«Baratero» endulza el adiós de El Cid en La Corredera en Colmenar

El Cid pasea tres orejas de ‘adolfos’ en el coso de La Corredera en un festejo en el que resultan ovacionados Curro Díaz y Ángel Sánchez. El banderillero Lipi, herido por el quinto contra las tablas.

25 de agosto de 2019 Marco A. Hierro / Fotos: Emilio Méndez

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La corrida de Adolfo Martín llegaba, en la tarde de este domingo, a la feria de los Remedios de la localidad madrileña de Colmenar Viejo. Curro Díaz, El Cid y Ángel Sánchez hacían el paseíllo.

Incierto y zorrón se vino el primero al percal de Curro Díaz, que lo pasó y lo pasó sin intención de brillar y aún así Le pegaron dos olés. Pero llegaron más con la muleta, porque humilló y tuvo voluntad de tomar el trapo el animal cuando se la echó Curro a la izquierda, y por allí llegaron pasajes más emotivos que ajustados al natural, con el toro de viaje corto tomando tela muy por abajo. Sin embargo, no rompió el trasteo por la falta de continuidad y la estocada solo dio para una ovación.

Al segundo, escurrido pero bien hecho, le quiso pegar El Cid media docena de lances, pero fue con la muleta con la que supo enjaretarle naturales de mucho gusto al torete de medio viaje. Noblón, humillado y obediente el animal, hasta se permitió Manuel algún alarde para aparentar valor. Muy con él el tendido de Colmenar, que pidió la oreja con insistencia después de la estocada de rápido efecto. Y el palco la concedió.

Por dentro se le vino a Ángel Sánchez el tercero, un precioso cárdeno de hechura perfecta con el que se desmonteraron Iván García y Fernando Sánchez tras un sensacional tercio de banderillas. A El Cid, su padrino de alternativa, fue el brindis de Ángel Sánchez. Y fue de fe y de raza la faena del local, porque confió en su mano derecha a falta de calidad en el animal por el otro pitón. Mucha voluntad en el trasteo, mucho calor del tendido para apuntalar la obra, pero también una mala espada que emborronó lo logrado. Silencio.

Curro Díaz se pasó el trasteo al cuarto cuidando de su buen aire a la hora de embestir, porque no se tenía en pie el animal. Apuntaló mucho, limpió defectos y tiró mucho de técnica para dejarlo en el momento de soplarle un par de tandas breves que llegasen al tendido. Ovación tras el sablazo final.

Cuando salió el quinto al ruedo por el tendido se llamaba a la justicia poética para ayudar a El Cid en el último toro que mataba en Colmenar. Y comenzó con percance, porque Le pegó una cornada a Lipi en banderillas, pero aún estaba el eco del accidente en el aire cuando se lió el de Adolfo a embestirle a Manuel por abajo, con profundidad y con emoción. Ligerito lo quería el toro, que era una brasa en la tela del sevillano. Fue a menos en los muletazos por tanda Manuel, pero buscó que fuera excelente cada uno, siempre entregado a una gran obra. Una estocada corta, tendida y trasera, bastó para pasaportar al de Adolfo y cortarle las orejas después de un aviso.

Fue brillante el saludo de Ángel Sánchez al cierraplaza, siempre ganando el paso y exponiendo bamba ante la llegada remolona y sin entrega del feo Comadrón. Pero se deslizó a zurdas el de Adolfo, y lo aprovechó el madrileño con su mano buena. Templó pasadas humilladas, que no enrazadas ni con clase. Aprovechó la voluntad de caminar Ángel para soplarle muletazo encajados y con fe. Pero falló con la espada en media tendida y allí se acabó la historia. Ovación

FICHA DEL FESTEJO

Plaza de toros de Colmenar Viejo (Madrid). Segunda de feria. Corrida de toros. Un cuarto de entrada.

Toros de Adolfo Martín, humillado en el viaje corto el insulso primero; noble y humillador el docilón segundo; exigente y con raza el tercero; noble y con clase sin fuelle el escurrido cuarto; profundo y con clase el bravo y extraordinario quinto; noblón y humillado el obediente y feo sexto. 

Curro Díaz, ovación y ovación. 

El Cid, oreja y dos orejas. 

Ángel Sánchez, silencio y ovación. 

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