Manu “Pache”, el corazón “fandiñista” que rompió su permiso paternal para jugarse la vida contra el COVID-19

Ve en los valores del toreo la fuerza necesaria para seguir adelante en la lucha contra este virus. Desde el Hospital Riotinto de Huelva pone en juego su vida para que otros la tengan. Nos lo cuenta.

11 de abril de 2020/Javier Fernández-Caballero

A Manuel López Rodríguez-Pacheco -médico asturiano, de 36 años, que en la actualidad vive en Sevilla y desarrolla su actividad profesional en el hospital Rio Tinto de Huelva- lo llamaron para preguntarle si podía romper su permiso paternal el pasado mes de marzo para luchar contra el coronavirus. A pesar de su hijo de tres meses, no se lo pensó dos veces: “Dije que sí a la primera. Hubo lloros de mi mujer, llamadas de mis cuñados… pero yo sabía que mi lugar era ese. Como Fandiño , mi gran referente, sabía que el lugar que tenía que ocupar no era fácil, pero era el que le tocaba ocupar”, confiesa a Cultoro como nuevo protagonista de la serie “Toreros con bata”, en la que rescatamos historias anónimas de aficionados y profesionales que están luchando contra el coronavirus.

Con esta situación, en palabras de Manuel, “por fin se va a reconocer el esfuerzo de muchos sanitarios a lo largo de muchísimos años. En urgencias tenemos menos volumen de pacientes, porque ya pasó la primera ola, pero el problema ahora empieza a estar en las UCIS, ya que están colapsándose debido al alto número de enfermos”, relata López.

Además, en su zona, por fortuna, el COVID19 no está tan extendido como en el norte de país: “No es lo mismo torear en Madrid que torear en Huelva”, asegura en tono taurino. “Cada vez que hablo con compañeros de Madrid o Cataluña, me siento un afortunado, porque allí sí que lo están pasando mal de verdad”, comenta. La zona de Riotinto “tiene muy cerca la zona de los mataderos de Jabugo, y hay mucha gente anónima que ha entregado monos de los que utilizan en el trabajo y son impermeables, con eso estamos más protegidos”, asegura.

“Yo era de los que creía al principio que estaba todo controlado, pero cuando te planteas y te pones a trabajar en el frente de batalla, ves entrar gente joven, con 60 años, muy mala, con las radiografías con cosas muy feas… y te acojona”, asegura. “A lo mejor no cuenta por fallecidos reales, pero mucha patología real de urgencia, como infartos cerebrales, están llegando muy pasadas de tiempo porque la gente tiene miedo de llegar al hospital”, relata sobre su día a día.

 

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