Pedro Montaldo, única vuelta al ruedo en una noche de matices y disposición en Las Ventas

26 de junio de 2025/Patricia Prudencio Muñoz/Fotos Emilio Méndez

La plaza de toros de Las Ventas ha celebrado su primera novillada nocturna del la VI edición de «Cénate Las Ventas», en la que Pérez Pinto, Tomás Bastos y Pedro Montaldo se midieron a los ejemplares de El Retamar. Los animales fueron variados en comportamiento, con sus matices y sus teclas, resultando llevaderos para la faena, siendo quizá el más destacado el sexto. Pérez Pinto desarrolló una faena de ganas y entrega en la que no se acopló con el primero de la noche, un novillo exigente al que había que llevar muy toreado. Su faena al cuarto fue un tira y afloja en la que la que no logró redondear, llevándolo siempre por abajdo y poniéndosela en la cara.Tomás Bastos dejó pinceladas con el primero de su lote, un novillo áspero y bronco que soltaba la cara arriba y al que llevó al natural. Meritoria fue su labor ante el quinto, un novillo que presentó muchas teclas al portugués, que deslució su labor con los aceros. Pedro Montaldo le buscó las teclas a un complejo tercero que se rajó y buscó las tablas. Desarrolló una faena repleta de matices ante el sexto, con el que encontró expresión y acople, dejando buenos muletazos.

Pérez Pinto, faena de ganas y entrega sin acople

Pérez Pinto, que se presentaba en esta plaza, recibía a un novillo que se emplazó. A pesar de ello pudo meterlo en su capote, bregarlo y sacarlo con habilidad hasta los medios. Se lució Bastos con un quite en los medios. Se dispuso con la muleta, desde aquellos mismo terrenos, para iniciar su faena a pies juntos. El de El Retamar era incierto y le mandó algún que otro aviso. Siguió con suavidad, dejándosela muerta en la cara, tirando de una embestida en la que trataba de meter la cara abajo, pero la sacaba por arriba. No era pronto, había que insistirle y llevarlo muy toreado bajándole la mano, imponiéndose, pero siempre con suavidad. Lo llegó a desarmar y lo cierto es que no encontraba el acople con aquel novillo. Cambió al pitón izquierdo, tirando del animal, uno a uno, queriendo exponer y vender lo que hacía. Falló con el acero y tuvo que descabellar.

Tomás Bastos, faena al natural bien llevada ante un novillo bronco

Tomás Bastos se fue a la puerta de chiqueros para recibir a portagayola con una larga cambiada de rodillas al segundo de la noche, para después estirarse y llevarlo metido, aguantando aquella embestida aún desmedida. Brindó desde los medios al público para después iniciar su faena de rodillas, dejando un pase cambiado por la espalda, apurando. Siguió desde los medios sobre el pitón derecho, en largo ante un toro que pedía sitio que era incierto y descompuesto, obligando al portugués a limpiar el muletazo. Cambió al izquierdo, sin bajarle la mano, haciendo que se los tragase, logrando una tanda elaborada. Siguió al natural, viniéndole muy recto, lo metió de nuevo a base de suavidad, muy despacio, dándole tiempo para volver a tocarlo y llevarlo. Salía con brusquedad, de la misma forma que tomaba el engaño. Le dio una tanda más ahora por el derecho, quedándose a mitad de camino, sin humillar. Culminó por bernadinas muy ceñidas que emocionaron al tendido. Metió el acero, pero el animal perdió Las manos y quedó trasero.

Pedro Montaldo falla con el acero tras una faena de muchos intentos sin acople

Pedro Montaldo, que también se presentaba en la tarde, saludó al primero de su lote, bregándolo y llevándolo con matices. Inició la faena al hilo de las tablas, pasando genuflexo a un novillo al que fue ganando terreno. Se fue a los medios, donde empezó a llevarlo por el derecho, tratando de asentarse con el y pasarlo. Sin embargo, no estaba llegando a los tendidos. Lo buscó con el engaño en la cara, dejándosela muy puesta. Hubo alternancia de pitones, logrando robarle algún que otro muletazo de cierto acople. Lo buscó por abajo en su toreo al natural, complementando todo lo que le faltaba a su adversario con adornos. Terminó por rajarse e irse a tablas, pero Montaldo insistió, manteniéndolo para darle algunos muletazos más. No tuvo demasiado acierto en la suerte suprema.

