Una tarde de tira y afloja sin opciones con los de Domingo Hernández en Pamplona (Fotos y Video)

11 de julio de 2024/Patricia Prudencio Muñoz/Fotos Emilio Méndez

Pamplona celebraba su séptimo festejo y su quinta corrida de toros de San Fermín. Los matadores de toros Alejandro Talavante, Daniel Luque y Juan Ortega se midieron a los ejemplares de la ganadería de Domingo Hernández. Los animales no dieron el juego ni las opciones esperadas. Fueron toros sin clase ni fuerza que no se entregaron en las faenas de los diestros, que estuvieron muy por encima de los de sus respectivos lotes, que fueron mansos y algo bruscos. Quisieron más que pudieron. Alejandro Talavante puso entrega en su primera faena frente a un toro noble, pero soso y sin transmisión. Tampoco tuvo demasiadas opciones con el segundo de su lote, un toro que se defendía y le dificultó la faena. Luque desarrolló una faena nueva inteligente que no era nada sencilla, aguantando a un toro que no tenía fuerza, pero del que sacó provecho a base de consentirlo y llevarlo a media altura. Dedarrolló una faena meritoria, una auténtica obra con un toro complejo e irregular. Juan Ortega no tuvo opciones con el primero de su lote, un toro sin raza ni continuidad y con la querencia muy marcada al que mostró y pasaportó. Tampoco las encontró con el sexto, desarrollando su faena sobre el pitón derecho, con el que hubo alguna pincelada.

Talavante recibía al abreplaza un toro que salió suelto y al que decidió llevar desde los medios, pero marcó su querencia sin interés en las demandas del diestro. Se alcanzó la faena de muleta doblándose con el, exigiéndole por abajo, pasándolo por ambos pitones en aquellos doblones. Después se levantó y lo sacó del tercio, le dio tiempo y sitio para continuar por el pitón derecho. El animal que era noble tomaba la tela mejor al inicio que al final, soltando la cara con brusquedad. Cambió al natural, llevándolo largo, tocándolo a media altura y alcanzando a bajarle en algún natural la mano. El de Domingo Hernández soseaba, sin clase ni entrega, a pesar de que pasaba y seguía la franela. Volvió al pitón derecho, pero sin apretarlo por abajo. Siguió alternando pitones, buscándolo a pitón contrario para tocarlo y deslizar, pero sin encontrar lucimiento en aquel toro que no estaba llegando a los tendidos, pasándolo uno a uno. Metió la mano con aseo.

El segundo de la tarde bordeó las tablas antes de entrar en el capote de Luque, que lo bregó y pasó ganándole terreno. Hubo pinceladas a la verónica. Se fue a los medios y brindó al público, después esperó pacientemente en el tercio a que el animal se fijara en la muleta y empezara a pasar. Fue un inicio lento, suave y cuidado en el que tiró del animal para llevárselo fuera, cambiando los terrenos. Continuó sobre el pitón derecho con un toro protestón, pasándolo a media altura, ayudando a la embestida, pues el animal no estaba sobrado de fuerza. Siguió en los medios por el derecho, con tandas cortas, mostrando la buena embestida de un animal flojo. Le dio tiempo y sitio, tocándolo arriba para después bajarle levemente la mano y volver a levantársela en la salida, ayudándolo en aquella tanda al natural. Continuó sobre el pitón izquierdo, llevando a base de vuelo a un toro que se iba apagando y que cada vez le costaba más pasar. Volvió a montar la muleta en la mano derecha, apurando las distancias, aguantando, pasándolo de uno en uno, bajándole la mano. Dio una nueva tanda al natural y culminó por bernardinas muy ceñidas y una estocada que le hizo guardia.

Juan Ortega saludó al primero de su lote, un toro emplazado que tardó en entrar en el capote del diestro. Lo bregó muy despacio en aquel tanteo. Después de dos largos tercios de varas y banderillas se inició la faena con mucha torería, pasándolo muy asentado a base de trincherazos, tanteándolo por ambos pitones. Tiró del animal y se llevó a los medios a un toro con una marcada querencia. Siguió por el pitón derecho, teniendo que pasarlo uno a uno, con protestas a su salida. Lo probó al natural brevemente, pero no tardó en recuperar el pitón derecho, encontrando continuidad ante un toro muy agarrado al piso, al que también exigió por abajo. El animal no embistía, aún así lo mostró y llevó como buenamente pudo, pues solo se tragaba los primeros dos muletazos. Le insistió tocándolo en la cara, pero sin que pasara. Se fue a por la espada y lo mató al segundo intento con todo un espadazo.

