4 de noviembre de 2019/Luis Ramón Carazo
El periódico El Universal alcanzó a finales del año los 103 años de existencia, durante la cual se constituye en un referente para abordar los asuntos públicos del país y del mundo.
Uno de sus puntales en los primeros años del siglo XX lo fue El Universal Taurino de cuyas exquisitas plumas recordaré a Carlos Quiroz Monosabio y a Rafael Solana pues requiere mucho espacio en tan vasta historia y la restricción que existe actualmente, para continuar el hilo de la crónica taurina extendida y en la que vertían su conocimiento e imaginación los cronistas como Pepe Alameda o Carlos León el siglo pasado y que ha pasado de moda, como tantas otras prácticas en tiempo de la explosión de las redes sociales, en las que prevalece el mensaje corto.
Tratemos de imaginarlos regresando de la plaza del Toreo de la Condesa actual El Palacio de Hierro o de La México, con la cabeza reflexionando qué escribir, para describir lo visto en la tarde, y en el anochecer urgente del periódico, abrir la máquina con la compañía tal vez de un café en la redacción del diario y entonces darle plasticidad a lo que les entusiasmaba o bien poner puntos sobres las íes para externar, cada uno a su estilo, su crítica.
Cada una de ellas es una pieza literaria que expresa el arte efímero del toreo.
Hoy no hay tal espacio para hacerlo y cuando amablemente me invitaron a escribir de toros en El Universal, sabía que en la versión impresa el espacio es Preciado como mi apellido materno y trataré de aprovecharlo y dejar un recuerdo de lo que acontezca en el transcurrir de la Temporada 2019-2020, que como todas abre con la oferta de la empresa buscando complacer a los aficionados y hacerlos vibrar con sus acontecimientos.
Pues bien el escrito de la corrida que abrió la Temporada Grande en El Universal que se titula: ”Hermosillo arrancó con pie derecho” Es el siguiente:
En pocas palabras
El 3 de noviembre arrancó la Temporada Grande 2018-2019 en La México con una entrada que roza la media plaza en sus localidades. Se lidiaron siete toros de Julián Hamdan para los de a pie que en su mayoría fueron sosos y poco propicios, excepto el primero. Para el de a caballo, Diego Ventura fueron uno de Fernando de la Mora, Marrón y uno de regalo de San Isidro.
Los que se llevaron el gato al agua fueron José María Hermosillo (quién se ungió matador de toros, el número 33 de su historia y después de que en la pasada década tres mujeres lo hicieran, siendo el primero; el matador potosino Pepe Luis Vázquez en 1947 y Diego Ventura que obtuvo un trofeo del noveno de regalo de San Isidro. Ferrera y Valadez voluntad y detalles.
Hermosillo brindó su segundo astado a los hermanos Vaca, socios de la ganadería de La Punta, quienes observaron la corrida al lado del secretario de Comunicaciones y Transportes, ingeniero Javier Jiménez Espriú, gran taurófilo.
Así las cosas esperamos mejor suerte para el domingo siguiente con toros de Bernaldo de Quirós, para Morante, Joselito Adame y el Calita. Por ahí nos vemos.
Como remate dejo la reflexión respecto al brindis que Diego Ventura ofreció el viernes 1 de noviembre en Juriquilla a Guillermo Hermoso de Mendoza y si significará el que por fin veremos, en el cenit del toreo a caballo, la confrontación en el ruedo con su padre y con el tiempo con él, en las plazas de América y en Europa.
Nada sería más apasionante que el duelo a caballo de quienes han gestado con otros crecidamente la época más y más brillante desde que el toreo antes que a pie, surgió a caballo y nos frotamos las manos por verles anunciados en un mismo cartel. Que así sea.