El empresario de El Toreo de la Condesa, don Antonio Algara, fue pieza fundamental para que se arreglara lo del llamado “Boicot del Miedo”
12 de julio de 2019/Adiel Armando Bolio
Sobre la solución del conflicto taurino hispano mexicano que comenzó en abril de 1936 y que tardó ocho años en resolverse, es en la obra del escritor Guillermo E. Padilla, “Historia de la Plaza El Toreo, Época de Oro”, donde se conocen los detalles y aquí los recordamos:
“A mediados de enero de 1944, el diario Excélsior publicó una noticia que produjo sensación en los círculos taurinos de México. En ella se decía que los diestros españoles se encontraban en la mejor disposición de reanudar el intercambio con nuestros toreros, para lo cual proponían como base de convenio la libre contratación.
Posterior a aquel mensaje, don Antonio Algara, gerente de la empresa de El Toreo de la Condesa, recibió de Madrid una carta (telegrama) en la que los toreros hispanos textualmente decían lo siguiente:
‘Toreros españoles aceptamos arreglo pleito. Deseamos comunique Sociedad Matadores Mexicanos que para mejor armonía deseamos no contraigan contratos exclusiva con empresarios exclusivistas.- Firmamos ‘Manolete’, Juan Belmonte, Pedro Barrera, ‘Andaluz’, ‘Gallito’, ‘Morenito de Talavera’, ‘Cagancho’ y ‘Chicuelo’’.
El 17 de abril de ese 1944 salió don Antonio Algara rumbo a España llevando el respaldo de la torería mexicana para realizar gestiones conducentes a un decoroso, digno y cordial arreglo en el conflicto existente entre diestros peninsulares y aztecas desde el año de 1936.
Nuestro mundillo taurino estuvo pendiente de las diligencias de don Antonio, confiando en que su habilidad y diplomacia lo llevarían a un arreglo feliz.
Y así fue, pues en su primer cable (telegrama) daba cuenta a la afición mexicana sobre el resultado de su embajada en los siguientes términos:
‘Felicitémonos. Asunto toreros prácticamente resuelto. Cablegrafiaré pormenores. Arruza llegará a Madrid lunes 26 de mayo toreando próximamente. Saluden afición mexicana. Saludos cariñosos. Antonio Algara’.
Días después recibió el diestro David Liceaga, secretario general de la Unión Mexicana de Matadores de Toros y Novillos, el pliego con la proposición de los diestros españoles. Dicho documento, en el que se fijaban las bases que normarían el intercambio hispano mexicano y después de ser discutido por nuestras agrupaciones taurinas llegaron al acuerdo de qué, para la aceptación de las proposiciones y a fin de que la dignidad taurina mexicana quedase a flote, se exigía que fuera primero un diestro mexicano quien actuara en una plaza española y luego un español en un ruedo de México.
El 1 de julio, el torero retirado madrileño Marcial Lalanda enviaba de Madrid a México un cablegrama a su amigo don Enrique Pría, confirmándole la solución del pleito. El mensaje decía:
‘Algara solucionó asunto taurino. Desconozco bases profesionales en estudio. Contento solución. Enhorabuena. Marcial Lalanda’.
Como se recordará, Lalanda había sido uno de los principales promotores del boicot contra nuestros toreros en 1936, por lo que su mensaje fue tomado aquí como una confirmación sobre el arreglo del susodicho pleito.
El 11 de julio, por medio de otro mensaje, don Antonio Algara daba a conocer a la afición mexicana las bases y condiciones sobre las que iba a firmarse el convenio que pondría punto final al enojoso caso. El cable rezaba así:
‘Junta hoy resolvió favorablemente arreglo libre contratación matadores y novilleros. Sólo exigen, toreros vengan ésta, tengan tres corridas firmadas e igual cosa piden para toreros vayan ésa. Arreglo unánime, amistoso, equitativo ambas partes. Arruza torea este día 18 de julio según exigencias toreros ésa, como base de arreglo. Felicítoles. Procedo firmar contratos. Salgo próxima semana. Saludos. Antonio Algara’.
En efecto, la tarde del martes 18 de julio de 1944, en medio de una enorme expectación y para que las exigencias de nuestros toreros quedasen satisfechas, el mexicano Carlos Arruza hacía el paseíllo en la plaza Monumental de Madrid para confirmar su alternativa. Actuaba como padrino Antonio ‘Bienvenida’ y de testigo Emiliano de la Casa ‘Morenito de Talavera’. Los toros procedieron de la divisa de don Vicente Muriel.
‘Avilés’ se llamó el burel de la confirmación, con el que nuestro torero alcanzó un triunfo apoteósico que lo consagró como una primerísima figura del toreo y de paso abrió de par en par las puertas de las plazas españolas a los toreros mexicanos”.
Se cuenta igualmente que el siguiente 16 de septiembre de 1944, en el restaurante Torino de la Ciudad de México tuvo lugar un banquete en homenaje a don Antonio Algara por su trascendente gestión en España y al cual asistieron toreros, ganaderos, empresarios, periodistas y aficionados.
Más adelante, según lo registra el historiador don Heriberto Lanfranchi, en su obra “Fiesta Brava en México y en España”, el domingo 3 de diciembre de ese 1944, en la tercera corrida de la Temporada 1944-1945, en El Toreo de la Condesa, el diestro andaluz Joaquín Rodríguez “Cagancho” fue el primer espada español en volver a torear en ruedos nacionales.
En tan significativa ocasión, el diestro gitano alternó con Carlos Arruza y Luis Briones, en la lidia de un encierro de La Laguna, para reanudar así las relaciones taurinas hispano mexicanas. Así qué, ante un lleno a reventar, “Cagancho” nada hizo en su lote, pero en el tercero, que lidió por Briones, dio vuelta al ruedo. Arruza le cortó una oreja al segundo, “Rondinero”. Y Briones al intentar un quite al mismo segundo, echándose el capote a la espalda, recibió tremendo pitonazo cerca del ojo derecho, por lo que con la cara bañada en sangre fue llevado violentamente a la enfermería, donde le apreciaron una gravísima fractura de la base del cráneo con salida de líquido cefalorraquídeo. Así se escribe la historia.
Toreros, ganaderos, empresarios, periodistas y aficionados agasajaron a don Antonio Algara por su gestión en España / Cortesía Historia de la Plaza El Toreo