Nostalgia de Azpeitia

Hoy, San Ignacio de Loyola, es, debería ser, día de toros en Azpeitia. Pero no, ya saben.

31 de julio de 2020/Paco March

Hoy, San Ignacio de Loyola, es, debería ser, día de toros en Azpeitia. Pero no, ya saben.

Cada año, a final de julio, el toreo mira a Azpeitia, villa natal de San Ignacio de Loyola, a los pies del macizo de Izarraitz, bañada por el río Urola. En el corazón de Euskadi. En honor del santo, a cuyo imponente santuario acuden peregrinos de todas las procedencias, se celebran las fiestas patronales, los saninazios. Y en Azpeitia, como en tantos otros miles de ciudades y pueblos, no se entienden las fiestas sin los toros. Y viceversa, como bien ha señalado Joxin Iriarte, desde 2004 al frente de su Comisión Taurina: “No es el momento de dar toros. La salud está por delante de Azpeitia y las tradiciones”. Sólo en 1936 y 1937 se suspendió la Feria, por la Guerra Civil

La tradición taurina de Azpeitia es ancestral (se data en 1522 ) y con señas de identidad muy marcadas, en las que juegan tanto la historia como la geografía y el carácter de sus gentes. No se limita sólo a la plaza de toros, inaugurada en 1903, con capacidad para tres mil quinientas personas y bautizada- no sin razón- como “La Bombonera”. Son también las distintas manifestaciones de la tauromaquia popular, como el sokamuturra o toro ensogado. El valor, la heroicidad acaso, el arte y la técnica, son recompensados por un público (también las monjitas del convento vecino, que se asoman a las ventanas e incluso agitan pañuelos pidiendo orejas) que se expresa en  euskera, castellano o  francés y que, a la muerte del tercero de la tarde, sigue emocionado, las cuadrillas inmóviles en la arena, el toro a punto del ser arrastrado por la mulillas, la música de un zortziko fúnebre de Aldalur en honor del banderillero de la vecina Deba, José Ventura Laka, ocurrida en la plaza del Ayuntamiento  azpeitiarra unos “saninacios “ de 1841, tras ser corneado por un toro de casta navarra. En Azpeitia las tardes de toros tienen una banda sonora propia. La música, festiva (acompañada por los cantos y palmas de los espectadores) o fúnebre (el mencionado e impresionante zortziko), siempre presente.

Si “quien no ha visto toros en el Puerto no sabe qué es una tarde de toros”, quienes hemos visto toros en Azpeitia siempre queremos volver. Muchos ya habíamos viajado virtualmente  y durante años de la mano del maestro Ignacio Álvarez Vara “Barquerito” – a quien brindó Ginés Marín en la Feria de 2019-  que escribe de toros y vida a la altura de los más grandes. Pero, ya digo, una vez allí, crea adicción.

De ahí la nostalgia.

No hay saninazios este año, como no ha habido ni habrá tantas ferias. En Azpeitia,  la Comisión Taurina trabaja por amor al arte y los beneficios de la Feria van a parar al Convento de las Siervas de María . “El carácter solidario de los toros en Azpeitia es una de nuestras señas de identidad como lo es el rigor a la hora de elegir los toros y de organizar los festejos”. Palabras de Joxin Iriarte en la entrega de los beneficios de la edición de 2019 a las Siervas de María. Y es que en Azpeitia, por cuya Feria han pasado tanto grandes figuras como toreros de acreditado reconocimiento ante hierros “duros”, sale el toro y el público lo valora. Doy fe.

Todo eso ocurre con un Ayuntamiento gobernado por Bildu que no sólo no pone trabas a la feria taurina sino que si la ocasión lo requiere, valorando- no como otros, en tantos lugares y de tantos colores políticos-  el impacto, echa una mano.

No habrá toros hoy en Azpeitia;  la ciudad, generosa y abierta, no recibirá a aficionados de la limítrofe Francia, ni de Bilbao, Pamplona, Madrid, Barcelona…distintas lenguas, distintos acentos y un vínculo común: el lenguaje universal del toreo.

Y no habrá ayuda para las Siervas de María y su labor asistencial.

Queda esperar la vacuna que abra las puertas a la vida, sin miedos ni mascarillas, “la cara al vent” que cantaba Raimon, como también lo hacía al “País Basc”.

Azpeitia 2021 espera.

Volveremos. Itzuliko gara.

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