El toreo clásico de Ginés Marín a punto de abrir la puerta grande de Madrid

El toreo clásico de Ginés Marín a punto de abrir la puerta grande de Madrid

Javier Fernández Caballero/Fotos: Emilio Méndez

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Ginés Marín hace el toreo clásico al gran tercero, al que le pasea una oreja y a punto está de salir a hombros de no ser por la negativa del palco; Castella sin opción y Lorenzo deja detalles.

Sebastián Castella, Álvaro Lorenzo y Ginés Marín componían el cartel de la corrida de este miércoles en la vigésimo tercera de la Feria de San Isidro. Se lidiaban toros de Garcigrande y Domingo Hernández para el festejo.

La falta de fuerza y de fondo físico condicionó la lidia del primero, un toro altiricón y zancudo que siempre tuvo más voluntad de embestir que condiciones para hacerlo. Con él anduvo profesional Castella, que quitó por chicuelinas, inició por estatuarios, se puso por ambas manos y comprobó siempre que faltaba poder para alcanzar el toreo. Lo mató de una estocada habilidoso y escuchó silencio.

«Tesonero», número 30, era el segundo de la tarde, con un peso de 525 kilos y protestado de salida. Bien se estiró a la verónica Álvaro Lorenzo con este toro ya con el hierro de la ganadería titular. Saludó Rafael González por un tercio de exposición y riesgo. Al Rey fue el brindis de Álvaro Lorenzo, que dejó muletazos templados pero dos enganchones enfriaron todo ante un animal de embistida rectilínea. Silencio finalmente.

También de estampa anovillada era un colorado tercero protestado de salida, al que Ginés Marín saludó a la verónica con muchísimo gusto y también se las pegó en el quite con pleno temple, colocándolo en la jurisdicción del picado. El toro soñado fue el de Garcigrande, que le prestó a Marín la humillación desde el principio, yendo a más su calidad y su motor conforme el extremeño le plantaba delante la muleta. Y le hizo el toreo el joven, llegando ya arriba en el comienzo de la faena, especialmente en un remate por debajo de mucho sabor. También las primeras series por ambas manos tuvieron pulcritud y encaje, calando la labor de Marín. Le faltó repetición por el izquierdo en las siguientes series, rematando por abajo en el final y coronando la obra de una estocada. Oreja.

“Hermoso” llevaba por nombre el cuarto, segundo del lote de Castella, al que el francés dejó detalles a la verónica de salida. Le bajó la mano en el inicio de la faena el francés, pero no tuvo clase ni fondo el animal. Fue silenciado el francés, que se entregó sin materia prima.

Silenciado también fue Álvaro Lorenzo en el segundo de su lote, un animal con el que intentó hacer el toreo pero la falta de conexión del animal hizo que no rompiese finalmente el trasteo, a pesar de la proposición del joven.+

Movilidad tenía el sexto, animal con el que se embraguetó Ginés Marín ya desde el inicio de la faena, en la que se puso en el centro del anillo con la mano izquierda. Fue logrando una faena de conexión el extremeño, dominando la escena el torero en los últimos compases muleteriles. Un pinchazo previo a la estocada pudo ser motivo para que el presidente no entregase el trofeo que le abría la Puerta Grande.

FICHA DEL FESTEJO

Plaza de toros de Las Ventas. Vigésimo tercera de la Feria de San Isidro. Corrida de toros. Casi lleno.

Toros de Garcigrande y Domingo Hernández y uno, el primero, de Buenavista. Con voluntad sin poder ni fuerza el primero. Obediente y embestidor el segundo, muy anovillado. De excepcional clase y bravura el extraordinario tercero, ovacionado en el arrastre. Justo de raza y a la defensiva el bruto cuarto. Obediente pero insulso el descompuesto quinto. Con fijeza, celo y cierta profundidad el buen sexto.  

Sebastián Castella, silencio y silencio. 

Álvaro Lorenzo, silencio y silencio. 

Ginés Marín, oreja y dos vueltas al ruedo. 

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