Pérez Pinto, un tira y afloja ante el segundo de su lote, con el que no termina de redondear su faena

Saludó Pérez Pinto al cuarto, al que recibió en su capote genuflexo. Se volvió a lucir Bastos en su turno de quites. Fue a los medios para brindar al público e iniciar su faena por abajo, teniendo que adelantarse al tercio con un novillo al que quiso atar en corto y llevar a los medios. El animal siguió abajo el engaño. Eligió el pitón derecho para dejársela puesta y tirar de aquella embestida, que seguía con ritmo las demandas del novillero. Citó en la larga distancia a un ejemplar que atendía con fijeza y prontitud, lo que le permitió después aprovechar la inercia para ligarlo. Siguió al natural, pero le costaba cada vez más seguir los engaños. Recuperó el pitón derecho, siempre dejándosela muerta en la cara, con mucha paciencia, esperando una respuesta cada vez menos pronta, teniendo que llegarle cada vez más. La faena se fue viniendo a menos y la atención del público se fue diluyendo. Trató de seguirle y darle continuidad, pero no lograba redondear aquella faena. Falló con los aceros.

Meritoria labor de Bastos ante un complejo quinto, empañada por los aceros

Tomás Bastos volvió a recibir a portagayola, ahora al segundo de su lote, con una larga cambiada de rodillas, para después estirarse con el, logrando encelarlo en la tela y lucirse. Se alcanzó la faena de muleta, la cual inició al hilo de las tablas, pasándolo por alto, para que poco a poco le fuera bajando la mano. Tuvo que sacarlo y tirar de el para evitar que le siguiera apretando y desluciera su inicio. Se fue a los medios y lo citó con firmeza, tocándolo y bajándole la mano para tratar de envolvérselo, pero perdía las manos con facilidad, lo cual no facilitaba la expresión de un novillero que se situaba por encima de las circunstancias. Tuvo que volver a cambiar los terrenos, para después seguir sobre el derecho, sin terminar de bajarle la mano, sin poder excederse en sus exigencias. Fue la media altura y la insistencia las claves para robarle unos muletazos en los que aquel novillo se descomponía con facilidad. Cambió al natural y con suavidad y de uno en uno logró llevarlo, toreando en unas distancias cortas en las que procuró no abrirlo y llevarlo muy metido. Falló con los aceros.

Pedro Montaldo, vuelta al ruedo tras petición ante el sexto

El sexto tardó en tomar el capote de Montaldo, que logró encelarlo y llevarlo para lucirse en un saludo capotero de cierta intensidad. Fue meritorio el tercio de banderillas, el cual el público ovacionó. Montaldo tomó la franela e inició su faena junto a las tablas, llevándolo por abajo, ganándole terreno, manteniéndose genuflexo. Se lo llevó más allá del tercio y lo ligó sobre el derecho, con cierto ritmo. Con quietud y logrando que no lo sorprendiera, dejó una buena tanda en la que se lo envolvió. Siempre con la muleta por delante, dejándosela muy puesta, al natural, alcanzó a calar en los tendidos. Siguió insistiendo por el izquierdo, esperándolo, para después tirar de el hacia adelante. Recuperó el pitón derecho, con una continuidad de uno en uno, teniendo que insistirle cada vez más para que tomara el engaño. Antes de pasar a la suerte suprema, dejó una breve pero bien llevada tanda al natural. Toda su entrega y su buen hacer se vio empañada por el acero, metiendo la mano al segundo intento.

Ficha del festejo:

Las Ventas. Novillos de El Retamar. Los animales fueron variados en comportamiento, con sus matices y sus teclas, resultando llevaderos para la faena, siendo quizá el más destacado el sexto. Pérez Pinto, silencio y silencio tras dos avisos; Tomás Bastos, saludos y silencio tras dos avisos; Pedro Montaldo, silencio tras dos avisos y vuelta al ruedo tras aviso.

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