Ocho con Ocho – Los Mejores Toreros de la Historia

9 de mayo de 2020/Luis Ramón Carazo

El toreo tal y como hoy lo conocemos se gestó en el siglo XVIII, época cuando el de a caballo fue eclipsado, durante la traslación de poder de los Habsburgo a los Borbones. A partir de 1700 su  llegada al poder en España marcó el inicio de una etapa distinta, como luego sucedería gradualmente en sus virreinatos.

Para lograr sus objetivos, la Corona tomó una actitud diferente, propia del despotismo ilustrado, por el cual el absolutismo sería total y expreso, se limitó el poder de la iglesia y entre otros tantos cambios, el toreo paso de caballo a pie preponderantemente y con el correr de los siglos se convirtió de un ejercicio de nobles en una práctica popular, que ha llegado hasta a nuestros días.

¿Quién el mejor torero de la historia?

Recientemente en una encuesta en España, se votó a y el resultado de los diez primeros, fue como sigue:

1) José Tomás

2) Manolete

3) Juan Belmonte

4) Paco Camino

5) Joselito o Gallito

6) Morante de la Puebla

7) Curro Romero

8) Joselito o José Miguel Arroyo

9) El Viti

10) José María Manzanares-padre

 

De los mexicanos que aparecen en la lista, en el número 51 esta Armillita padre empatado con Manolo Martínez y El Pana; en el 61 David Silveti y en el 69 Silverio Pérez; no aparecen Rodolfo Gaona de la triada con Joselito y Belmonte; ni Carlos Arruza, el gran rival de Manolete; tampoco Eloy Cavazos último mexicano en salir en hombros de Las Ventas.

La encuesta de marras nos da pie a darnos cuenta lo complejo que es tratar de encapsular siglos de toreros importantes y decenas de ganaderías criando toros que permiten, faenas trascendentales.

¿Escoger, seleccionar a los mejores? ¿En función de qué criterios? ¿Quiénes somos?

No hay comparación posible. Por muchas razones, las bases del enjuiciamiento y lo que hemos visto por razones naturales de la edad, no es lo mismo; por lo tanto, no hay posibilidad de una clasificación racional, objetiva.

El toreo ha evolucionado, el espectáculo y los aficionados somos diferentes. Lo que sí queda es el símbolo del toreo, el ritual del enfrentamiento de un hombre o una mujer con un toro.

Respeto, admiración, a veces embelesamiento, son algunas de las sensaciones; que despiertan ciertas actuaciones de los toreros, faenas ante determinados toros, dentro de una circunstancia muy específica.

Pero ese conjunto de valores y apreciaciones siempre está conducido por la pasión, la cual impide ser frío y objetivo. Por lo tanto, la selección de los toreros, siempre dará lugar a discusiones y controversias.

Pero las controversias, que son el grano de las conversaciones, sugieren la reflexión y finalmente obligan a meditar y pensar.

En unos días se va a recordar el siglo de aniversario desde que Joselito -el torero qué en muchos sentidos encauzó el toreo actual- murió a consecuencia de la cornada de Bailaor, de la ganadería de la Viuda de Ortega, en la plaza de Talavera de la Reina, el 16 de mayo de 1920.

Lo que es claro que para los que votaron da la impresión que en la época que vivimos,  el más reconocido es José Tomás y en los primeros diez, solamente en activo aparecen él y Morante de la Puebla al que ubicaron por encima de Curro Romero; en el 11  Antonio Ordóñez, en el doce Talavante y en el 13 Enrique Ponce. Uno de los más taquilleros de la historia El Cordobés en el lugar 23 por debajo de El Juli en el lugar 18.

Opino que las encuestas son como los bikinis-enseñan algo, pero ocultan lo importante- sin embargo dan pauta al comentario y como lo opiné hace años si buscamos un nombre propio del toreo, a mi modo de entender ese se llama Manolete.

Su figura, su mirada, reflejan el drama y la luz del toreo, sus actuaciones interrumpidas por graves cornadas, hasta la última, que le llevo a la Gloria por Islero de Miura en la plaza de Linares, son referente de los aficionados y también por aquellos que no conocen o incluso detestan al ritual taurino.

En ese sentido algo similar provoca José Tomás -las pocas veces que en los últimos años ha actuado, la más reciente en Granada el año pasado-y recién ya se estaba moviendo la afición mundial hacia Nimes, dónde lo anunciaron dos tardes.

Es claro que en un espacio de tiempo tan largo, el toreo se ha transformado de una lucha sin cuartel, en una actividad esencialmente plástica y de intención estética.

Tantas y tantas preguntas, que sumadas a otras tantas observaciones, alimentarán siempre la reflexión sin dar nunca respuesta categórica y definitiva a la cuestión: ¿Fue éste mejor torero que aquel?

Aquí tienen unas líneas para ir recordando, comparando y seguramente enjuiciando los votos de los que se pronunciaron, sin haber vivido necesariamente el pasado.

¿Es José Tomás, el mejor torero de la historia?  A ustedes, dejo la respuesta.

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