
El diestro hispalense paseó tres orejas y un rabo en una tarde de gran entrega y torería. Castella sale en hombros tras dos faenas de desigual metraje y Manzanares se va con una oreja en el esportón. Corrida interesante y variada en su juego con un cuarto de vuelta al ruedo
23 de mayo de 2025/Pablo López Rioboo/Foto: Procuna
Morante de la Puebla, Sebastián Castella y José María Manzanares hacían el paseíllo, este domingo, en la tercera de la Feria del Caballo, una corrida de toros que llevaba el hierro de Álvaro Núñez
Incluso con la corrida terminada, todavía resonaban los ecos de la tarde de Morante de la Puebla hoy en Jerez. El sevillano firmó un triunfo rotundo, de esos que se quedan grabados en la memoria colectiva del aficionado. Con lentitud y profundidad se adueñó del ruedo desde el primer momento, dibujando muletazos de una estética inconfundible. Cayeron en suerte dos toros de Álvaro Núñez que tuvieron los miembros suficientes para que José Antonio pudiera desplegar su sello personal: temple, hondura, elegancia y una gran capacidad para transmitir emoción. No se trató solo de un triunfo en el cómputo de orejas, sino de una reivindicación del toreo puro, el que emociona, el que eleva a quien lo contempla. Jerez fue testigo de un arte sin artificios donde Morante pudo mostrar la verdad de la tauromaquia en su máxima expresión. Tanto el rabo como la vuelta al astado gaditano pueden ser debatibles, no así el momento por el que pasa un torero tremendamente comprometido con su profesión.
Una tarde donde Castella paseó una oreja de cada uno de los astados que le cupieron en suerte. Dos faenas totalmente opuestas ante toros que exigieron un paso adelante por parte del francés. Una oreja se llevó Manzanares por un trasteo con fases de buen toreo, pero sin llegar a cotas mayores. El alicantino se iría a pie tras pechar con un sexto que duró un suspiro.
Ovacionada la porfía de Manzanares con el desrazado sexto
Salió de chiqueros el sexto mostrando cierta endeblez, toro con el que no soltó muñecas pese a desplazarse con nobleza. Tras medirse al toro en el jaco y llevarlo siempre a media altura, Manzanares optó por no apretar a Farfonillo en el inicio del trasteo. Buscó pulsearlo a zurdas, pero el toro venía calamocheando, defecto que deslucía el muletazo. Por el lado derecho, humilló más el de Álvaro Núñez, toro al que había que llevar tapado y muy metido en la muleta. Le dio distancias y tiempos José María a un toro agradecido cuando se le trataba con templanza. El alicantino buscó pulir los defectos de un astado que tendía a aburrirse a partir del tercer muletazo. Dejó muletazos de su personal corte ante un cierraplaza que se fue apagando poco a poco, como una velita, hasta acortar definitivamente su desigual viaje. Tras una media estocada algo tendida, saludaría, y todo quedaría en una ovación desde el tercio.
La tizona premia con una oreja una desigual faena de Castella al exigente quinto
Ganador llevaba por nombre el quinto de la tarde, otro astado que se acostó por el pitón derecho y con el que no pudo soltarse a la verónica Castella. Tras pasar por el jaco, se luciría con los palitroques José Chacón, torero de plata que clavó dos pares de enorme verdad en la misma cara del astado tarifeño. Por estatutarios, inició su labor el francés, espada que aguantó estoico las embestidas de un toro con disparo. Este fue otro astado que exigió firmeza de plantas y sometimiento, ejemplar al que había enganchado para que este fuera hasta el final. Porfió el francés en un trasteo lineal y carente de alma, una faena porfiadora donde nunca llegó a fajarse de verdad con un animal agradecido al sometimiento. Ganador exigió templanza y muleta baja, pero Sebastián pecó de toreo lineal a media altura. Cierto es que hubo muletazos limpios, pero también otros atropellados y desacoplados con la enrazada embestida de Ganador. Optó Sebastián por acortar distancias, lugar donde se siente como pez en el agua, pero el trasteo ya había languidecido. Pese a su desigual labor, una estocada en buen sitio acabaría premiando su labor con una liviana oreja.
