por ayudados por alto, andándole para sacarlo del tercio. Se decidió por el pitón derecho, llevándolo por alto, con suavidad y muy despacio, mimando aquella embestida, con la esperanza de que le aguantara. Continuó a media altura, con un animal que templó y llevó con armonía, sin quitarle el engaño de la cara, jugando con los pasos, tratando de ligar las tandas. No le pudo exigir en exceso, ya que en cuanto lo hacía, el animal se desatendía. Embistió con nobleza pero sin entrega. Cambió al izquierdo, encontrando mayor armonía con un novillo que se paraba y no tenía regularidad. Cerró por estatuarios y falló con la espada.
Chicharro recibió al primero de su lote con un farol de rodillas que después continuó por verónicas de mano baja entre un público disperso por el fútbol y la lluvia. Navalón conectó con los tendidos por Caleserinas. Chicharro brindó desde los medios y allí decidió saludar al segundo de la tarde en la muleta. Lo esperó de rodillas y se arrancó con viveza. El novillero aprovechó la inercia después de ese primer cite, envolviéndose hasta que lo desarmó. Siguió por el derecho, bajándole la mano, mostrando una embestida que tenía ritmo y continuidad, pero a la que también le faltaba clase. Era pronto, atendiendo a las demandas de Chicharro, que se lo pasó por donde quiso, con pases cambiados por la espalda. Lo llevó con verdad, dándole el pecho, bajando la mano y dejándosela puesta a un novillo de Pincha fijo en la tela. Estuvo firme, muy seguro y muy por encima, asentándose y pasándolo con exigencia según avanzaba la faena. Lo cambió al natural e incluso lo pasó en redondo, pisando terrenos comprometidos, pisando los terrenos de un novillo que no perdonó y lo volteó, quedando a merced de los pitones, sin aparentes consecuencias. Su faena se desarrolló bajo la lluvia. Cerró por bernadinas, pero deslució con los aceros, teniendo que descabellar.
Había un auténtico diluvio y el paró el festejo antes de que saliera el tercero de la tarde, a pesar de que Navalón insistía en que abrieran la puerta de chiqueros. No hubo forma de continuar, dilatando el tiempo en la decisión sobre la suspensión. Finalmente, el presidente decidió que se suspendía el festejo.
Ficha: Pamplona. Novillos de Pincha para Jarocho, silencio; Alejandro Chicharro, palmas; Samuel Navalón.