13 de enero de 2020/Luis Ramón Carazo
El cuarto de la tarde de la ganadería de Pozo Hondo de nombre Gitano (en memoria de un toro inmortal de la ganadería de Torrecilla lidiado en 1945 por Manolete) fue como los tres primeros, un poco tardo, positivamente noble y de embestida cadenciosa, que permitió la interpretación del toreo variado e imaginativo en los tres tercios de Uriel Moreno El Zapata.
El tercio de banderillas del cuarto fue un tres en uno; dos pares al violín y uno al cuarteo, para cimbrar a los aficionados que le invitaron a dar una vuelta al ruedo al concluir el brevísimo momento en que el cárdeno, bragado, fue adornado con los garapullos, que así se denomina también a las banderillas.
Con el capote había realizado unos lances que surgen de la imaginación de un novillero tlaxcalteca y que él denomina, Tacita de Plata en recuerdo de la plaza de Tlaxcala. En su ruedo se le ocurrió pegarlos al alumno de Uriel, quién también entre otros lances de invención mexicana, revivió el de La Vizcaína de la autoría de Arturo Álvarez, conocido como El Vizcaíno.
Cómo además realizó con gran determinación la suerte suprema, el juez de plaza Enrique Braun le otorgó dos trofeos, que se suman al primero que merecidamente obtuvo del primero, por una faena en la que supo lidiar con variedad de capote, banderillas y muleta, las embestidas de Señorito.
Así, al finalizar la corrida, se fue en hombros de los aficionados y se coloca como candidato fuerte a integrarse a los carteles (que a partir del próximo domingo y hasta el 16 de febrero) se presentarán en La México.
Empezando por el 19 de enero, en el que una apuesta que se agradece, programan a dos toreros a caballo, el luso-hispano Diego Ventura y el mexicano Emiliano Gamero con toros de Los Encinos, primer mano a mano de toreo a caballo de la historia, del ruedo monumental.
La ganadería de Pozo Hondo tuvo una buena reaparición en La México, muy pareja en cuanto a tipo, con pelajes de diferentes tonos y en los que sobresalió en los cuatro primeros, la nobleza y claridad en la embestida, si bien eran tardos, defecto más notorio en quinto y sexto, todos de diferentes maneras permitieron al máximo la expresión de los integrantes del cartel, del 12 de enero.
Jerónimo con el segundo de la tarde logró momentos de gran sentimiento interpretativo en la muleta y aún a pesar de lo defectuoso de la ejecución de la suerte suprema, logró un trofeo. Los naturales que tejió serán inolvidables por el trazo templado y lento en su recorrido que esgrime el esteta capitalino, sobrino de quién fuera una gran figura, el Ranchero Aguilar.
Trofeos que seguramente perdió Antonio Mendoza, con la suerte suprema no pudo alcanzar las cuotas de alto voltaje, que su toreo de pies muy firmes en la arena, posibilitó con la muleta.
Se le vio desenvuelto, ejecutando con gran temple los muletazos, toreando muy ceñido y demostrando que tiene muchas cualidades y que merece la oportunidad de que lo incluyan más frecuentemente en los carteles.
Se conjugaron pues, tres interpretaciones con un encierro de gran calidad de Pozo Hondo, que nos permitieron a los aficionados salir con la sonrisa de ser testigos de una tarde, en la que brilló el toreo mexicano, en diferentes estilos y matices.