
3 de agosto de 2025/Patricia Prudencio Muñoz/Fotos Emilio Méndez
El Puerto de Santa María ha celebrado su segunda corrida de su Temporada Taurina, colgando el cartel de «No hay billetes». Los diestros Morante de la Puebla, Alejandro Talavante y Juan Ortega se midieron a los ejemplares de la ganadería de El Freixo. Los animales fueron variados en comportamiento, teniendo matices y buenas notas en sus embestidas, aunque también exigiendo. Destacó el segundo de la tarde, siendo el tercero el que menos opciones brindó. Sin ninguna duda, uno de los mejores toros de la tarde, dada su buena condición, fue el quinto, premiado con la vuelta al ruedo. Morante de la Puebla llevó al primero de la tarde en una faena laboriosa haciéndose con la embestida a base de temple, torería y mucho poso durante una faena en la que el viento molestó. Faena añeja con mucho sabor que Morante empañó con el acero ante el cuarto. Talavante derrochó arte y torería en una faena de inicio pinturero que después llevó por ambos pitones, siendo el derecho el mejor del segundo de la tarde. Faena de intensidad y calidad de Talavante en la que cuajó al quinto, un toro de buena condición que atendió con celo, permitiendo la expresión por ambos pitones. Ortega no tuvo demasiadas opciones con el tercero, un toro venido a menos que desde la muleta ya mostró sus carencias. Su labor con el sexto se fue enfriando, sin lograr que la faena fuera a más.
Morante de la Puebla corta más dos orejas en el primero de la tarde
Morante no esperó para saludar en su capote al primero de la tarde, un toro suelto en el que también molestó y mucho el viento. Cambió los terrenos y llegaron las primeras verónicas de gusto y torería con las que la plaza rompió en aplausos. Un inspirado Morante se lo llevó al caballo haciendo las delicias del respetable. Se alcanzó la faena de muleta, pero antes de iniciarla el diestro brindó a El Juli. Comenzó a pies juntos con un toreo por bajo en el que le fue sacando, muy despacio y con algún que otro momento de peligro. Sin llevarlo más allá del tercio siguió sobre el derecho, en la media distancia para después aprovechar la inercia y ligarlo a base de mano baja y mucho temple. El toro no tenía una embestida uniforme, soltando ligeramente la cara, algo que pareció no importarle al de La Puebla, que siguió al natural, parando el tiempo, soltándole la muñeca y echándole los vuelos a la cara para envolvérselo a la cadera. El viento molestó, pues soplaba con fuerza durante toda la faena. El diestro quiso continuar su labor, ahora sobre el derecho, con ritmo, habiendo metido la faena en el engaño con arte, temple y mucho poso. Culminó por ayudados por alto y una estocada certera.
Talavante desluce con el acero una faena de triunfo asegurado
Talavante no se quedó atrás y al compás de los «olé» del respetable saludó al segundo de la tarde. En la faena de muleta, el extremeño decidió iniciarla por estatuarios, extremadamente ceñidos y con algún que otro pase cambiado por la espalda. Variedad e inspiración en aquel pinturero inició. Siguió con un toreo de mano baja ya fuera del tercio. Poder y dominio con los que se lo envolvió abajo, levantando al público de sus asientos. Al natural, aquella poderosa muñeca izquierda actuó con suavidad y temple. Sin embargo, tras aquellas primeras tandas de intensidad y calado, paró para dosificar la embestida y llevarlo de uno a uno, con un trazo limpio y largo. Le dio tiempo y sitio y siguió por el derecho, el pitón del toro, por el que se lo envolvió por abajo en una tanda ligada en la que no había principio ni final de muletazos. Culminó por manoletinas y el de pecho para después fallar con el acero.
Faena de más a menos, pero con la entrega e intentos de Juan Ortega, que fue ovacionado
Juan Ortega saludó con torería y clasicismo al tercero, un toro que se le quedó corto, pero con el que trató de expresarse. Inició la faena agarrado a las tablas, esperándolo con paciencia y quietud, pasándolo por ambos pitones. Se encajó y le fue sacando, con temple y una despaciosidad que hizo suyo el tiempo. Tiempo y sitio para después acortar las distancias y ponerle el engaño en la cara, tirando de las embestidas sin enganchones ni aspavientos. Supo adaptarse a las condiciones, continuando con la mano derecha, tocándolo con voz y firmeza abajo y en la cara, a veces con cierta insistencia. Quiso cambiar al natural, mostrando un trazo más largo y rectilíneo ante un toro que poco a poco se fue viniendo a menos, sin permitir que la faena rompiera a más. Tuvo acierto con el acero.
