21 de abril de 2020/Adiel Armando Bolio
A causa de la pandemia provocada por el Covid-19, se tiene registro de que ya cobró su primera víctima taurina y es que la madrugada de este martes, a las 03:15 horas falleció el matador de toros ecuatoriano de nacimiento pero mexicano por adopción, Bolívar Vasco, a los 71 años edad, luego de permanecer hospitalizado desde el pasado 31 de marzo en el Sanatorio Español de la Ciudad de México.
Vasco, quien estuvo luchando contra esta enfermedad por más de tres semanas, en todo momento fue atendido de forma excepcional e inmejorable por el cuerpo médico de dicho nosocomio.
Franklin Bolívar Vasco Lanas nació el 23 de julio de 1948 en la ciudad de Quito, Ecuador, aunque haya versiones que ubican su nacimiento en la localidad igualmente ecuatoriana de Píllaro. Fue hijo de un militar y migrantes españoles. Su pasión por los toros fue natural, es decir, sin antecedentes familiares en el medio taurino.
En 1965 partió a México por recomendación de Jorge Nieto, quien fue su apoderado por muchos años, donde inicia su historia taurina realmente y en donde permaneció hasta su deceso.
Al llegar a nuestro país, la primera ayuda la recibe del novillero Eduardo Salcedo y una muleta del diestro Joselito Huerta a quien había conocido en Quito y es con él que empieza a aprender las suertes del toreo y a ensayar en el bosque de Chapultepec. En 1966 se presenta en los novenarios de Jalisco; Ayutla, Tuzcueca y otros pueblos en los que da sus primeros muletazos en público, aunque fue a cebúes y a animales de media casta.
Ya en 1967, Tlaxcala lo acogería, específicamente la ganadería de Piedras Negras, donde don Raúl González (qepd), propietario en ese entonces de la dehesa, lo apoyó permanentemente.
Prueba fortuna en España, en 1972, formando parte del espectáculo del “Chino Torero” en la sección seria para pisar varias plazas importantes y hace amigos entrañables como el matador Antonio Sánchez Cáceres y varios torerillos con los que entrenaba e hizo giras más tarde por Sudamérica.
A su regresó a México, Vasco tomó la alternativa el 1 de octubre de 1974 en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, de manos de Eloy Cavazos y ante la presencia de Ernesto San Román “El Queretano”, con toros de Matancillas.
A finales de los setentas y ochentas regresó a su natal Ecuador y llegó a alternar en Quito con Manuel Benítez “El Cordobés”, Julio Robles, “Nimeño II”, Roberto Domínguez, Gabriel de la Casa, José Luis Galloso, Edgar Peñaherrera y Rafael Puga, entre otros, siendo está su mejor y más triunfal etapa.
Llegó a torear en Colombia, Ecuador, Perú, España y gran parte de la República Mexicana, particularmente en el estado de Tlaxcala, al lado de Rodolfo Rodríguez “El Pana”, Miguel Villanueva y Raúl Ponce de León.
Vasco Lanas, luego de recibir una gravísima cornada de la cual tardó varios años en recuperarse, decidido impulsar y entrenar a los nuevos valores de la torería, primero en el Bosque de Chapultepec junto con el reconocido banderillero Leonardo Campos, fundando así la escuela taurina “Rodolfo Gaona”.
De esta manera, “Boli”, como era conocido en el medio taurino, es uno de los miembros fundadores de la Federación de Escuelas Taurinas en la cual trabajo desde hace algunos años, principalmente en Tlaxcala.
Con el apoyo de la empresa “Renovación Taurina”, en el año 2000, que dirigió José Antonio González “Chilolín”, su gran amigo Arturo Cabrera y el ganadero Raúl Cervantes forman en Huamantla, Tlaxcala, la escuela taurina “Fernando de los Reyes ‘El Callao’”, donde los hermanos Macías, José María -ahora matador de toros-, Sebastián y Emilio han sido sus alumnos más destacados.
Desde que ingresó Bolívar al hospital, familiares y amigos estuvieron al pendiente del estado de salud del torero ecuatoriano-mexicano, quien gozaba de buen cartel y era muy querido y apreciado por la gente del medio taurino.
Por ello, desde aquí enviamos nuestras más sinceras condolencias a su viuda, doña Griselda Ruiz Dorantes y a su hija Esmeralda Vasco Ruiz. Descansa en paz amigo.
Pie. Bolívar Vasco fue muy querido en el ambiente taurino mexicano / Cortesía Ángel Saínos