Morante se rompe en una faena de apuesta y hondura y le corta el rabo a un cuarto de vuelta
Le jalearon a Morante hasta los lances atropellados al cuarto, toro al que José Antonio le sopló varias verónicas de su personal concepto, pese a no acabar de soltarse de muñecas. Empujó con los dos pitones en el jaco Negro, animal al que Morante le dibujó varios lances a pies juntos, ciñéndose la embestida a la cintura. Con tendencia a querer salirse suelto, paró Curro Javier antes de dejar a Ferreira dos pares que le obligaron a saludar montera en mano. Toreó con todo el cuerpo en un torerísimo inicio por estatuarios, antes de dibujar dos pases de la firma y otro de pecho al ralentí. Prosiguió al natural, consintiendo a un ejemplar con el que llegó más a los tendidos, toreado con la mano derecha. Sometió al animal en derechazos, donde siempre jugó con las alturas y los toques. Le dio la distancia correcta, citó con suavidad e hilvanó muletazos en redondo de enorme cadencia. Le aguantó parones y miradas al natural, a un astado al que consintió, un toro al que toreó dándole los frentes y llevándoselo tras la cadera. Se crujió el sevillano, se entregó a una embestida que él fue construyendo a base de fe y entrega. Ni un muletazo aliviándose, todo lo hizo ciñéndose al toro a su cintura en muletazos de una enorme verdad. Las palmas sonaron por bulería, Jerez andaba entregada a un torero que nunca dio un paso atrás. Se volvió a volcar en la suerte suprema para tirar sin puntilla a un toro -premiado excesivamente con la vuelta al ruedo- al que le acabaría cortando el rabo
Manzanares pasea la oreja de un tercero que se entregó a zurdas
Se movió con nobleza en el capote el lavadito tercero, astado de pelo castaño, al que Manzanares lanceó sin apreturas a la verónica. Se le midió en el jaco antes de tomar los mandos de la lidia el alicantino. Pulseó a Fundador Diego Manuel de Carvalho en un eficaz tercio de banderillas, a cargo de Juan José Trujillo y Luis Cebadera. No quiso obligar Josemari al astado, dibujando muletazos a media altura. Empapó de tela al astado venido de tierras tarifeñas, un ejemplar que siempre lo esperó con la cara alta en el cite, con movilidad, pero sin esa entrega que tuvo su hermano lidiado en segundo lugar. A zurdas se desplazó más el astado, dibujando Manzanares naturales de su personal corte, aunque le faltó mayor fibra. No fueron largas las tandas ante un astado al que le faltó emoción y esa humillación clave para apretarlo por abajo. Pulcro y aseado anduvo Manzanares en un trasteo donde los mejores pasajes vinieron cuando tomó la zocata (la zurda), pitón por el que tampoco se prodigó mucho José María, pese a ser claramente el pitón del animal. Anduvo fino y habilidoso con la espada para dejar una estocada arriba que le valió el corte de una oreja tras un trasteo donde al que le faltó -por momentos- un punto de reposo
Castella le pasea la oreja al interesante segundo de Álvaro Núñez
Variado fue el saludo capotero de Castella al rebrincadito segundo, un castaño de Álvaro Núñez al que le costaba ir hasta el final. Derribó Tabacalero al jaco, no por empujar con bravura, sino por cogerlo por los pechos y desestabilizar al equino. Se movió durante la lidia el berreón de Álvaro Núñez, un toro que se desplazó con ritmo al templado capote de José Chacón. Tras brindar al chef José Andrés, comenzó su trasteo de forma genuflexa ante un toro que la tomó con transmisión. Larga fue la primera serie junto a tablas, antes de una segunda en redondo, con el toro queriendo tomarla por abajo. Sebastián se la dejó siempre puesta a un toro pronto, un astado exigente que se entregaba cuando venía enganchado y pulseado. Un toro que rompía en los trastos, pero que se desordenaba si no venía sometido. La labor de Sebastián rompió cuando logró cogerle la velocidad a un astado con clase y ritmo, un toro que se sintió cómodo en el sometimiento. Cierto es que hubo muletazos con mando y pulso, pero faltó un paso adelante para cuajar a un toro que nunca rehusó una embestida. Llegó con enorme intensidad a los tendidos el final por bernardinas, echándose el toro a los lomos a Sebastián al arrollarlo a la salida de una de ellas. Un aparatoso percance que le afectó a la hora de entrar a matar. Tras una media sin agarrar y una media estocada, pasaportó al exigente animal de Álvaro Núñez. Sonó un aviso, cortando finalmente una oreja antes de pasar por su pie a la enfermería con un golpe en el rostro.
Morante pasea la oreja del noble y templado primero
Por delantales lanceó Morante al primero de Álvaro Núñez, un astado medido en su fortaleza pero con la virtud del temple. Acompañó la embestida José Antonio para cincelar un ramillete de gran cadencia, rematado con una media a pies juntos. Por chicuelinas llevó al animal al jaco. Todo lo hizo con desmayo, casi sin esfuerzo, ante un toro al que le faltó humillación. Se le midió en el caballo a Comilón antes de que destacara con los palitroques un entonado Curro Javier, hombre de plata que saludó montera en mano junto a su hermano. Torerísimos fueron los pases de la firma y el de pecho con los que inició un trasteo por alto junto a tablas. Buscó siempre José Antonio torear con los vuelos a un astado con nobleza, pero falto de poder. Todo se lo hizo a su altura, sin apretar a un toro que quiso más de lo que pudo. Dibujó muletazos de su personal corte por ambos pitones, pero fue en redondo donde se gustó más. Fueron pinceladas, pero todas ellas de enorme belleza. Se colocó dando los frentes al natural, dejó volar su muleta para acariciar una embestida tan noble como sosa. Midió perfectamente los tiempos de una faena en la que volvió a andar muy solvente en la suerte suprema. Esperó que el animal le enseñara la muerte para dejar una estocada entera, antes de ver cómo el toro aguantaba en pie hasta caer con sus huesos en el albero. Arreció la petición y paseó la primera oreja de la tarde.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Jerez de la Frontera (Cádiz). Tercera de la Feria del Caballo. Corrida de toros. Más de tres cuartos de plaza.
Toros de Álvaro Núñez. Con nobleza y temple un primero medido de fortaleza, con cierto ritmo y templanza un cuarto premiado con la vuelta al ruedo, con prontitud, transmisión y entrega un quinto de exigente embestida y medido de fuerzas un sexto al que le faltó raza y empuje.
Morante de la Puebla, oreja y dos orejas y rabo
Sebastián Castella, oreja tras aviso y oreja
José María Manzanares, oreja y ovación
Saludaron Curro Javier y José María Amores en el primero y Joao Ferreira en el cuarto