Morante desluce con el acero una nueva apología al arte y la Tauromaquia añeja
Morante bregó de inicio al cuarto, dándole tiempo, buscando esa fórmula perfecta con la que tratar de exprerse. Sin embargo, no le permitió el lucimiento. Tras un buen tercio de banderillas, Morante recuperó aquella tauromaquia añeja para iniciar su faena de muleta junto a las tablas, primero agarrado a ellas, para después sacarlo. Hubo variedad y arte, mucho arte. Siguió sobre el derecho, largo y profundo, cuajándole una serie ante un toro, que fue noble y atendía al engaño, al que Morante quiso dosificar sus embestidas. Cambió al natural, volviendo a parar los relojes, siendo cada natural una auténtica apología, una obra de arte y expresión. Midió los tiempos y el ritmo, llevándolo uno a uno, dándole tiempo y sitio antes de iniciar una nueva tanda, ahora sobre el derecho, buscando siempre el sitio, corriéndole la mano con gusto y clase. La faena estaba hecha y el público cautivado. Culminó uno a uno, pero aquellos naturales no tuvieron precio, con cadencia, torería, verticalidad y mucha verdad. Culminó uno a uno, pero aquellos naturales no tuvieron precio, com cadencia, torería, verticalidad y mucha verdad. Falló con el acero.
Un rotundo Talavante corta las dos orejas a un gran quinto, premiado con la vuelta al ruedo
Quiso saludarlo Talavante con variedad al quinto, pero fue en los medios donde lo enceló y llevó, logrando estirarse y conectar con los tendidos. Se echó el capote a la espalda en el quitó el extremeño para lucirse por gaoneras. Se fue a los medios tras el cambio de tercio y brindó al respetable. Después se fue al tercio y se dispuso de rodillas para torearlo sin probaturas, envolviéndoselo, aprovechando la inercia, ligando aquel inicio explosivo. Le dio tiempo y continuó sobre el derecho de un animal que se arrancaba con prontitud y seguía el engaño con celo y transmisión. La intensidad la compensó con pausas entre series, dejándole respirar al de El Freixo. Se la volvió a mostrar sobre el derecho, dejándosela puesta para que el animal la siguiera con uniformidad, permitiendo al diestro seguir ligando los muletazos con ritmo. Cambió al natural, con cadencia, teniendo que recomponer e incluso llevarlo a media altura, pero logrando meter a aquel quinto noble y de buena condición. Lucimiento y contenido entre series, dando paso a una nueva ronda sobre el derecho, encajándose, bajándole el engaño y corriéndole la mano. Ahora sí, al natural logró aquella armonía, cuajando una faena completa y de peso. Culminó por bernadinas y un auténtico estoconazo.
Juan Ortega, faena de más a menos ante el sexto
Salió el sexto, al que Ortega bregó, enceló y llevó, ganándole terreno, pudiendo lucirse y estirarse con el animal. Algo que volvió a hacer para llevarlo al caballo y en su turno de quites, que desarrolló tras un buen tercio de varas. Tras otro gran tercio de banderillas, Ortega se fue a los medios para brindar al respetable. Inició su labor junto a las tablas, para recibirlo genuflexo en la muleta, obligándolo por abajo, sacándolo al tercio, haciéndole todo por abajo. Le dio distancia, citándolo y obteniendo una respuesta pronta del sexto, con el que después fue acortando las distancias. Toreó bajo un notable silencio, sólo los «olé» lo interrumpieron. Continuó sobre el derecho, adelantándole el engaño a la cara y tratar de tirar de la embestida. No lo forzó, se acopló a un animal al que cada vez le costaba más pasar, y al que quiso torear muy encima. Le dio aire y a punto estuvo de prenderlo. Volvió a intentarlo, ahora al natural, dándole mayor amplitud con los vuelos, llevándolo uno a uno, ordenando y dando forma, pero sin que la faena fuera a más. Los tendidos se fueron enfriando, ante aquel toro venido a menos y la labor intermitente del diestro. Tenía sus teclas el sexto. Mató de una buena estocada.
Ficha del festejo
El Puerto de Santa María. Toros de El Freixo. Los animales fueron variados en comportamiento, teniendo matices y buenas notas en sus embestidas, aunque también exigiendo. Destacó el segundo de la tarde, siendo el tercero el que menos opciones brindó. Sin ninguna duda, uno de los mejores toros de la tarde, dada su buena condición, fue el quinto, premiado con la vuelta al ruedo. Morante de la Puebla, dos orejas y ovación; Alejandro Talavante, saludos y dos orejas; Juan Ortega, saludos y saludos.