18 de julio de 2020/Luis Ramón Carazo
Cada día que pasa nos es entendible el que los profesionales del toreo en América vean con gran desesperación los semáforos-que presagian la probable celebración o no de los festejos taurinos- y abran los ojos a lo que está ocurriendo en Europa, para como dice Juncal “tomar nota” y tratar de medirle el agua a los camotes.
Los aficionados recalcitrantes vemos transcurrir el tiempo y tomamos nota de otros espectáculos, como por ejemplo el fútbol en el que bajo la modalidad de sin público empezará a celebrarse la próxima semana y que económicamente implica la renuncia a la taquilla y los esquilmos, que representan para cada club diferentes cantidades.
Digirieron el golpe económico en aras de seguir teniendo presencia en la pantalla con su afición y también no perder el cien por ciento.
El toreo desafortunadamente, no tiene la misma capacidad de generar esos ingresos por derechos de transmisión y de patrocinios, entonces la alternativa -como acaba de suceder en Ávila en España-es circunscribirse a una asistencia limitada y con lo que se ingresa, repartir a los que participaron en la corrida.
Lo cual genera por un tiempo-tal vez de muchos meses mientras vivamos la pandemia-un cambio drástico, en la manera tradicional de generar negocio.
Existe inquietud por parte de todos los profesionales y los aficionados. Lo hemos comentado anteriormente; ya veremos de qué manera en México existe alguien que alce la mano y pruebe su fórmula, en aras de no dejar pasar más tiempo sin celebrar festejos y difundirlos.
Que lejos se recuerda ahora la corrida de Teziutlán, Puebla celebrada el 15 de marzo de 2020 con los astados hidalguenses de Torreón de Cañas con El Zapata, Diego Silveti y Luis Ignacio Escobedo en el cartel, bajo una magnifica entrada y que ahora dada las condiciones que padecemos, organizarla no sería igual por las restricciones sanitarias.
Curiosamente en una encuesta de una firma transnacional en la cual participé se infiere que en varios países los consumidores están pendientes; en primer lugar en que tan responsable es la marca de cuidar la salud de sus colaboradores; el impacto al medio ambiente; establecer medidas de prevención en el contacto físico; dejando muy atrás en su opinión ¡Ojo! A los precios de los productos.
Regresando al toro es importante entonces contemplar lo expuesto producto de la encuesta, en una profesión en la que el riesgo y el peligro son altos, prever la probable reacción de la sociedad en conjunto y no solamente los taurinos ante cualquier percance y se exponga el toreo, al análisis de quienes no lo son.
Cualquier acción que se vaya a convertir en realidad tiene que pasar por el cedazo de la prudencia y el juicio frío, ante la conveniencia o no de dar el paso adelante, que quién se atreva si tiene todo bajo control-sin evitar el riesgo mismo pero atenuando sus consecuencias-lo veremos con el respeto, que merecen los audaces, sino, moveremos la cabeza en son de desaprobación.
Se ponen literalmente los pelos de punta cuando recuerdo aquella frase de mi mamá Lolita: “hay mi hijo, ves la tempestad y no te hincas” No es tiempo de bravuconadas ni de hay que actuar, caiga quién caiga, muchas veces por actuar así el ser humano padece y hace padecer a otros de las consecuencias de sus actos.
A todos nos duele lo que pasa en el campo bravo con el toro de lidia y con los actuantes en la etapa de su carrera que vivan o el puesto que ocupen de oro o de plata, con la inquietud por definir cuando les será posible demostrar en el ruedo, su interpretación el toro y desde luego resolver los problemas económicos que todos están pasando.
Sensatez, cabeza fría pide la época y esa es la guía en la que la prioridad más que nunca es la salud y luego todo lo que venga. Así lo pienso, así lo escribo.