El albaceteño firma una tarde en Las Ventas de tremendo valor con dos marrajos mientras Sánchez Vara saluda ovaciones y Javier Castaño silencios con dos grandes toros.
22 de septiembre de 2019/Marco A. Hierro / Foto: Las Ventas
Las Ventas de Madrid anunciaba una corrida de toros en el modelo desafío ganadero entre las divisas de Saltillo y Araúz de para una terna de especialistas en las corridas duras. La divisa cordobesa -ya un clásico en la temporada venteña- se medía a una divisa que volvía a la 1º plaza del mundo tras años sin verse anunciada en dicha plaza.
El primero de Saltillo, recibido con aplausos por el sector más crítico de Las Ventas, tuvo la embestida lenta y entregada que se busca siempre, pero sorprendió a un Sánchez Vara que lidió mejor que toreó, a pesar del par de tandas que destacaron en el trasteo. Pinchó antes de la estocada y escuchó una ovación.
El segundo hizo humillado todo lo que hizo en los primeros tercios, incluso ir a matarse al caballo en el primer encuentro, arrancarse con emoción y bravura en el segundo puyazo y humillar con profundidad en el quite por chicuelinas de Sergio Serrano, justo después del para de extraordinarias varas de Pedro Iturralde. Inmenso. No tanto Castaño en el inicio, en el que le aplicó la misma lidia que al malo, cuando este se entregaba por abajo y con largura. Faltó suavidad en el trato y firmeza en el gobierno, por eso se perdió en la estructura y se esfumó la ligazón necesaria. Protestó, además, el animal, cuando le sacó el trapo por arriba, pero nunca dejó de acudir con franqueza. Lo mató de una estocada fulminante y escuchó silencio.
El tercero, grandón, largo y abierto de palas, fue la viva expresión de la orientación en los primeros tercios, después de que lo saludase Sergio Serrano a porta gayola. Se puso por delante en banderillas y sembró el pánico en el ruedo hasta que llegó Serrano, se plantó delante y apretó los dientes para verlo pasar. Le robó derechazos de trazo largo que parecían imposibles un segundo antes. Puesto siempre de verdad, solo la espada le privó del trofeo, pero no de una vuelta al ruedo de auténtica verdad.
El cuarto, de Araúz, repitió con brío en las verónicas de San haz Vara en el saludo y empujó con los riñones y con todo lo demás en el primer encuentro con el penco. Acudió igual en la segunda vara, pero salió de naja antes de volver. Luego ya no quiso arrancarse. Pero en la muleta sí. Allí llegó sin definir, con Sánchez Vara probando hasta que logró dar con la tecla: arrastrarle la muleta con templado gobierno. A su manera, Javier logró dejar muletazo limpios a un animal que ya nunca dejó de arrastrar el morro por la arena. Lote importante el que se llevó el alcarreño, y en este caso lo saldó con una estocada corta y saludando una nueva ovación.
El quinto, último de Saltillo en el desafío, fue el garbanzo negro que recibió el hierro sin llegar al peto, manseó en los primeros tercios y se desentendió, haciendo después hilo con lo más insospechado. Pero luego pasó y pasó en la muleta de Castaño, que lo trajo y lo despidió ligerito, siempre listo para que el recorte en los viajes no lo sorprendiera cambiando de mano por la espalda. Mal con la espada, escuchó silencio.
Más varado y menos rematado que sus hermanos salió el sexto, de Araúz de Robles, al que fue Sergio Serrano a buscar a la puerta de chiqueros de nuevo. Pero fue el saludo a la verónica, encajado y dispuesto, el que caló en el tendido hasta el remate con una nueva larga cambiada. Manseó el toro en varas, sin embargo, pero siempre haciéndolo todo humillado. Pero en la muleta no hubo manera de meterlo en vereda. Repuso, remontó, volvió sobre las manos y arrancó solo cuando creyó que podía hacer carne. Un trago para un Sergio Serrano que supo apretar el diente y lidiarlo a la antigua, de oreja a oreja, pero sin perderle nunca la cara ni los papeles. Y Madrid se lo recompensó con una cerrada ovación.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Las Ventas de Madrid. 1º desafío ganadero. 7957 espectadores. Toros de Saltillo (1º-3º-5º) y Arauz de Robles (2º-4º-6º). Entregado y humillado el buen primero, aplaudido en el arrastre. Entregado y profundo el gran segundo. Orientado, defensivo y a la caza el cabrón tercero, de Saltillo. De humillada profundidad el importante cuarto, de Araúz. Pasador sin entrega el quinto, de Saltillo. Reservón con poder el complicadísimo sexto.
Sánchez Vara: Ovación y ovación
Javier Castaño: Silencio y silencio
Sergio Serrano: Vuelta al ruedo y ovación