Talavante recibió al segundo de su lote con un farol. Después, en los medios, lo siguió lanceando sin encontrar la clase en el de Domingo Hernández. Inició la faena de rodillas con pases cambiados por la espalda para después seguir toreando a un toro que metió bien la cara. Continuó por el derecho, pero el de Domingo Hernández estaba escaso de fuerza, por lo que no pudo apretarlo abajo, que soltaba embestidas defensivas al verse podido por abajo. Cambió al natural, llevándolo largo, dándole salida, buscando acople, pasándolo de uno a uno, mimando aquella embestida con suavidad. Le marcó los naturales con la ayuda, haciendo una faena que no terminaba de tomar vuelo. El diestro mostró disposición y mucha entrega con un toro que pasaba a la defensiva y con el que poco podía hacer, pues tocaba la tela, desconponiendo y desluciendo. El de Domingo Hernández quería más que podía y tampoco le gustaba sentirse podido. Cambió la ayuda por la espada, para cerrar por manoletinas, defendiéndose y pasando momentos de apuros el extremeño. Le metió la mano con aseo.

Luque lo llevó en un saludo bregado en el que no se pudo estirar. Inició la faena con un ligero trasteo por abajo, sometiéndolo. Se decidió por el pitón derecho, llevándolo a media altura, sin bajarle la mano a un toro deslucido y que no humillaba, tocaba la tela pasando con violencia, sin clase. Tuvo que recomponer en cada muletazo, con un toro que se le volvía buscando, quedándose corto. Abrió el trazo y le dio salida en aquella serie por el pitón derecho. Pitón por el que continuó, con suavidad, pero también con mucha firmeza en una faena en la que el de Domingo Hernández no dio opciones. Cambió al toreo al natural, uno a uno, teniendo que cruzarse y buscar muy bien el sitio para que pasara. Lo citó a pitón contrario y a punto estuvo de prenderlo. No había pulcritud en sus embestidas y no le dio facilidades a Luque, que no tardó en recuperar la mano derecha.  En una tanda meritoria en la que también lo apretó. Alargó su faena, jugando con los pasos, las distancias y la altura, en el tira y afloja. Le miraba y aún así tragó y aguantó. Metió la mano y el animal dobló.

Juan Ortega saludó al cierraplaza en un recibo capotero breve. Se alcanzó la faena de muleta, pasándolo en aquel tanteo por abajo. Continuó por el pitón derecho, buscando el acople con un toro que no tenía una embestida clara y con el que tuvo que andar en el tira y afloja. Lo pasó en largo y el animal atendía a los cites, pero en el desarrollo del muletazo se iba desconponiendo soltando la cara y punteando la tela, por lo que dificultó la labor de Ortega para limpiar el muletazo. Le dio tiempo y sitio para volver a colocarlo y pasarlo a pies juntos. En el toreo al natural quiso aprovechar los vuelo, pero el animal se le quedaba muy encima e incluso llegó a desarmarlo golpeándolo en la mano. Ante la irregularidad y la brusquedad por el izquierdo, recuperó el pitón derecho, asentándose con el y envolviéndoselo, encontrando mayor permisividad por ese pitón. Era algo más claro e incluso metía mejor la cara. Le adelantó la muleta con suavidad y tiró del animal que siguió el engaño, pero desluciendo en las salidas y casi viéndose prendido. Siguió con la mano derecha, uno a uno, doblándose con el, pero le volvió a desarmar. Al segundo intento hundió el acero.

Pamplona. Toros de Domingo Hernández. Los animales no dieron el juego ni las opciones esperadas. Fueron toros sin clase ni fuerza que no se entregaron en las faenas de los diestros, que estuvieron muy por encima de los de sus respectivos lotes, que fueron mansos y algo bruscos. Quisieron más que pudieron. Alejandro Talavante, saludos y saludos; Daniel Luque, saludos tras aviso y saludos tras aviso; Juan Ortega, silencio y silencio.

 

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